No te esperaba

Capitulo 37

El doctor se aclaró la garganta acercándose a donde esta Claus.

 

—Amigo, ¿cómo va tu evolución? —el hombre de ojos bicolores miro con saña al doctor.

 

—está siendo poco productivo, pero… Layla ¿qué te trae a visitarme? —Claus sonrió genuinamente asustando al doctor por unos segundos para luego recuperar la compostura.

 

—solo… quería ver si estaba bien —se excusó mirando que ni siquiera le había llevado flores, se sentía aún más tonta.

 

—tu sola presencia está mejorando este terrible día, hermosa —Layla se tensó en su sitio sonriendo con levedad.

 

—oh…

 

El silencio se hizo en la alberca hasta que el doctor volvió a aclararse la garganta.

 

—¿puedo?  —Pregunto con cautela el doctor logrando que Claus con ayuda de sus asistentes lo ayudaron a salir de la piscina haciendo que Layla contuviera el aliento.

 

Había visto los hombros desnudos de Claus y ahora fuera del agua se veía su torso completo y la cantidad de cicatrices viejas fue sorprendente, más el hecho de tener un lobo tatuado en el costado izquierdo, un lobo aullándole a las fases de la luna, pero estas lunas están pintadas de rojo. Layla trago duro al ver la cicatriz reciente en su muslo y sus ojos intentaron no mirar más de lo debido pues el hombre tenía unos shorts cortos en color azul marino; la herida es un gran circulo que Layla no habia notado cuando intento parar el sangrado.

 

Las imágenes de esa noche llegaron rápido y el olor a metal invadió su mente como un recuerdo que le seguía a otro y a otro hasta recordarle que debía vomitar, cerró los ojos fuertes y se quitó los anteojos limpiándolos mientras reprimía el sentimiento que no tenía nada que ver con lo que está viendo ahora.

 

—bien, se ve muy bien, pero en serio debes poner de tu parte —Claus miro a Layla la cual no tenía los lentes puestos y volvió a sonreír. —¿quieres motivarte? —murmuro el doctor a lo que su amigo solo le echo una mirada. —Señorita Ortiz, ¿podría hacerme un favor? —Layla se sobresaltó un poco y camino sin colocarse aun los lentes, sentía que así podía ponerle un poco de censura.

 

Claus descaradamente peino su cabello hacia atrás sintiéndose nervioso por dentro al notar a la mujer acercarse con la misma timidez que la primera vez que la vio.

 

—¿si?

 

—aquí nuestro paciente está siendo muy testarudo acerca de caminar —Layla lo miro en confusión. —Su tendón necesita fuerza y volver a su estado normal, pero el señor Makris no quiere cumplir el tratamiento.

 

—oh…

 

—entonces ¿alguna cosa que quiera aportar? Porque ya no sé qué más hacer para que colabore —el doctor se desplomo con una expresión cansada en su rostro.

 

—lo dices como si fuera un niño —se quejó el hombre apretando la mandíbula para no explotar su mal temperamento frente a Layla.

 

—pues estas actuando como uno —ambos hombres se sostuvieron la mirada. hasta que la mujer frente a ellos hablo.

 

—bueno… no sé qué decir exactamente… sé que debe ser difícil… y tampoco es algo que va a mejorar de hoy para mañana, debe poner de su parte Se-Señor… —la voz de Layla se apagó poco a poco mientras veía la ceja levantada de Claus, el doctor Salvatore solo sonrió cruzándose de brazos esperando que su amigo esta vez entendiera.

 

—… sabes que te dije que puedes llamarme Claus —un silencio peor que el de inicio, hasta que Layla asintió —pero sabes cómo puedo mejorar— se arrodillo a su lado cuando él le señalo. —si vienes a visitarme más seguido. —ya a esa distancia Layla podía apreciar mejor el cuerpo del hombre sin tener que colocarse los lentes, Claus no parecía que se esforzara demasiado para hacer ejercicios; sus brazos están marcados pero su abdomen no está marcado y Claus no puede sentirse más orgulloso de saber que ella lo está mirando y no ve el terror que ve en otras mujeres, esta vez tiene confianza.

 

—mmm… ¿si tomara la terapia? —pregunto con dudas mientras volvía a colocar sus lentes.

 

—sin quejarme —sonrió alegre el hombre ganándose las miradas de sus ayudantes y del doctor.

 

Todos asombrados.

 

—entonces comencemos —sonó un aplauso el doctor y ayudo a Layla a levantarse y sentarse en el sofá donde él estaba antes.

 

Claus estaba mirando cada dos minutos a Layla quien miraba atenta que el hombre hiciera los ejercicios que los entrenadores a su alrededor le indicaban.




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