No te enamores de Jean

Capítulo 12

  Mire a mi alrededor, la poca luz venía de la luna y podía ver las estrellas brillando intensamente. Llevaba una bata de seda que apenas me cubría y hacía mucho frío, estaba descalza, así que podía sentir la tierra en mis pies, ¿Dónde estaba? ¿Era segundo árbol a la derecha o tres a la izquierda? Definitivamente estaba perdida. 

El sonido del viento pasando entre los árboles era un poco aterrador estando sólo ¿Donde estaban los demás?. Intenté hacer memoria, se supone que estaba en una excursión ¿Y luego?. 

Oi a alguien llorando leve y decidí investigar aunque irónicamente apenas había dado unos pocos pasos antes de tropezar con algo que soltó un quejido. Lo mire, estaba rodeando sus piernas con sus brazos mientras temblaba, se tomó unos pocos segundos antes de alzar la cabeza y mirarme, podría haber reconocido esos ojos en cualquier parte. 

—¿Jean? —Se me aceleró el corazón, por alguna razón podía sentir su dolor, me arrodille a su lado y lo abrace — ¿Que sucede? — Me rodeo con sus brazos y lloro sobre mi hombro, parecía un niño perdido. 

Estuvimos abrazados un rato oyendo la brisa que ahora no sonaba tan aterradora, me alegraba haberlo encontrado, sin duda habríamos muerto de frío de lo contrario. 

—Hay que volver, Jean—Me levante y le tendí la mano, tenía un pie un poco dormido. 

Tomó mi mano y se levantó, tenía puesta una camiseta azul oscuro y unos pantalones, pero al igual que yo, no tenía zapatos. ¿Cómo había llegado él ahí?. 

Caminamos y caminamos, pero siempre volvíamos al mismo lago, estábamos dando vueltas en círculos. 

—Tengo que cruzar—La voz de Jean parecía rota, todo él parecía roto. 

—¿Qué sucedió? ¿Estás bien? — No entendía nada de lo que estaba pasando, si cruzaba ese lago nadando moriría, le daría hipotermia. 

Tomó mi cara entre sus manos y me miró ¿cómo podía trasmitir tanto una sola mirada? No se acerco lentamente, me beso y sentí el tiempo detenerse. Podía saborear sus lágrimas. 

—Lo siento — Dijo finalmente —Lo siento mucho— Me abrazo. 

—¿Porqué te disculpas? —Sentía su corazón ir muy rápido. 

—Tengo que ir— Me abrazo aún más fuerte y me soltó. 

—No puedes, el agua está muy fría —Lo detuve por un brazo. —Podemos esperar a que amanezca. 

—Pediré ayuda— Parecía decidido. 

—Iré contigo— Intente seguirlo pero sonrió tristemente y negó con la cabeza. 

—No puedes, no sabes nadar—Se tiro al lago. 

Si sabía nadar, se lo demostraría, me lance encontrándome con un agua muy fría y comencé a hundirme cada vez más, cualquier intento era en vano, sentía pequeñas manitos arrastrándome cada vez más profundo y la respiración me faltaba, iba a ahogarme. 

Desperte de golpe, la luz del día entraba por la ventana y tenía la respiración acelerada, se había sentido tan real que tenía la piel de gallina y estaba temblando. 

Era inquietante ¿Y si los sueños eran una realidad alterna? Sacudi la cabeza, fuese una realidad alterna o no, estaba viva. Sin embargo no podía borrar a Jean de mi cerebro, sus ojos tristes,su abrazo, el beso. 

Habían pasado ya tres meses desde entonces y no habíamos hablado, ni siquiera se había disculpado, suponía que había sido su forma menos dolorosa de irse, esa en la que te vas y no te despides. Pero se había equivocado, era lo suficientemente cruel para destruir un corazón. Ahora solo me quedaba enterrar profundo mi amor en la tierra y llorar solemnemente.

 Los días eran iguales uno tras otro y yo había decidido ser feliz, cerrar un capítulo del libro y seguir escribiendo, después de todo quizá no era el protagonista principal. Estaba orgullosa de mí mala memoria, se me hacía bastante fácil olvidar pero, de pronto veía una foto o uno de sus feos dibujos en mi libreta, siempre había un detonante que abría la caja de pandora. 

¿Que sentido tenía seguir insistiendo? El amor, cuando es amor, fluye. No se pueden forzar esas cosas. 

La parte buena era que había estado en contacto con Liz y se había vuelto una buena amiga, era totalmente diferente a como te hacía creer, sin embargo lo que nunca miente es lo que trasmites.

Había terminado con Vicktor así que las dos pasábamos por la misma situación, aunque ella llevaba tres años saliendo con él. 

Vicktor era un mujeriego, así que terminó con ella para estar con las demás sin ataduras, o por lo menos eso había dicho. La verdad es que era gay, lo había sabido desde el momento en el que de pequeño robo por primera vez maquillaje a su madre ¿Y cómo sabía yo esto? Pues fácil, la madre de Vicktor se lo había contado a Liz. 

Así que, de vez en cuando nos reuníamos y conversábamos, le pasaban tantas locuras como a mí y hacia un rato que Liz había empezado a ahorrar para irse a un lugar un poco más tropical. 

Hasta el momento era mi única amiga, así que la echaría de menos. 

También me  preguntaba que sería de Ingrid, la intrépida pelirroja que me trajo a casa, ¿por que parte del mundo estaría ahora? Durante el camino me había contado que eso de repetir lugares no le gustaba, pero que esperaba volver a toparse conmigo algún día. 

La cola de Orion me dio en la cara, hacía unos meses un gatito negro había aparecido en la puerta de mi casa para no volver a irse, como si supiese lo sola que me sentía, o simplemente vino por la comida como mi anterior gato. 

El celular sono un poco lejos, así que aparte a Orion y fui a tomarlo. En la pantalla se podía leer el remitente. 

«Jean te ha enviado un mensaje» 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.