No te esperaba

Capitulo 2

—necesito que termines estos para el viernes Layla —el sonido sordo de las carpetas sobre su escritorio la aturdieron, miro con saña el trabajo y luego a su jefe.

 

Desde hacía unos siete meses que había llegado a esa ciudad y tan pronto como lo hizo consiguió trabajo rápido, necesitando dinero cualquier cosa era buena, pero desde ese día cambio de trabajo tres veces hasta que llego a esa oficina departamental como redactadora.

 

Tenían que ponerse al día con los documentos en papel a digital y la tarea estaba siendo mucho más rápida gracias a la llegada de Layla.

 

Ella solo suspiro y siguió con su trabajo, apenas es martes y ya tenia una pila más sobre su escritorio, lo único bueno de ese trabajo es el silencio y el sonido de las teclas.

 

Sus ojos volvieron a mirar a su alrededor y regreso a colocarse los audífonos y terminar la tarea.

 

Alguien la tomo del hombro un tiempo después y sobresaltada dejo de estar sumergida en el mar de letras de aquellas páginas viejas y levanto la vista encontrándose con su jefe quien solo señalaba la hora.

 

Ya es hora del almuerzo y como es costumbre descubrir que su empleada estrella no salía a comer se tomo el tiempo de ir a buscarla.

 

—no quiero que enfermes, así que ve a comer —se sintió regañada, ambos sonrieron y luego de dar guardar sus cosas se dirigió a la salida descubriendo lo solitario que estaba todo en su camino, al parecer sus compañeros no se molestaban en avisarle sobre la hora de la comida.

 

—aquí la gente se toma muy en serio esto—murmuro para sí saliendo del edificio viejo y dirigiéndose al cafetín más cercano; la hora se le paso lento, como una tortura, miro su celular descubriendo nuevos mensajes, muchos en realidad y de la misma persona.

 

Ancestro: entonces nos vemos el sábado?. Es mi primer día libre en semanas.

 

Esa era una amenaza blanca.

 

Layla había ido a cada convención que se podía permitir una entrada general solo para ver las entrevistas de su crush, Enzo.

 

Si le preguntaban a Layla su razón principal y el motivo por el que quería ir a ese país era por Enzo Venturi, un hombre que si bien le llevaba unos once años de diferencia ella ya se había acostumbrado a sus pláticas calientes y suaves cuando trabajaba, prometiendo demasiadas cosas de las cuales ella a sus veintiocho años realmente le gustaban.

 

Baby: claro que si.

Ancestro: te extraño.

 

Su sonrisa se extendió demasiado en su rostro golpeando repetidamente con sus pies el suelo.

 

Desde que llego a la primera convención él la había reconocido de inmediato y no solo él, su grupo de cuatro compañeros también lo hicieron.

 

Ese día aún estaba grabado en su memoria; aunque él había estado ocupado pasaba la mayor parte del tiempo esperando que ella no huyera y así las siguientes convenciones.

 

Suspiro con pesadez recordando el papeleo sobre su mesa de trabajo y luego el celular con un nuevo mensaje entrante de Enzo, era un video de este lanzándole un beso, ella por instinto coloco el celular boca abajo tomando un trago largo de su vaso de agua, no era ni la primera foto que Enzo le mandaba de esa manera, aun podía contarla con los dedos, incluso con los dedos de los pies.

 

Ancestro: sonrojada?

Baby: tú sabes que sí.

 

La mujer echo una última mirada a su celular saliendo del local poco después caminando por las calles poco transitadas y solitarias de la ciudad, no es usual mirar autos por allí menos a esa hora.

 

Saco su celular por el aviso de un nuevo mensaje y cruzo la calle escuchando el chirrido de los neumáticos de un auto deportivo que por reflejo ella se quedó muy quieta viendo el auto a solo unos centímetros de tocarla, incluso su celular salió volando de sus manos del susto, el auto había aparecido de la nada y lo peor fue el silencio en el ambiente.

 

Tomo su celular con rapidez quitándose del camino del conductor, pero este no avanzo.

 

Dentro del auto estaba un muy sorprendido hombre de ojos bicolores.

 

—Claus!, me estas escuchando —la mujer en el asiento del copiloto lo hizo gruñir con los dientes apretados, incluso más apretados que el cuero del volante.

 

—casi atropello a alguien… y a ti solo te importa el dinero Emilia!? —la mujer lo miro atónita y se contrajo en su asiento esperando que así pudiera reducir su tamaño mostrando un rostro culpable.

 




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