Capitulo 30

—así que la novia te vio y… —Cecilia escuchaba el chisme con atención.

—solo te golpeo? —termino Vera y Layla asintió.

—sí, estaba como loca, fue raro —arrugo la nariz recordando el evento.

—bueno, Emilia Sagasti es una modelo muy importante me sorprende que salga con Makris, mas con ese carácter que tiene. —confeso Cecilia buscando alguna foto en internet de Claus y Emilia, pero no había ninguna.

—sí, también se volvió loco cuando medio me queje por mi brazo —Layla se rasco en uno de los extremos del vendaje con cuidado de no moverlo mucho y menos de tocar el centro.

—¿Cómo? —Ambas mujeres miraron con curiosidad a su amiga.

—pues comenzó a gritarles a las enfermeras que me atendieran, me iban a poner otro suero, pero me dejaron tranquila un rato y luego de la cachetada esperaron a que se me bajara y me lo colocaron en el otro brazo. —recordó Layla intentando no reír al recordar como el doctor lo saco arrastrando la silla de ruedas fuera de la habitación.

—¿o sea que se preocupó por ti? —Layla asintió mientras comía otra cucharada del helado de oreo.

—es raro que no le fueras devuelto el golpe. —sentencio Vera recordando el temperamento explosivo de Layla cuando se enojaba de verdad.

—estaba idiota, me acababa de levantar y tenía hambre, fue un descuido —hizo un puchero terminando su taza de helado.

—ya me imagino… tu rompiéndole la nariz —las tres chicas rieron por lo bajo.

Las mujeres se quedaron juntas todo el día hasta que Layla pudo regresar a su departamento sintiendo el frio del lugar, encendiendo la calefacción preparo cinta adhesiva y una bolsa, necesitaba darse un baño con agua caliente, el baño que tomo en el hospital no era suficiente, las enfermeras fueron muy amables ayudándola a quitarse la sangre y restos en el cabello, mumuro bajo una maldición cuando el brazo comenzó a doler.

Se tomó las pastillas y mientras la pequeña tina se llenaba preparo el pijama que se colocaría dejándolo sobre la cama, ya había comido suficiente y Vera le cocino para que solo calentara la comida cuando tuviera hambre.

Layla se permitió llorar en silencio de nuevo, agradecida de al menos contar con buenas personas a su lado.

Cuando se fue de su ciudad natal estaba aterrada aferrándose a su maleta como si su vida dependiera de ello, su madre estaba feliz de recordarle que cuando consiguiera trabajo le mandara dinero.

Eso había hundido su corazón una pulgada, pero paso todo el camino escuchando música para olvidar eso y viendo fotos de Enzo para tomar valor.

—esta fue una buena decisión —se repetía mientras llegaba al aeropuerto internacional y tomaba el primer vuelo, su primera vez en avión.

Le tenía pavor a las alturas, jamás subió a una montaña rusa y detestaba los ascensores, los evitaba a toda costa, pero ahora no podía hacer nada de eso.

Tenía temor de perder su maleta por lo que llevo una de mano, con separadores para evitar que la desorganización que veía en internet de la seguridad del aeropuerto no tirara sus cosas.

Sus manos se aferraron tan fuerte al pasamanos del asiendo del avión que casi temía perder los dedos, intentando no gritar cuando su estómago se revolvió por el despegue y luego el descenso.

Tantos horribles accidentes y ella estaba rezando para que su avión llegara en una pieza.

Ahora viéndolo en retrospectiva Enzo ya no estaba en su vida, tenía buenos amigos y un trabajo estable y uno secundario que al menos podría reunir para cualquier emergencia.

Y Niko…

Nuevo mensaje de Niko

Nuevo mensaje de Niko

Nuevo mensaje de Tony

Nuevo mensaje de madre

Layla miro su celular, esperaba que alguien preguntara por la foto que subió a los estados de Whatsapp aunque ya había explicado que fue un accidente y que estaba bien, miro los mensajes de Niko y había llegado más de doce, de Tony unos cinco y de su madre un mensaje de voz de más de un minuto.

Escucho el mensaje y no sabía si estar preocupada o decepcionada.

—yo no sé quién te mando a ti a ir a un club nocturno ¿estas loca? ¿Qué crees que estas haciendo con tu vida? En vez de buscarte un europeo y casarte ¿no piensas darme nietos? O ¿acaso esperas que me llamen de la embajada para buscar tu cuerpo? Porque yo no tengo dinero para esa clase de cosas —y así seguía y seguía el audio.