Zoey
Bélgica.
Tres meses después…
—Estoy esperando a la guía turística. —Le conté a Kira mientras esperaba fuera de la puerta enrejada de seguridad de ingreso al castillo Darkow.
Estaba todo rodeado por una imponente muralla así que no podía ver demasiado.
Gracias a todos los santos no estaba sola, había otras personas de nacionalidad japonesa en una camioneta de una empresa de viajes, esperando por lo mismo.
Mi auto de alquiler estaba al lado.
—¿Este es el último y vuelves? —Estuve tres meses planeando este viaje, había leído muchas veces más el último libro de Arthur Dark y más segura estaba que era mi historia la que se contaba allí, no la del pasado obviamente, sino la del presente.
En el libro el protagonista casualmente conoce a una empleada de librería llamada Sarah, y entre capítulos de la historia de estos dos protagonistas, idéntica a la nuestra, relataba en paralelo la historia de sus antepasados que sucedieron aquí en Bélgica.
Y yo sentí la necesidad de venir aquí, el tema es que nunca hablo de un castillo en específico, así que los visité, a todos.
Este era el último en mi lista, y después de aquí volvería a Nueva York antes que comience a nevar, que es cuando esperaba volver a encontrar a Cameron.
Y por supuesto darle una patada en las pelotas por irse de esa manera.
—Sí, tengo el vuelo reservado para el domingo. —Hoy era viernes, pero antes de volar de regreso quería pasar un día completo en Bruselas paseando por la ciudad.
—Te extraño, Zoey. —Hacía muchos años que trabajábamos juntas, éramos prácticamente como la única familia la una de la otra.
—También yo, Kirita. Gracias por acompañarme en esta, el lunes nos vemos. —En ese momento llegaba la guía turística en un todoterreno—. Ya llegó la guía te llamo cuando esté de regreso en el hotel.
—Ok. Nos vemos, te quiero. —Le dije las mismas palabras y corté.
Guardé mi móvil en el bolsillo luego de ponerle silencio, en este castillo estaban prohibidos los celulares.
—Buenas tardes, disculpen la demora me llamó el dueño para recordarme la prohibición de celulares. —Nos habló en inglés y espero que todos asintiéramos—. Podrían por favor ponerlo aquí dentro, se los devolveré a terminar con la guía, en una hora. Este castillo no suele estar disponible para guías, excepto cuando él está, por una cuestión de seguridad, hay muchas piezas de valor incalculable. —Otra vez espero que todos asintiéramos—. Bueno, vamos.
Ella se acercó a la puerta y marcó un código de seguridad, inmediatamente las puertas se abrieron y la guía lideró el camino, nosotros la seguimos por detrás oyendo lo que relataba.
—El Castillo Darkow se remonta a la Edad Media, fue una fortaleza construida por el Conde Ansamir Darkow para su esposa Claire antes de casarse en 1387. Durante la guerra del 1500 un ala fue totalmente destruida y recién cincuenta años después pudieron conseguir las mismas piezas arquitectónicas y reconstruirla. —Observaba cada detalle que la guía explicaba. Si bien estábamos a finales de otoño a semanas de comenzar el invierno, el frío gélido que sentía no era normal para esta época, el cielo antes que estaba soleado ahora estaba gris y amenazaba con largarse a llover en cualquier momento—. En 1789 el Conde Arthur Darkow contrajo matrimonio con la Condesa de Countigton, lo que se comenta a través de la historia es que una mujer se suicidó delante de los jóvenes esposos recién casados y luego de eso el Conde Arthur Darkow desapareció. Cómo no había herederos directos del conde un sobrino se hizo cargo del castillo y hasta la fecha son familiares de ese sobrino en línea directa, aunque por supuesto son la realeza y no tienen contacto con nosotros los plebeyos. —Ella se rio y el contingente japonés también.
Yo no, porque estaba en el mismo castillo donde Arthur Dark había escrito su último libro, y aunque no lo pretendía, me estaba dando escalofríos estar aquí.
La guía siguió relatando todo lo que a arquitectura se refería hasta que entramos dentro del castillo y en el momento que puse un pie dentro del lugar sentía que me encontraba en un mundo paralelo, como si me golpearan en la cabeza imágenes, sonidos y olores de otra época.
Yo estuve aquí, lo sentía en la piel, en la mente, lo sentía en cada fibra de mi ser.
—Como notarán el interior se asemeja a una residencia típica del siglo XV. Cuenta con muchos objetos originales e invaluables, la sala principal con pinturas y murales de Sanders Vublé y un techo cubierto por frescos de Louis XV, en la capilla que ya la veremos más tarde predomina el estilo regencia y tiene un altar barroco que es mi favorito de toda la estancia, aunque como les comenté antes tiene en su historia una macabra leyenda. —Cada vez sentía más frío, me acerqué a la calefacción y estaba encendida—. Las habitaciones están prohibidas, pero les puedo comentar que allí se conservan los muebles antiguos originales de Luis XV. —Me acerqué a una vitrina donde había unas tacitas de té diminutas. ¿Qué tomaban un sorbito nomás?—. Aquí hay un fresco del último conde del castillo, Arthur Darkow.
Me había quedado detrás así que caminé con rapidez hasta que doblé en la esquina hacia la habitación donde estaban los demás.