Christopher, Mónica y Natalia se encontraban a las afueras de Venosa sentados sobre unas bancas, Christopher al lado de Mónica y Natalia en la esquina esperando que su amiga hablara.
—Nosotras estábamos...nosotras morimos, Natalia, un arcángel me dijo que moriste, no me quería decir donde te encontrabas. Yo reviví y me convertí en fantasma, no me costó tanto adaptarme a serlo, porque sentía que seguía siendo yo, a pesar de estar muerta, mi familia se enteró, recuerdo que llegué a visitar el sitio donde estaba enterrado tu cuerpo, decidí irme a Alemania, allí conocí a Christopher. El arcángel me había dicho que tenía una misión, y la misión era destruir a un hombre que creó un demonio, lo destruimos, y hemos tenido un año tranquilo. —Dijo Mónica tratando de resumirle lo más rápido posible a su amiga, Natalia comenzó a tocar su dije y se levantó.
—Yo estuve en mi casa, me quité el dije, se encontraban mis padres y mi hermano, ninguno me vio, y quisiera que no se enteraran, los extraño pero…no quiero que vean en lo que me he convertido. —Mónica se levantó y cuando pensaba en abrazar a Natalia, ella dio un paso hacia atrás. —No, no te acerques, tú podrás haber aceptado que eres esto, pero yo jamás lo haré Mon, eso que vivimos…yo no quería volver a la Tierra, yo no quería volver aquí, yo era feliz donde estaba. Mi vida acabó cuando caímos por ese precipicio, yo no quiero esto, ni jamás lo querré. —Ella pensaba en quitarse su dije pero antes de hacerlo, se acercó a Christopher. —Espero que disfrutes tu vida con ella, es una gran persona, no la dejes ir. —Le dijo para quitarse el dije, guardarlo y comenzar a volar cuando estaba desapareciendo, pero Mónica no se iba a quedar tranquila, después de haber recuperado a su mejor amiga, no la dejaría ir tan fácilmente.
—Vengo en un rato. —Le dijo Mónica a Christopher. Ella, al igual que Natalia, se quitó su dije y lo guardó en su bolsillo desapareciendo, Christopher suspiró y decidió caminar, ya se había acostumbrado en cierta forma que Mónica se quitara el dije y desapareciera.
Mónica voló por aproximadamente una hora. No podía ver a Natalia por ningún lado, esperaba que ella se hubiera puesto su dije, ya que así la encontraría; no sabía por qué Natalia actuaba así, creía que lo iba a aceptar de otra manera, como ella lo había hecho hace un año.
Natalia voló hacia el precipicio, se colocó su dije y luego se puso a recordar cómo habían sido los momentos antes de su muerte, recordó como había sido su vida días antes de morir y lo que ocurrió estando en el paraíso, lo extrañaba y en cierta forma se arrepentía de haberle dicho que si quería volver al arcángel Gabriel, se preguntaba si había alguna manera de volver a hablar con él para que la regresara a donde estaba.
Mónica, al ver donde se encontraba Natalia, se sentó a su lado y se puso su dije. —Es lindo, ¿no crees? El ver esto, me encantaría sentir como el viento pasa por mi cabello o mi rostro, no siento nada, siento, y a la vez no siento, ¿no te pasa así, Natalia? —Le preguntó, Natalia bajó su mirada y vio sus piernas, logrando también ver a través de ellas.
—Yo fui muy tonta al volver acá, no debí hacerlo, Diego es feliz sin mí, ya todo ha cambiado, nada es igual, quiero volver a donde estaba, el recordar lo que pasó, lo que nos pasó…Tú puedes aguantar el estar viviendo entre los vivos, ¿Cómo haces para no recordar que estás muerta? ¿Te adaptaste así de rápido?
Mónica se quedó callada durante unos segundos, recordaba cómo habían sido sus primeros momentos al ser un fantasma. A ella le emocionaba serlo, se había sentido más viva que nunca, no le importaba el tener poderes, aunque le gustaba tenerlos, el volar, el ser invisible. También el haber conocido a Christopher la ayudó a aceptarse mucho más rápido, a él no le importaba si era humana o fantasma, la quería porque se sentía feliz y a la vez completo; Mónica quería que Natalia se calmara y comenzara a aceptarse, aceptar lo que era en estos momentos.
—Porque me acostumbré desde el comienzo, me sentí más viva que nunca, le conté a mi familia lo que había pasado, luego me fui a Alemania, allí conocí Christopher, después fuimos a Colonia, y bueno…lo demás es algo largo de contar. —Dijo Mónica riendo, no pensaba en contarle todo lo que había pasado en ese momento, porque creía que Natalia se sentiría peor, aunque sabía que lo que dijera posiblemente no lo mejoraría.
—Debería irme, me encanta Venosa, pero ahora no quiero estar aquí, irónicamente, necesito un poco de aire. —Dijo Natalia quitándose el dije para luego comenzar a volar, Mónica vio como Natalia desaparecía y decidió volver con Christopher, pensaba en explicarle todo lo ocurrido cuando lo viera.
Unas horas después
Natalia voló durante horas hasta llegar a Herculano, una ciudad que se encuentra al sur de Italia, ella había ido cuando tenía ocho años, y desde entonces, había quedado maravillada con la ciudad; ya estaba anocheciendo, por lo que comenzó a caminar por la Casa de los Ciervos. Aunque era muy antiguo, quería dormir allí, pensaba quedarse durante unos días, quizás, durante unas semanas. No pensaba en volver a hablar con Mónica, pero deseaba hablar con quien la regresó a la vida para que la devolviera al paraíso.
Natalia vio a una pareja de enamorados caminar por allí y dio un suspiro, sabía que ellos no podían verla, pero se imaginaba si ella y su último ex novio, Fabrizio, estuviesen caminando por allí, estando ella viva.
Un recuerdo fugaz apareció en su mente, y no pudo evitar sonreír.