«Debo encontrar una verdad, que sea verdad para mi.» Søren Kierkegaard.
Okey, enterrar una mascota en un parqué quizá fue mala idea ¿Quien diría que había tanta gente chismosa?.
Resulta que alguien observo como llevábamos una pala, manchas de mermelada en las sudaderas que parecían sangre y al oírnos hablar de un cadáver creyó que eramos asesinos en serie, así que llamó a la poli.
Hay que ver la imaginación que tienen las personas para inventarse cada cosa.
A eso le derivó otro problema, la madre de Jean le prohibió hablar conmigo, me concideraba mala influencia para su bebé.
Nos veíamos por los pasillo, sentía su mirada sobre mí cuando salía de clases o iba a la cafetería, pero ya no pasábamos tiempo juntos.
Realmente era como un niño pequeño al que su mamá sobreprotegia mucho. Mordisqueaba una oreo y pensaba en lo tanto que a él le gustaban.
Deseaba ser una oreo para gustarle tanto a Jean como la galleta.
Mi móvil zumbo y la pantalla se iluminó, un nuevo mensaje.
«Hola pendeja.» Solo una persona tenia suficiente valentia en el mundo para llamarme así, Kamil.
«¿Qué?» Kamil respondió al toque.
«Hay un concurso de dibujo, vienes?» Era obvio que íbamos a perder, pero había que intentarlo, después de todo la peor lucha era la que no se hacía.
En resumen sí, perdimos, pero el premio de consolación era pizza así que no nos fue tan mal.
El tema era sobre videojuegos, y eso me dio una idea.
Comencé a pasar horas jugando con Jean, su personaje ya era de lvl muy alto y el mío una absoluta escoria.
Rete a un pollito a un duelo y el pollito acabó conmigo de un solo picotazo, Jean paso días riéndose por eso.
Quien diría que un pollito podía ser tan peligroso.
Así pasaron los días y yo intentaba aferrarme a esos momentos de felicidad.
—Acércate, tengo dulces — Jean soltó un chillido para nada varonil.
—Suenas como una pervertida— frunció el ceño.
—Sabés que soy un Angelito —Pestañee coquetamente y soltó una carcajada sarcástica.
—Un angelito caído del cielo a escobazo limpio— Se había cortado el pelo y ya no le caía de forma despeinada sobre la frente.
—Estas muy wapo— Moví las cejas de forma insinuante.
—Lo sé, estoy violable— Lo recalcó con media sonrisa.
La brisa soplaba fuerte, como quien soplaba un diente de león queriendo que su sueño se cumpla.
Nos recostamos en el césped a mirar las nubes. La mano de Jean rozo la mia tímidamente y se quedó inmóvil, mi corazón de pronto iba más rápido.
Entrelace su mano con la mía y así el tiempo parecia detenerse o relentizarse.
—Me pico una hormiga — se quejo Jean.
—Sip, te entiendo, a mi me acaban de picar dos en el cuello— y creo que una aún seguía mordiendome.
—A mi me pico en una nalga— no pude soportarlo y me reí. Esa hormiga era mi idola.
El divorcio de mis padres al parecer no era algo tan rápido, así que las peleas iban en aumento sobre quien se quedaría con qué.
Por suerte mi hermana y yo pase a no ser mayores de edad éramos lo suficientemente adultas para elegir con quien quedarnos.
Mi madre no era ni la sombra de lo que había sido, parecía un cascarón vacío que en cualquier momento se rompería por completo.
Intentaba abrazarla y consolarla lo más que podía, sin embargo era inevitable preguntarme si volvería a estar viva, si volvería a ver sus ojos brillar una vez más.
Mi hermana comenzó a encerrarse en su cuarto y fue volviéndose más hostil con el paso del tiempo.
Y yo, para compenzar la situación intentaba verle el lado bueno a todo, el lado brillante ¿Y si no había? Lo pulia hasta que brillara.
Sin embargo las notas del colegio eran otra cosa y mi promedio empezaba a irse a la cochinchina.
Me preguntaba que cara ponían los profesores al ver mis pruebas, si ya les perreaban los párpados del estres o se reían, o si por el contrario les daba igual.
Cada vez faltaba menos para Navidad, sin embargo habían personas que desde septiembre ya habían puesto su arbolito, no era mi caso.
las personas comenzaban a regalar chocolates y yo contaba los días para las vacaciones, que pase a ser cortas eran necesarias.
También tenía otro problema, mi mamá había comenzado a hacer planes de mudarnos, muy, muy lejos.
Pensar en dejarlo todo me daba igual, era una oportunidad para empezar de cero, sin embargo tenía un sabor agridulce. No quería dejar a Jean.
Así pues, tenía que aprovechar todos los días restantes con mis amigos. El problema era que ellos sí estaban ocupados.
Por eso no me esperaba que llamarán para invitarme a un concierto de Tathiana de fin de año, iríamos todos y nos encontraríamos allá, ese era el plan.
El día del concierto no sabía que me estaba arreglando para ir directo a una trampa. Una trampa planeada con premeditación, maldad y alevosía.
Al llegar, el lugar estaba repleto, llame a mis amigos uno por uno y ninguno contestaba, me habían dejado plantada. Intenté buscar a Logan, pero tampoco estaba por ninguna parte, quizá en ese momento debí haber sospechado, pero era idiota ¿no se los dije al principio?. Marque por último el número de Jean.
—¿Hey? — se oía la misma música de fondo que dónde yo estaba.
—Hey, tus amigos me invitaron a un concierto pero aún no los veo y creo que me perdí.— La voz de Jean se oía preocupada.
Mi boleto decía primera fila, e imaginaba que el de él también.
—Estoy yendo hacía donde ti— Moverse entre tantos adolescentes no era nada fácil.
—Creo que te estoy viendo, te queda muy bien ese vestido negro.. Aunque esta corto.— Se sonrojo.
Mis mejores amigos me habían tendido una trampa y a Jean también. Estábamos en una cita sorpresa.