No te amaré #2

Capítulo 5

Julian intentó retomar sus quehaceres como duque. Pero había un problema que no controló esa mañana: los temblores. Le desagradó verse así mismo perder el poco control que tenía. Por otro lado, necesitaba, le urgía, una copa. Pero se negó, quería demostrar que podía con la sed del alcohol.

Matthew como abogado le mantuvo al tanto de los asuntos económicos. Incluso,el administrador les presentó el último inventario del año. No había malversión, ninguna deuda. Las cuentas estaban correctas.Tampoco, había problemas con los arrendatarios. Se les pagaban bien con el trabajo que hacían. También, le comunicó que tendría que organizar una fiesta para recaudar fondos para los menos favorecidos. Como cada año se hacía en la ciudad. Por desgracia, su padre murió hace dos años y esa fiesta se canceló. La tendría que retomar. Eso sería una tarea que más tarde se encargaría.

 — ¿Eso es todo? — preguntó al administrador este asintió.

 

— Puede marcharse — recogiendo los papeles y los guardó en el cajón del escritorio.

Matthew no se fue.

 

—¿Me creías que estaría incapacitado para hacer mi labor de duque? — no pudo evitar preguntar a su cuñado.

Cuando eran jóvenes no se cayeron bien, ahora se trataban con cordialidad. Claro, por Cassie.

 

—No, Julian. Aunque no lo creas, confiamos en ti.

Sus palabras le provocaron un nudo. No quería que lo hicieran porque no confiaba en sí mismo.

 

—Cassie espera que te pongas mejor para irnos una temporada a Brighton.

Ese comentario le hizo sonreír.

 

—Pues iros. No necesito ninguna niñera a las veinte y cuatro horas al día – se levantó intentando quitarse esa sensación molesta.

 

—Julian – negó con la cabeza —. Esperaremos...

 

— ¿A qué recaiga de nuevo? - le interrumpió y bufó ante la idea.

Es verdad que aún no estaba curado y, anhelaba saborear una gota de alcohol.

 

— Mira, me alegro que hoy has dado el paso de retomar tus tareas. Pero falta mucho esfuerzo para ganar la batalla que tienes por delante.

 

—No te preocupes. Yo mismo saldré de esta – se lo juraba él mismo.

 

— Matthew no dijo nada más y asintió, creyendo en su palabra.

 

No muy lejos de allí, Cassandra estaba revisando el correo junto con su hermana. Detuvo lo que hacía para mirarla. Sonrió viéndola jugar con su sobrino. Diane le hacía reír poniendo expresiones raras y ridículas en su cara.

 

—¿Dónde está tu esposo? — le preguntó su hermana y continuó leyendo las cartas que le habían enviado.

 

—Mmmm — sus mejillas se sonrojaron porque realmente no sabía donde estaba -. No lo sé. Estará dando un paseo

Cassie contuvo una carcajada.

 

—De acuerdo. Pero no te dé vergüenza al hablar de él.

 

—No me acostumbro – el pequeño se quedó mirándolas sin entender la conversación de mayores – el hecho de estar casada aunque haya pasado tiempo de ello. 

Cassie se apiadó de su hermana y dejó a un lugar la curiosidad. Tenía muchas preguntas que quería hacerle sobre su matrimonio pero se aguantó. No quería ver a su hermana cohibida con el tema.

 

— Vaya, parece ser que los señores Madison nos han invitado a una cacería en su finca. No me entusiasma la idea de tener que perseguir a un pobre animal. Sin embargo, habrá que ir – se encogió de hombros y cogió a su hijo -. No queremos dar la imagen de ser unos antisociales y maleducados.

Diane se imaginaba que también tendría que ir.

 

—Bueno, será dentro de una semana. Así podrás encargar un nuevo traje de montura.

La joven gimoteó porque no lo había pensado.

El día que vino la modista del pueblo, fue un infierno para Diane, y más cuando no podía moverse y se sentía amenazada por las puntiagudas puntas de los afilares. Cassie contuvo las ganas de reír. Para Diane no tuvo risa.

 

—Me estoy pensando en no ir a esa cacería – dijo para no caerse del aburrimiento.

 

— De todas formas, necesitas un vestuario completo – Diane temió que la modista estuviera de acuerdo. No podría soportar otra hora más en ese estado.

 

— No sé por qué te he hecho caso – pensó que debería haber a acompañado Dante a Londres. Así se había librado de esa infernal tortura.

 

— Estará bien. Además, está con Matthew – le dijo leyéndole el pensamiento.

Aun así, se preocupaba por él. Un pinchazo la distrajo de sus pensamientos.




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