No te enamores de Jean

Capítulo 13

Si mi vida era una novela, o una telenovela ¿porqué no tenía más picante? ¿La escritora era una sádica sin imaginación? Es decir, ir por el capítulo trece, sin salseo y con el supuesto protagonista lejos no tenía sentido alguno ¿Y si el protagonista másculino era otro? Frunci el ceño y entre en pánico, quizá esto era una historia de terror, o peor aún, de comedia. Si era de comedia podrían pasarme cosas malas, como por ejemplo teñirme accidentalmente el pelo de verde. Aunque el verde no es un mal color. 

Caminaba sin rumbo intentando no pisar las cacas de perro que no recogían sus dueños. Otra persona más despistada que yo ya tropezaria más tarde con ellas. 

Sabía que aún me estaba siguiendo, oía sus pasos. hace un rato sin siquiera presentarse me había pedido una cita o mi número telefónico, a lo cual mi respuesta instintiva había sido echarme a correr como alma que llevaba el diablo, el problema era que no me gustaba correr así que me alcanzó rápido. 

—¡Eres un anciano! —Le grite al chico de cabello oscuro mientras apresuraba el paso, ni siquiera sabía su nombre. Me gire solo un momento para divertirme con su cara de indignación. 

—¡Tengo 25! No soy tan viejo—. Se quejo inflando las mejillas. Había salido a caminar desde que Jean me había mandado un mensaje dos horas antes, el cual había ignorado por completo. Lo ignoraria hasta hacerlo dudar de su propia existencia. 

Aparecer de la nada meses después sin dar una explicación no sería algo que perdonaría tan fácil, sin embargo necesitaba pensar, quería respuestas, pero lo conocía y él no me las daría. 

Me detuve para mirar al chico que venía pidiendo mi número hacia unas cuadras atrás cuando me detuve a acariciar a su perrito. 

—Ni siquiera se como te llamas— había algo en él que me resultaba familiar, como si ya lo conociese de antes o visto en alguna peli, entrecerre los ojos tratando de adivinar que era.

—Luca, me llamo Luca ¿y tu? –Sonrió tendiendome su mano. 

—Isa— opte por usar otro apodo, uno nunca sabe cuando conoce a un maníaco psicópata asesino en serie stalker y quizá, solo quizá estaba exagerando.

Seguí caminando y el continuo siguiendome un rato más, aunque la verdad era que no le estaba prestando atención, no tenía cara de secuestrador. 

—¿podemos detenernos un momento? Ni William puede seguirte el paso —¿eh? ¿Seguía ahí?. Tenía razón, el pobre perrito estaba tan gordo que casi no podía caminar. 

—Vale — Me senté en el pasto y él se sentó a mi lado mirandome. 

—¿tengo algo en el pelo? —pregunté incómoda. 

—Si, de hecho tienes una gominola— pestañe y toquete mi cabello hasta dar con un pequeño osito de goma azul. 

—Vaya, es una suerte que no me hayan comido las hormigas — Luca rompió a reír mientras me miraba con los ojos chinos. 

—Pero lo que realmente quería decirte era que me gustaría invitarte a una cita— no había rastro de que fuese una broma, y algo me decía que tenía que empezar a superar a Jean. 

—No creo que se me den muy bien las citas—Recordé la de la última vez. 

—Entonces podemos simplemente quedarnos aquí hablando— asentí, no había nada que perder. 

Me contó que había viajado mucho por el mundo y que por eso tenía un acento tan raro. 

—Aveces cuando voy de viaje e intentan venderme algo les hablo en otro idioma y se van— Me reí, era algo que me gustaría hacer si tan solo supiese más idiomas. Se rio también y por un momento se me pareció a Jean. moví la cabeza de un lado a otro. Tenía que dejar la obsesión con él, no era sano.

—¿Tienes hermanos? —le pregunte acariciando al perrito que estaba echado a mi lado. 

—Si, tengo dos, una hermana y un hermano ¿y tú? — desvío la mirada. 

—Tengo una hermana adicta a las patatas fritas—alzo las cejas. 

—Mi hermano también es adicto a las patatas fritas–se rio.—No sé como no engorda. 

Mi cerebro intentaba descubrir a quién se me parecía Luca, pero mis cuatro neuronas no querían cooperar así que lo dejé estar. 

Meses antes dos chicos mantenían una conversación. 

—¿Pero te gusta ella? —El mayor subió y bajo las cejas insinuativamente. Él chico más joven lo miró sin expresión alguna.

—¿Acabas de llegar y ya estás molestando? —Se quejó. 

—Es mi trabajo como hermano mayor— le saco la lengua.—Podrías pasarme su número entonces, si no te interesa. 

—No— respondió frunciendo el ceño, no le hacía ni pizca de gracia pasarle el número de ella a su hermano mayor. Con lo mujeriego que era, sabía que ella no era nada suyo y que la había dejado plantada, pero la sola idea de ella y su hermano le revolvía el estómago. 

Él y su hermano se parecian mucho, pero solo físicamente. Mientras uno era súper extrovertido el otro era introvertido. 

—Vi una foto de ella en tu cuarto, es muy guapa —Intentaba darle celos para que fuese tras ella, para que no se rindiese tan fácil y que solo por una vez fuese egoísta. 

—Sí, lo es ¿cuándo dices que sale tu avión? —cuestiono el pelinegro. 

—No te preocupes hermanito, me quedaré unos meses más —se rio alegremente haciendo que su hermano rodará los ojos. —¿Pero sabes que viajo mucho no? Podría encontrarmela por ahí, en algún momento— Sonrió como el gato con botas. 

—Como digas— El pelinegro intento quitarle importancia poniendose a jugar un videojuego, pero ambos sabían que las cosas no terminarían así. 

—Procura no arrepentirte luego Jean— Le aconsejo tomando uno de los mandos del juego. 

—No tendré tiempo para ello, Luca— murmuró, dejando un ambiente sombrío entre ellos. 

 

 

 

 

 




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