No te amaré #2

Capítulo 12

Pero algo le impidió seguir... O más bien ella quien le detuvo. Diane le puso unos dedos sobre sus labios. 

—No puedo, Julian — dijo con un deje triste y se levantó, llevándose una mano a la boca. 

El hombre se sentía contrariado, en parte, decepcionado con la respuesta de ella. 

— Estoy casada. Al menos a mí, me importan los votos que di en la iglesia a mi marido.

La mención de él calentó la sangre de Julian. 

— Te puedo hacer una pregunta... —suspiró conteniendo las ganas de ir tras ella y besarla - ¿Quieres a tu marido?

Diane se giró más pálida aún y no pudo decir una mentira pero tampoco una verdad.

— No lo sé — alzó las manos al verlo acercarse a ella —. Julian, no tienes derecho de hacerme una pregunta así. No es justo para mí, ni para mi esposo.

Julian rechinó los dientes y no se dio por vencido. Desde hacía tiempo no se sentía así, con la adrenalina recorriendo por la sangre. El hecho que ella pudiera volver a quererlo lo mataba, porque quería que fuera así. Quería que lo amara como antes, que volviera a ser...  "Su Diane". Había sido un estúpido por perderla. Por sus decisiones equívocas, podría haber sido otro. 

—Julian, me destrozaste varias veces aunque no supiste mis sentimientos tiempo atrás. Pero creo que la oportunidad de lo que podría haber sido se acabó cuando te vi casándote en la capilla.

Eso dolía, como una estocada al corazón.

— Me gustaría poder remediarlo, Diane - la joven negó con la cabeza -. Entiendo que quieres respetar a tu esposo - no fue delicado en pronunciarlo con desdén -, pero no veo que estés siendo sincera con tus sentimientos.

—¿Mis sentimientos? —ella se rio sin ánimo de alegría —. No sabes nada de ellos.

—Entonces dime que no me quieres - dijo efusivo y acortó la distancia entre ellos —. Dime que no quieres saber nada de mí... 

— ¡No es tan fácil! Ahora no es como antes.

El hecho que no le contestara con "no" le dio alas a Julian. Intentó no presionarla, se daba cuenta que la joven estaba agobiada. No le iba a decir que lo quería en ese instante.

— No entiendes nada, no me puedes pedir nada ahora, Julian. ¡No! — estaba hecha un lío, estaba muy confundida. Porque no tenía claro si lo amaba o lo que tenía presente en el corazón era una ilusión que aún no se había ido de su pecho -. Te pediría por favor que te marcharas. Necesito descansar.

El encuentro de cierta persona, la conversación que había tenido con él la habían agotado mentalmente.

Julian asintió sabiendo que no podía pedirle más por aquella tarde, pero no se daría por vencido. Lucharía por ella aunque tuviera que romper ciertos límites.

— Diane  — la llamó antes de irse —. Aunque me has dicho que no, y lo respeto, no me impedirá que luche por ti.

Antes que ella pudiera responderle, Julian se marchó dispuesto en hacerlo.

Diane miró intranquila la puerta por donde se había ido. ¡Maldita fuera su propia estampa!, si no le hubiera dicho nada, si hubiera logrado mentirle quizás no estaría en ese instante entre dos aguas. Julian aún removía sentimientos del pasado. No podía eliminarlos de su pecho como le gustaría. Había sido muchos años queriéndolo, adorándolo y admirándolo. 

Sin embargo, ahora estaba hecha un mar de dudas. El pasado chocaba contra el presente. 

Se fijó en su alianza que brillaba más que nunca, recordándole que no estaba libre. 

¿Qué podría hacer? Dar un paso adelante y arriesgarse por aquello que desde adolescente había soñado, comprobar si sus sentimientos eran más profundos de lo que creía o dar una oportunidad a Dante, que cada vez más estaba más lejos de ella.

 

Dante, por su parte, no se había movido del sitio que estaba. Se había escondido detrás de un busto de una diosa romana. Incluso llevaba más rato. Había presenciado cómo el duque Werrington se marchaba de la habitación de Diane. Había escuchado a escondidas la conversación privada de su mujer y del hermanastro de esta. Podría haber retrocedido y haberse marchado de allí hacia el otro lado, donde estaba su alcoba. Respetando la privacidad de ellos. Pero las palabras de aquella mujer, más lo que había visto sus ojos días atrás le habían impulsado a dar ese paso...  Ojalá no lo hubiera dado. 

En esa conversación, su mujer le había confirmado sus sospechas. Aunque no lo hubiera dicho en voz alta, ni dado pie a Julian, sabía lo que sus palabras escondían. 

Su amor secreto y prohibido.

"No le será fácil arrancárselo del corazón. Aunque no lo veas, Diane tiene mucho sufrimiento guardado dentro. Por eso confío en usted, señor Caruso. Quizás, me equivoque pero creo que podrá hacerlo".




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.