Había pasado un año desde que Mónica Valentini había muerto y era un fantasma, ella usaba su dije con una piedra de lapislázuli alrededor de su cuello cuando quería aparentar ser una humana, pero cuando no, simplemente se lo quitaba y lo guardaba en el bolsillo de su pantalón para ser invisible.
Ella vivía en Colonia (Alemania) junto a su pareja, Christopher Mack, y también iban a cumplir un año desde que iniciaron su relación. Las cosas habían estado tranquilas desde que destruyeron a Félix, ya el arcángel Gabriel no los había contactado más; ella se sentía “normal” a pesar que se quitaba el dije cada cierto tiempo.
Ya habían comenzado las vacaciones, por lo que Christopher y Mónica habían decidido quedarse un tiempo en Venosa. Dormirían en una misma habitación, ya que así lo hacían cuando estaban en Colonia.
Ellos ya tenían un día allá, por lo que, en la mañana del día siguiente, decidieron salir a caminar por el parque del pueblo llamado “Villa Comunale”, Mónica usaba una peluca y lentes para ocultarse.
— ¿Qué te parece el parque de Venosa?
—Me encanta, es lindo, pero más bonito es el Rheinpark. —Le dijo Christopher únicamente para molestarla. Sabía que, a pesar de haber estado viviendo en Colonia durante un año, su lugar favorito era Venosa.
Mónica le dio un leve golpe en su hombro haciendo que Christopher comenzara a reír.
— ¡Oye! Este parque es más bonito que el de Colonia.
Christopher le besó su mejilla y siguieron caminando con Mónica por unos minutos.
— Chris, quisiera visitar mi tumba y la de Natalia, tengo tiempo sin ir. —Le dijo Mónica, la última vez que habían venido, fue para celebrar su cumpleaños de Mónica, el 4 de mayo (aunque ella no lo vio necesario pero Christopher le insistió en ir).
—De acuerdo, iremos. —Le respondió, Mónica decidió quedarse callada, no quería hablar hasta que llegaran.
Unos minutos después llegaron al cementerio, caminaron hasta conseguir la lápida Mónica. Ella colocó una mano sobre esta y puso una rodilla en el césped.
—No puedo creer que ya se esté cumpliendo un año de mi muerte, aún recuerdo ese día como si hubiera sido ayer. —Dijo Mónica cerrando sus ojos.
“— ¡Mónica, despierta! —Gritó Natalia desde la oscuridad, Mónica abrió sus ojos y aun así no logró ver nada.
— ¿Natalia? ¿Dónde estás? ¿Estás bien? —Preguntó Mónica mientras trataba de mover sus dedos para así esperar tocar a Natalia, pero no podía sentirlos, no podía sentir su cuerpo, lo único que sentía era como algo le atravesaba su abdomen.
— ¡No lo sé! ¡Tengo miedo, Mónica! ¡No quiero morir! ¡No siento mi cuerpo! —Gritó Natalia comenzando a llorar.
—Espera…me estoy comenzando a sentir mareada…creo que…voy a...—Dijo Mónica antes de sentir como la oscuridad se apoderaba de ella, lo último que escuchó fue a Natalia llamarla desesperada y cómo lentamente se fue apagando hasta solo sentir silencio a su alrededor.”
—Y de la muerte de Natalia…— Dijo Christopher. Sabía lo importante que era Natalia para Mónica. Aunque nunca la conoció, no le hizo falta para saber que era muy allegada a su pareja.
Mónica suspiró y se levantó lentamente. —A veces la extraño, no sabes cuánto deseo que estuviera aquí.
Christopher la abrazó por la cintura y ella colocó sus brazos alrededor de su cuello. —Sé que nos hubiéramos llevado muy bien. —Le dijo mientras acercaba lentamente su rostro al de Mónica. Pero antes de besarse, ella comenzó a sentir un fuerte dolor de cabeza y se apartó.
— ¡Ah! —Gritó colocando su mano izquierda sobre su frente mientras cerraba sus ojos.
— ¿Mon? ¿Qué te ocurre? —Le preguntó colocando su mano en su espalda.
— Yo…—Y antes que Mónica pudiera responderle, la oscuridad la dominó.
—…
—…
—…
Mónica estaba acostada en un piso que parecía transparente; apenas recuperó la visión se comenzó a levantar reconociendo al lugar.
—Hola Mónica, es un placer volverte a ver luego de tanto tiempo. —Le dijo el arcángel Gabriel mientras bajaba por unas escaleras.
— ¿Qué hago aquí?
El arcángel se detuvo a pocos pasos de donde estaba Mónica y la miró a los ojos.
—Quiero decirte que Natalia está viva. —Al escuchar eso, ella abrió sus ojos asombrada, desde que Natalia murió, deseaba con muchas ganas que ella estuviera viva, de verla, de pasar tiempo con ella. Tantas cosas que quería hacer pero creía que nunca más la volvería a ver. —Y quiero que vayas a buscarla, rápido.
Mónica duró unos pocos segundos para responderle y colocó sus manos alrededor de su cintura. — ¿Dónde está ella?
—En las afueras de Venosa, cierra los ojos, ya vas a despertar.
Mónica cerró sus ojos y sintió como una luz blanca pasaba desde su cabeza hasta sus pies. No le quiso preguntar más nada al arcángel, estaba pensando en encontrar a su vieja amiga.