No te amaré #2

Epílogo

Incluso cerrando los ojos, podía sentirlo cerca de ella. 

La brisa jugueteó con sus mechones sueltos igual que los dedos de su marido hacían. 

Había fingido dormirse esperando como la princesa durmiente un beso verdadero la despertara. Pero ese beso se hizo de rogar. 

Abrió los ojos topándose con los de él.

    — Pensaba que  estarías dormida  — dijo sabiendo que no era verdad.

Ella hizo una mueca graciosa y se acercó para besarlo. No sin antes de decirle:

— Estaba esperando mi beso, mi caballero andante  — se irguió hasta quedarse sentada sobre el mantel de cuadros. 

Su marido y ella habían preparado un picnic como aquella vez cuando dieron rienda a sus sentimientos. Habían vuelto a Devonshire por petición de su hermana Cassandra. Ambos intuían que era para reunir a todos de la familia y poder dar un nuevo comienzo Aún Julian no había aparecido y no sabían si aparecería después que levantara la denuncia hacia Alice y se produjera el divorcio. De ello había pasado seis meses.

— ¿Tu caballero?  — le hizo gracia el apelativo de su mujer  —. Entonces, ¿tú serías mi damisela en apuros?

— Puede  —  le prodigó de besos por el rostro, imprimiendo su amor en cada uno de ellos  — . Pero esta dama nunca estuvo en apuros. Sólo le faltó algo para darse cuenta a quién no creía amar, lo amaba desde que lo conoció. 

Le besó con todo el amor  que sentía. 

Era la mujer más dichosa y todo lo hacía el amor que sentía hacia su marido. Por supuesto, su amor hacia ella aunque, en un principio, creyó no merecer. Gracias al destino, Alice y Charles habían pasado a ser hijos adoptivos. No habían creído tener esa suerte y más teniendo en cuenta los antecedentes de los muchachos. Había sido un proceso tedioso pero finalmente le habían podido darles unos apellidos y un hogar.  Aunque Charles se había adaptado fácilmente su nueva vida, no se podía decir lo mismo de Alice que estaba más rebelde y le costaba acatar las normas de la sociedad. Pronto tendría que ingresar a un internado, cosa que podría traerles más de un dolor  de cabeza. Pero no había más remedio que hacerlo. Era la condición que le había dado el duque Werrington a cambio de su libertad. 

Lo que no se imaginaba Dante que pronto su vida familiar se ampliaría porque un nuevo integrante llegaría dentro de siete meses. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.