No te amaré #2

Capítulo 37

Los agentes de Bow Street no les permitieron dejarles pasar a los calabozos. En uno de ellos estaba encerrada Ally. No quería imaginarse lo que estaría pasando entre rejas. Dante trató por todos los medios de hablar con el masgistrado pero no obtuvo respuesta porque no se encontraba en las oficinas. 

Diane intentó no temblar; aquella situación le recordaba que su madre estaba aún en la Torre de Londres. Recordarla no le hacía bien  aunque fuera su propia madre. 

   — Por favor. Debe haber un error. Ally no pudo robar las joyas del duque.

El policía que los estaba atendiendo no ayudaba de mucho.

  —   Tranquilizase  — le recomendó el agente  —. Me temo que no se podrá hacer nada hasta que  el magistrado dé una nueva orden.

  —  ¡Es inocente!  — Ben exclamó perdiendo la poca calma que había tenido  —. Si fuera que haya robado, debería dejarnos verla. 

— Hasta nuevo aviso, no se podrá hacer nada.

Con ese comentario los dejó marchándose para otro asunto. Dante no podía creerse de la suerte que estaba teniendo.

— Pensé...  — suspiró  y se dejó caer en un banco que había en el interior del edificio  — que no había robado las joyas.

— Lo lamento, Dante  —  dijo Charles.  No se sentía orgulloso  — . Ally estaba convencida que podríamos salir adelante vendiéndolas.

— ¡Era una idea de locos!  —  gritó Ben sin importarle montar un escándalo en la comisaría  —. Nosotros, o al menos yo, podríamos haberos mantenido sin tener que robar nada.

— Charles  — Diane le intentó calmar ya que estaba nervioso. Todos lo estaban  —. Ahora no es momento de lamentarse, ¿de acuerdo?

Dante los miró y esbozó una sonrisa. Diane era la única que estaba cuerda de los cuatro. Ben estaba que se subía por las paredes; Charles temblaba como una hoja y él... Estaba frustrado porque no pensaba que fuera la cosa tan difícil.

— Ally puede que esté bien  — prosiguió  —. No quería vernos preocupados.

Tenía razón. Sin embargo,  sabían la verdad. No era agradable estar en los calabozos.

— ¿Qué podríamos hacer?  — se preguntó  en un  desespero intento de buscar una solución.

— El agente ha dicho que hasta...

— Sí, Ben. Sé lo que ha dicho  — miró a su esposay una luz se le encendió en la mente  —. Tu hermanastro podía hacer algo. 

La joven tragó saliva intuyendo lo que su marido estaría pensando. No se equivocó.

— Creo que es hora de mantener una conversación con él.

 

Aunque Diane no estaba convencida que una charla pudiera solucionar el problema, se vieron presentándose en la misma casa del duque. Ben y Charles seguían estando en la comisaría esperando noticias nuevas.

 A esas horas, la mayoría de las luces estaban apagadas y podría ser que el duque se había ido a dormir o no estuviera en casa.

 Dante tocó  la puerta y un mayordomo les abrió. Se sorprendió al verlos a esas horas. 

    — Me temo que el duque no puede recibirlos — parecía ser que tenía prohibido entrar.

Los dos entraron  haciendo caso omiso al comentario del mayordomo aunque intentó que desistieran.

  — Señora, entiende que el duque no se encuentra...

—   Déjalos pasar  — el duque apareció arriba, asomándose por la escalera principal  —. No pasa nada.

Julian bajó las escaleras hasta quedar enfrente de ellos. No los saludó; sino que se quedó mirándolos fríamente.

  — Es una sorpresa tener el matrimonio feliz en mi casa. ¿Acaso queréis restregarme vuestra dicha enfrente de mi cara?

Diane inspiró fuertemente. Se notaba que no estaba contento de verlos.

— No, no es nuestra intención  — Dante no estaba dispuesto a pelearse con él  —. Si no fuera porque el asunto es urgente no estaríamos aquí.

— ¿Por qué tendría que escucharos?  —  se cruzó los brazos, mostrándose más distante con ellos.

— Julian  —  Diane lo llamó por su nombre cosa que escoció al propio al aludido.

— Ya no tienes el derecho de llamarme así. No voy a escucharos, así que marcharos.

Le dolió ver en su propia casa las miradas cómplices que se intercambiaban entre ellos. Se le subió la bilis.

—  Estás enfadado  — su hermanastro le envío una mirada advirtiéndole que no siguiera  —. Lo sentimos mucho. No queremos herirte...

— No me hacéis daño  — eso  quiso creer y mostrarles.

—   Entonces, no seas rencoroso. Necesitamos que levantes la denuncia que has interpuesto contra Ally.

¿Quién era Ally? 




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