Capítulo 2 — Parte IV Título: “Algo que no estaba en el guion” (continuación)

Narrado por Eliot

La mañana siguiente llega sin permiso, como siempre. El sol apenas se asoma entre las nubes grises de Londres y yo ya estoy en pie, vestido con la rigidez que exige la escuela prodigiosa a la que he entrado casi sin esfuerzo, gracias a mi apellido… y a la presión.
El espejo de la habitación me devuelve la imagen que todos esperan: impecable, pulcro, sin una hebra fuera de lugar. Pero debajo de esa superficie, algo sigue agrietado. No sé cuánto tiempo más podré sostener esta máscara.
Bajo las escaleras, donde el silencio de la casa pesa más que cualquier palabra, me encuentro con el mayordomo, un hombre viejo y callado que lleva años observándome sin juzgar.
—Buenos días, señor Eliot —dice con un ligero asentimiento.
—Buenos días —respondo, evitando cualquier conversación.
El mayordomo sabe más que cualquiera sobre la soledad que me rodea. No necesita preguntar.
Salgo de la casa y camino hacia la escuela, una imponente construcción antigua en el corazón de Londres. Un lugar lleno de estudiantes brillantes, con talentos y esperanzas que parecen tan ajenos a mí como el aire que respiro.
Pero entre esas paredes, encontré un respiro. Un lugar donde la perfección se mide en notas y no en apariencias. Donde nadie me pregunta quién soy, solo qué puedo hacer.
Al entrar, veo rostros conocidos, algunos fríos, otros amables, pero ninguno que realmente importe. Hasta que mis ojos buscan sin querer a alguien entre la multitud.
Cyra.
Allí está, como siempre, apartada, inmersa en un libro. Su cabello cobrizo resplandece bajo la luz, y esos ojos que combinan azul y turquesa parecen contener un mar de secretos.
Por un instante, siento que no estoy tan solo.
Que quizás, en esta ciudad inmensa y fría, podemos encontrar un refugio… aunque sea uno pequeño, silencioso, y compartido sin palabras.