Christopher fue a buscar a Mónica a las afueras de Venosa y al verla, se asombró, estaba sentada en el pasto, tenía muchas heridas en su rostro, como si acabara de tener una pelea, ¿no se supone que los fantasmas no sangraban? Cuando Mónica lo vio, se levantó haciendo una mueca, él corrió acercándose y la observó mejor fijándose bien de las heridas.
— ¿Qué te ocurrió?
—Natalia. —Murmuró Mónica. —Ella fue la que me hizo esto, el demonio la engañó e hizo que me tuviera odio, necesito descansar, ¿me puedes cargar? Me duele tanto el cuerpo que no puedo ni caminar, después te explicaré todo, te lo prometo.
Christopher asintió, la cargó y Mónica acostó su cabeza sobre su pecho, cuando él comenzó a caminar, ella lo miró a la cara.
—Espera, tengo que quitarme el dije, no tengo la peluca y los lentes, me pueden reconocer. —Mónica se quitó el dije desapareciendo lentamente, Christopher seguía sintiendo el peso de su cuerpo.
—Es la primera vez que te cargo siendo un fantasma. —Le dijo susurrando mientras comenzaba a caminar.
Mónica río y se acomodó mejor en sus brazos. —Es la primera vez que me lastiman a tal punto que no puedo caminar.
Christopher rió y siguió caminando, algunas personas lo miraban por como tenía sus brazos, parecía que estaba cargando algo, pero él no les hizo caso y en pocos minutos, llegó a la casa de Mónica, ella se bajó cuando él entró, Mónica se puso su dije y se tocó su labio sintiendo dolor, las heridas seguían allí.
La madre de Mónica escuchó que abrían la puerta y cuando se acercó, vio a Mónica lastimada, se acercó a ella y la miró con asombro.
— ¿Qué te ocurrió? —Le preguntó preocupándose.
Mónica comenzó a caminar lentamente y miró a su madre. —Voy a descansar un rato, cuando despierte, les contaré todo. —Ella se fue a su habitación y se acostó en su cama, aún sentía que su cuerpo dolía, por lo que cerró sus ojos intentando dormirse por un rato.
Al día siguiente
Mónica durmió toda la noche, cuando se despertó al día siguiente por la mañana, tocó su rostro, las heridas habían desaparecido y ya no tenía dolor, por lo que se levantó y fue a la cocina, se encontraban Christopher y su madre desayunando.
—Buenos días. —Dijo sentándose al lado de su pareja.
—Buenos días, ¿Cómo te sientes? —Le preguntó su madre.
— Siento como si nada hubiera pasado, no tengo dolor y las heridas desaparecieron.
Christopher siguió comiendo, luego se levantó, lavó su plato y se fue dirigiéndose a la sala dejando a Mónica extrañada por su comportamiento, ¿qué le ocurría?
—Ayer estuvo muy preocupado por ti, iba a tu habitación cada hora para ver como seguías. —Le dijo su madre al ver la cara que ponía su hija. —Ambos lo estábamos, tu padre se enteró al llegar del trabajo y Christopher llamó a Elizabetta para contarle, tú sabes que desde que se fue a Roma hace una semana con sus amigas, no ha querido contestar el teléfono, se sorprendió al enterarse lo que te había pasado, bueno, al enterarse que estabas herida, porque no nos has contado lo que ocurrió.
Mónica se levantó y fue a la sala, Christopher se encontraba sentado leyendo el periódico.
— ¿Podemos hablar un momento en mi habitación? —Le preguntó Mónica parándose a su lado, Christopher asintió, caminaron hasta su habitación, Mónica cerró la puerta, ella se sentó en su cama mientras que Christopher se sentó en una silla. —Lo siento si te preocupé ayer, ya me contó mi madre.
Christopher dio un suspiró y echó su espalda hacia adelante mirando a Mónica.
—Estabas muy lastimada, y no creí que como fantasma pudieran herirte, ¿Cómo que Natalia fue la que lo hizo? Necesito que me expliques bien lo que ocurrió, Mon.
Mónica asintió y se acomodó mejor en la cama, le contó todo lo que había ocurrido desde que se encontró con Natalia hasta que ella lo llamó.
—Eso fue lo que ocurrió, mi alma se llenó de oscuridad por la muerte de Fiorella, pero ya no voy a seguir permitiendo eso, poco a poco recuperaré la luz que durante toda mi vida he tenido, dejaré el odio y el rencor a un lado, Fiorella no murió por nada, lamento haberte tratado así, no quería alejarte. —Dijo Mónica para luego bajar su rostro y cerrar sus ojos.
Christopher se sentó a su lado, le agarró su rostro levantándolo y le comenzó a acariciar lentamente su mejilla. —Discúlpame a mí por haber sido tan idiota y no darte el espacio que necesitabas, por no haber querido comprender que la muerte de Fiorella te afectó tanto como a una persona viva, no me gustaba el verte sufrir y sentirme tan…impotente, sin poder hacer algo para que mejoraras.
Mónica sonrió y volvió a cerrar sus ojos. —Gracias por preocuparte por mí. —Le dijo susurrando, Christopher comenzó a acercar su rostro y cuando sus labios estuvieron a punto de rozarse, se detuvo.
—Espero que esta vez no te alejes. —Le dijo Christopher riendo, Mónica río, se sentó en las piernas de Christopher y colocó sus brazos alrededor de su cuello.
—No pienso hacerlo. —Le dijo pegando su frente con la de su pareja, ellos comenzaron a besarse lentamente, Christopher colocó sus manos en la espalda de Mónica pegándola un poco más a su cuerpo, se besaban con tranquilidad, como si hubieran estado un largo tiempo separados y estaban recordando lo que sentían al besarse, recordando la paz que sentían al estar juntos, evitando que cualquier pensamiento o preocupación apareciera por sus mentes, por primera vez en mucho tiempo, sentían eso, y esperaban que ese momento, durara más de lo que pensaban, antes de enfrentarse por última vez, a Natalia.