No te esperaba

Capitulo 21

Camino apresuradamente sosteniendo la correa de su bolso entre sus manos para que este no se moviera tanto al correr, se detuvo en frente a las puertas del lugar, el autobús la dejo lo suficientemente lejos.

 

Saco un pañuelo limpiando el sudor que caía de su frente a los costados.

 

Daba gracias a dios de que ese maquillaje no se le hubiera caído al pasar el pañuelo.

 

Dejo caer graciosamente el suéter dejando que la brisa refrescara su piel húmeda, echando todo su cabello a un lado mientras guardaba el pañuelo y sacaba su celular examinándose en el reflejo de este.

 

—¿Layla? —la voz a sus espaldas la hizo girar rápido encontrándose los ojos muy sorprendidos de Nico.

 

—ho…hola… lamente llegar tarde. —pego el celular a su pecho dejando que la brisa cobrara vida en su cabello echando varios mechones hacia atrás.

 

Niccolo no salía de su asombro al ver a la mujer frente a él. Layla lucia el mismo vestido que aquella vez, con sus zapatillas blancas, sus lentes metálicos, pero algo se veía diferente y eso era su cabello, de antes ser completamente oscuro sin llegar al negro ahora lucia unos reflejos dorados en sus hondas sin llegar al rubio y el maquillaje en su rostro solo resalta lo que él ya había visto incluso sin maquillaje.

 

Niccolo negó varias veces dibujando una sonrisa en sus labios, acaricio su barba sin dejar de mirar a la mujer de pies a cabeza, el suéter en sus brazos estaba a punto de caer si ella tan solo los bajaba. Con la vista de los tirantes del vestido podía detallar mejor los tatuajes que la chica lucia discretamente, no esperaba que fuera tan elaborado, pero no se había perdido en su perfil de espaldas por nada.

 

La chica tenía unas enredaderas que atravesaban su espalda en línea recta a cada lado de los hombros como si la sujetaran; lo increíble de eso, era el hecho de que las enredaderas bajaban por su espalda haciendo que Niccolo se preguntara hasta donde llegaban.

 

—no, tranquila, si vi tus mensajes —ella sonrió ante las palabras de Nico haciendo que este siguiera con la sonrisa.

 

—entonces… ¿A dónde vamos? —Layla subió las mangas del suéter y fue entonces que Niccolo salió de su trance.

 

—vamos. —con su brazo flexionado Layla lo tomo con una sonrisa colgándose del brazo descubriendo lo duro que estaba, sabía que Niccolo hacia ejercicio, pero ahora tocarlo era una cosa diferente, seguro que Vera querrá esa clase de detalles cuando llegue a casa.

 

—¿pasa algo? —pregunto apenas entrando al parque.

 

—es que no había estado consiente de lo fuerte que eres —Layla apretó el bíceps haciendo reír a Niccolo y ella se sonrojo en el proceso.

 

—¿hasta ahora te das cuenta? —le dio un pequeño apretón a la mejilla

 

—pues si… auuu —se quejó falsamente de manera infantil.

 

—no pesas tanto como piensas —y antes de que pudiera reaccionar la tomo con el otro brazo por la cintura elevándola unos segundos ganándose un grito de sorpresa apenas sosteniéndose del cuello del hombre.

 

—¿ves? Ligera —el tono de voz tan bajo le hizo dar un paso hacia atrás una vez que sus pies tocaron el suelo.

 

—sí, lo dice usted le creo —el silencio se plantó entre ambos hasta que Niccolo extendió la mano, Layla la miro con desconfianza para luego tomarla y comenzar a caminar hasta una pequeña tienda.

 

—buenas tardes, desea algo en especial para usted y su hija? —pregunto una mujer en la tienda dejando a Layla echa una piedra en su lugar.

 

—oh no se… te parece un combo de pareja cariño? —Layla miro aún más sorprendida a como Niccolo había reaccionado, solo asintió con vergüenza.

 

—oh disculpen, ya mismo se los llevo —les hizo una seña para que tomaran asiento en unas mesas no lejos de la tienda acomodando la silla para que ella tomara asiento.

 

—Dioses como lo siento Nic... —el hombre negó varias veces sentándose justo frente a ella.

 

—es mi culpa, estas canas debería cubrirlas. —Niccolo se pasó las manos por los lados de su cien donde estaban una línea blanca cubriendo.

 

—son lindas —murmuro la mujer apenada pero tampoco quería que él se sintiera mal por tener canas que no solo cubrían su cabello, sino que también era notorio en su barba de candado.

 

—gracias —el hombre sonrió y genuinamente Layla sintió su corazón bombear esa sustancia de la cual pensó que no volvería a sentir.




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