No te amaré #2

Capítulo 27

 — ¡Ben! Ayúdanos — gritó el chiquillo que iba sosteniendo con mucho esfuerzo el cuerpo inconsciente del hombre.

Ben  salió de la barra con un bufido. Le había dicho al extranjero que no fuera hacia ellos que podría ser muy peligroso. Pero lo ebrio que estaba no le había hecho ni caso. Ahora se encontraba en esa situación. Los dos chavales estaban  sosteniendo apenas el cuerpo y se fijó...

— ¡Por las barbas de Merlín! — el hombre había sido herido y se notaba una macha fea en sus ropas— . ¿Dónde habéis tenido la cabeza para pensar que podríais ganar a los hombres de James? Por vuestra imprudencia, mirad lo que habéis conseguido.

Ally no se amedrantó ante su tono.  Sabía que habían hecho mal. Pero ellos no sabían que ese hombre iba a intervenir y, de paso, salvarles la vida.

— Lo sentimos mucho —  dijo Charles con el remordimiento aún corcomiéndole.

Ben agitó una mano quitándole hierro al asunto.  

— Venid —  menos mal que esas horas el bar estaba casi vacío y los camareros estaban limpiando las mesas —. A ver si podemos hacer algo para salvarlo. 

Ben tenía su casa encima de la taberna. Daba gracias a la divina providencia que cuando se acabó sus días en la mar, pudo hacerse con ese negocio y la casa. No era un lugar fino, pero se vivía cómodamente. Era la primera vez que dejaba pasar a los dos chavales y al herido a su casa. ¿Se le estaba perdiendo un tornillo? 

Miró a los muchachos, que vestían mal porque las ropas que llevaban les quedaban holgadas y grandes. Pero se veían limpios. Uno era más menudo que el otro, tenía una gorra rota que se dejaba caer por la frente ocultando sus rasgos. Le parecían mas bien rasgos afeminados que masculinos. No le era extrañar que fuera una chica aunque no dio indicios de ello. A los dos, los conocían como pequeños ladronzuelos. No lo hacían a menudo por suerte. Siempre que podía, les echaba una mano como aquel momento.

Lo dejaron en el sofá  con cuidado y Ben pudo comprobar la herida. Primero quitó lo que era parecido a un torniquete que los chicos habían hecho y levantó la camisa. No había sido un corte profundo pero podría ponerse feo si no le desinfectaba a tiempo.

 — Se pondrá bien, ¿verdad?

El hombre se rascó la nuca y miró a los chicos que lo observaban casi con ansiedad.

 — Sí —  vio el alivio en sus ojos. Incluso, Charles relajó los hombros. Había estado tenso esperando el veredicto. 

—  Pero hay que limpiar la herida. Id abajo y tráeme licor. Si no lo veis, preguntad a mis muchachos. ¡Rápido! — les demandó.

El extranjero yacía inconsciente aún. Ally se acercó y no tuvo pudor en ver cómo Ben le quitaba la ropa. Pero le era difícil, así que le pidió ayuda. 

La joven que iba disfrazada de chico no le dio vergüenza, había visto a Charles desnudo y a los chicos del orfanato cuando era una niña de nueve años. Pero no era lo mismo, tenía delante a un hombre que tenía el cuerpo bien esculpido. Casi no pudo apartar la mirada, la deslizó abajo y vio el corte feo que atravesaba la piel del costado. 

  —  No para de sangrar — temía que se desangrara.

  —  Ya estoy —  el pobre sostenía una gran botella pesada de whiskey.

Ben le señaló con la mano que se acercara. El chico destapó el tapón y se la dio al hombre que antes de echar un chorrón sobre la piel herida, tomó un largo trago.

— Ehh . ¿No es para limpiar la herida? —  le saltó Charles.

— ¿Quieres? —  Ally respondió por él.

— No, señor. Es pequeño —  consiguiendo que soltara un gruñido por parte de su amigo.

—  No lo soy. Soy más alto que tú   —  el hombre negó con la cabeza.  

Les dejó con su disputa  y volcó la bebida sobre el corte. 

El extranjero se removió pero no emitió ningún sonido.

  — Buscarme un trapo limpio —  Ally dejó de discutir y buscó un trapo. Encontró por suerte uno en la cocina, lo que se parecía eso a una cocina.

—  Toma, señor. 

 Limpió poco a poco y rezó para que se le cortara pronto la hemorragia. Se levantó y fue al botiquín que tenía guardado en su baño. Menos mal que tenía vendas. Nunca habría pensado en utilizarlas en esa ocasión. 

Una vez vendado lo dejó descansar en el sofá.

  — Os podéis quedar aquí. Tengo otra habitación desocupada.

Antes que Charles pudiera  decir algo como un "sí", Ally se le adelantó.

  — No queremos molestar.

—  De eso nada. Sabéis que los hombres de James volverán a buscaros, y no quiero más heridos por esta noche. Bastante habéis hecho.




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