No te enamores del Profesor

Capítulo 3

Al cabo de unos días logré conseguir trabajo en una pequeña tienda que le pertenecía a los abuelos de Melanie, por los cálculos que había sacado, tendría que trabajar durante unos meses para reunir el dinero que me faltaba para comprar el reloj.

Mi trabajo era prácticamente limpiar, reponer los productos y solo de vez en cuando me encargaba de la caja.

Luego de unos meses de mucho trabajo al fin pude recaudar el dinero, solo tendría que trabajar la última semana del mes. Ya se me había hecho costumbre salir corriendo del colegio cuando finalizaban las clases, para llegar a tiempo a mi labor diaria.

Me encontraba agregando algunos productos al estante cuando ese aroma llegó hasta mí, conocía muy bien esa colonia y a quien pertenecía. Al girar me encontré con el profesor Fiore caminando por el pasillo, nunca tuve ganas de meter mi cabeza dentro de una caja, como en ese momento.

—Disculpe —cerré los ojos rezando para que no lograra reconocerme —¿Dónde se encuentran los duraznos en almíbar?

Su voz hizo que toda mi piel se erizada, incluso que creo que los pelos de mi cabeza también se encontraban parados.

—Del otro lado del pasillo, señor — traté de distorsionar un poco mi voz, para que no me reconociera.

—Muchas gracias, chica nueva — estampé mi cabeza contra el estante —No olvide la tarea del viernes.

— Si, profesor Fiore — escuche sus pasos alejarse.

— Que tenga un buen día — lo vi de reojo alejarse.

— Te amo — susurre sintiéndome una acosadora.

Luego de aquel acontecimiento estuve escondiéndome del profesor Fiore durante lo que quedó de esa semana, al llegar el viernes no pude hacer nada para evitarlo. Un poco avergonzada tuve que soportar la clase del profesor, trataba de no observarlo por mucho tiempo, ya que recordaba aquel día donde me encontró en el trabajo.

Al finalizar su clase, ya no hacía falta que saliera corriendo porque mi trabajo ya había finalizado. Mi amiga me tomó del brazo para caminar a la salida, me detuve en medio del salón cuando él me pidió que me quedara un momento, Melanie solo se fue, sin esperarme cerrando la puerta detrás de ella.

—No la vi en su trabajo —me di la vuelta para verlo — Si me hubiera dicho que tenía trabajo después de la escuela, me hubiera asegurado de no ser tan exigente con las tareas.

—Era un trabajo temporal, señor —levantó su mirada, sus ojos azules eran tan claros que parecían grises —Ya no trabajo en ese lugar.

—Tu trabajo fue uno de los mejores —me tendió mi hoja — Felicidades.

—Gracias —lo tomé con un poco de nervios —No vemos.

Salí corriendo con una sensación rara en mi vientre, observé la hoja donde había un pequeño mensaje en la parte superior “Los duraznos en almíbar estaban vencidos, solo por eso tienes medio punto menos”.

—9,50 — bajé la hoja sin poder esconder una sonrisa.

Cuando compré el reloj trataba de buscar alguna forma de darle el regalo, sin que supiera que se trataba de mí, por supuesto.

Tuve que llegar antes al colegio para dirigirme al salón donde tendría clases en unos minutos, esperé un momento cerca del salón, rogando para que saliera por un café o algún lugar, que me dejara suficientemente tiempo para poner el regalo entre sus cosas.

Sentía que mi corazón se iba a detener en cualquier momento, cuando lo vi salir del salón con dirección a la pequeña tienda para comprar un café, supe que mis ruegos habían sido escuchados.

Abrí con mucho cuidado su maletín para dejar su regalo junto con una nota deseándole feliz cumpleaños. Antes de salir del salón mi mirada se puso en un libro que se encontraba en el escritorio, sin pensarlo mucho lo tomé, saqué velozmente una pluma para dejar un pequeño mensaje en la última hoja del escrito.

“Mis días son mucho más lindos desde que apareciste en mi vida”

PD: Me gustas.

Dejé el libro nuevamente en su lugar para salir corriendo, desde una distancia prudente pude ver como notó ese envoltorio de regalo en su maletín, y la expresión de confusión que puso cuando encontró el regalo. Al ver la sonrisa que dejó asomar por sus hermosos labios, fue la recompensa que tuve, de todos aquellos días de trabajo.

Al día siguiente esperé poder ver el reloj en su muñeca, pero no lo utilizó, por un momento pensé que no le había gustado, así que armándome de mucho valor dejé una nota en su escritorio preguntándole si no le había gustado mi regalo.

Cuando el profesor Fiore vio la nota en su escritorio llevó su mirada a todo el salón, con una expresión de molestia, tomó la anota para hacerla bolita arrojándola en el cesto de basura.

Ese día volví a mi casa muy triste, me arrojé en mi cama a llorar, sintiéndome una completa idiota. Pensando que mi regalo también había terminado en la basura como aquella nota. Durante los meses que quedaron de clase, terminaba escondiéndome del profesor Fiore.

Cuando llegó mi último año, mis asignaturas con el profesor Fiore habían aumentado, eso quería decir que no me podría seguir ocultando de él. Traté de que todo volviera a la normalidad dentro de mí, pero mi corazón seguía latiendo cada vez que lo veía.

Mi corazón se terminó de romper cuando los rumores de que el profesor Fiore tenía una relación con una compañera de trabajo llegaron a mis oídos. No pude contener mis lágrimas en ese momento, cuando mis compañeros comentaron que ella le había regalado un reloj bastante costoso por su cumpleaños.

No puedo decir por cuánto tiempo dejé de sonreír, fueron días, semanas e incluso meses, me gustaría pensar que lo que sentía por él fuera solo un amor pasajero, pero no lo era, cada vez dolía aún más, y el saber que se encontraba con otra persona pensando que mi regalo había sido de parte de ella, hacía que doliera aún más.

Durante la clase de historia pude ver como la profesora con la que se lo vinculaba dejó en sus manos un libro.

—Muchas gracias —desvié la mirada a otro lugar para no comenzar a llorar —Hablaremos de lo que dice en la última hoja después.




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