Cincuenta años después.
—Hola, mi nombre es Arthur y tengo siete años. —El niño se paró delante de la clase con un libro en la mano mostrándole a todos sus compañeros—. Mi superhéroe favorito era mi bisabuelo Cameron. Él era un profesor de historia en la universidad de Bruselas. Las mejores historias sobre las cruzadas, la creación de los pueblos, los reinados y la construcción de los grandes monumentos me las ha contado él. Él escribió muchos libros, y este que tengo aquí —"No te enamores de Arthur Dark" se leia en la portada—, fue el único en el que le ayudó mi bisabuela Zoey. Ella tenía una librería en Bruselas, se la regalo a mi abuela que se jubiló y vive aquí en Nueva York con mi papá, mi mamá, y conmigo. Ella tiene un club de lectura. —El niño sonrió cuando su maestra lo miró para qué le dejé el lugar a otro—. Extraño mucho a mi bisabuelo.
—Gracias, Arthur, por contarnos tu historia. —La maestra del niño acarició su cabello y lo acompañó a su asiento.
Sabía que sus bisabuelos habían fallecido hacía poco tiempo y el niño estaba taciturno por su pérdida.
Cuando llegó el mediodía el timbre de fin de clases sonó, todos salieron de sus aulas a tropel, ya que las próximas vacaciones de Navidad los tenían a todos entusiasmados por irse.
El niño tomó su mochila y también salió corriendo hacia la salida donde lo estaba esperando su abuela Sarah.
—¡Abueeee! —Gritó el niño.
Su abuela se inclinó y lo abrazó.
—¿Cómo te fue hoy mi niño? —Le quitó la mochila.
—Bien, tengo hambre. —Manifestó el niño tocándose la pancita.
—Entonces vamos a ir por unos muffins y café con leche. ¡Abrígate bien! —Ambos salieron del colegio hacia la nevada acera.
—¡Me encanta la nieve! —Abrió la boca y cazó un copo con la lengua.
—A mi papá también le gustaba la nieve. —Dijo la anciana.
—Cuéntame abuela como se conocieron tus padres. —Pidió el niño que iba a los saltitos sobre los montículos blancos.
—¿Otra vez, Arthur? —Él asintió.
Ella suspiró emocionada y comenzó a hablar.
—Tus bisabuelos se conocieron en una librería aquí en NY, pero mucho antes de eso se habían visto infinidad de veces a lo largo de los años. —La anciana le contó una vez más a su nieto una historia que atravesaba los mares, los continentes y décadas de amor que tuvo su final feliz, con dos hijos, tres nietos y muchísimos años juntos hasta que la vejez los hizo partir a otro plano casi al mismo tiempo.
Fin.