No te esperaba

Capitulo 36

—bien, eso sería todo, señorita Ortiz —Layla miro su brazo con saña, el mismo doctor había quitado los puntos sin querer regañarla por el que se había soltado la semana pasada.

 

—alguna… crema cicatrizante que me recomiende? —pregunto con cautela mirando el pequeño bulto en línea horizontal, agradecía internamente que no tuviera tatuajes en esa zona.

 

—te daré algunas cremas para ello —La mujer asintió y miro con preocupación al hombre inexpresivo frente al dúo.

 

—dile a tu jefe que lo visitare más tarde —le hablo el doctor al hombre que solo asintió con levedad.

 

—¿Cómo está el Sr. Makris? —pregunto preocupada Layla al doctor, había estado intentando hablar y sacarle información al hombre que le había tocado la puerta de su departamento para llevarla directo al hospital, pero el hombre no soltaba ni una palabra.

 

—gruñón, créeme que no lo soportarías —intento bromear el doctor con una sonrisa tirando el vendaje de la mujer a la basura y sentándose de nuevo detrás de su escritorio.

 

Layla con cuidado bajo de la cama mirando su brazo por fin libre, había sido una tortura tener tanto tiempo con el vendaje y limpiarlo, además de pedirle ayuda a Vera o Cecilia.

 

—¿puedo ir a verlo? —ambos hombres miraron a la mujer quien ahora se quería encoger hasta desaparecer en ese mismo lugar.

 

—claro, si… no tienes problemas de ir ahora? —el doctor miro su reloj de pulsera.

 

—no, por mi está bien —el doctor miro al hombre en la puerta y este volvió a asentir acomodándose innecesariamente las mangas de la camisa.

 

Ambos fueron en el mismo auto que llevo a Layla y se sorprendió que mientras más avanzaba más solitario se volvía la ruta; llevándolos directamente hasta un bosque.

 

Layla miro a los hombres dentro del auto ya que iban demasiado silenciosos.

 

—bueno señorita Ortiz, debe saber que tal vez le haga bien verla, necesita algo de motivación. — el doctor Salvatore soltó un suspiro frustrado, necesitaba preparar a Layla.

 

—¿motivación? —pregunto con duda Layla aunque en el fondo ya está sacando sus propias conclusiones.

 

—sip, Claus a estado un poco… digamos que la operación debilito un poco su pierna y la rehabilitación está tardando más de lo debido. —ella solo asintió y volvió su mirada a la ventana; su conductor miraba de vez en cuando hacia donde esta Layla, había avisado a su jefe y ya los estaban esperando.

 

La entrada de la casa opacaba la imponente estructura con sus árboles verdes, espesas hojas y rejas de barrotes gruesos. Las puertas se abrieron llamando rápidamente la atención de Layla que no se podía imaginar cómo vivía aquel hombre.

 

La casa está a una distancia muy larga y en medio del especio esta una fuente de agua con varios lobos de piedra de los cuales salía agua por el hocico. Mientras más se acerca el auto a la casa de pilares y paredes llenas de enredaderas; la cantidad de guardas que había afuera para Layla le parecía absurda, además de que todos están armados con rostros inexpresivos y trajes negros iguales.

 

—wow…

 

—si… Claus es un obseso por la seguridad —Layla levanto las cejas con sarcasmo que le hizo gracia al doctor.

 

El auto por fin se detuvo frente a la gran puerta y el rostro familiar de Mateo Rossi los recibió, el hombre se veía igual que el resto, una expresión dura en su rostro.

 

El doctor fue el primero en bajarse del auto y saludo animado al hombre, para luego Layla bajar del auto sintiéndose pequeña y abrumada.

 

—Señorita Ortiz, me sorprendió cuando me dijeron que vendría. —el tono amable de Mateo no paso desapercibido por Layla quien solo asintió con una sonrisa a labios cerrados.

 

—sí, ella insistió, ahora vamos a ver al paciente —el doctor alentó y Mateo se movió para dejarlos entrar.

 

La brisa interna de la casa es perfumada a madera y cigarrillo, Layla reconoció ese olor.

 

La casa dentro es silenciosa y en cada esquina oscura había un hombre armado. Las paredes verdes oscuro y madera oscura junto a los muebles negros le dan una vista siniestra del lugar.

 

Mateo los guio por un pasillo que los llevo a una alberca con piscina con una apariencia de cueva; focos amarillos y dentro del agua está el hombre que Layla fue a ver.

 




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