—entonces… —Layla palmeo sus muslos sentada frente a Claus, notando que al lado de este está un bastón ortopédico con codera.
—¿entonces? —Claus elevo una ceja manteniendo una leve sonrisa en los labios.
—¿Cómo sigue de su pierna? —Claus contuvo un bufido intentando no reírse, la mujer le parecía adorable.
—bien, ahora mejor —Layla lo miro confundido unos momentos para luego sonreír.
—mmm… entiendo —un breve silencio reino en la habitación hasta que el celular de Layla sonó con una notificación.
Saco el celular nerviosa bajo la mirada atenta de Claus, leyó los mensajes, y su semblante cambio a uno amargo y serio.
—¿todo bien? —Layla se encogió de hombros soltando un suspiro.
—sí, sí, todo bien —inconscientemente se rasco el brazo justo donde estaba la cicatriz, esta comenzaba a dar comenzó.
—¿quieres contarme algo? —Layla dejo de mirar el celular no queriendo abrir por completo los mensajes que había enviado Nico.
—¿sobre…— dejo la pregunta en el aire al ver el rostro de Claus con una ceja elevada. —no es nada importante.
—si no fuera nada importante… no hubieras puesto esa expresión en tu lindo rosto —ella no pudo evitar sonreír no dándose crédito que el hombre siga coqueteándole y con pavor de contarle sobre …
—¿es por Venturi? —Layla se quedó tan quieta que podía ser confundida con una estatua.
—¿eh?
—Enzo Venturi ¿no? Lei algo sobre él hace un rato —sin querer Layla ya estaba transpirando.
—puedo resolverlo —fue todo lo que atino a decir y bajo la mirada tranquila de Claus, apretó con fuerza el celular en sus manos.
—sé que puedes, pero no dudes en pedirme ayuda —el ceño de Layla se arrugo rápidamente.
—¿Por qué? —Claus está dispuesto a hablar, pero los golpes en la puerta lo interrumpieron.
—Señor, lamento molestarlo, pero ya llegaron los entrenadores —el gran hombre se inclinó hacia delante tomando el bastón y con lentitud se comenzó a levantar.
Tanto Layla como el hombre en la puerta se acercaron rápido, dejando a este ultimo de lado cuando vio a su jefe mirarlo casi de manera mortal, la mujer ni se había dado cuenta de esto por mirar al suelo esperando que el gran muro de hombre no se fuera a golpear con nada.
Claus se irguió lo mejor que pudo dando un mal paso solo para que las manos de Layla lo intentaran detener, esta al darse cuenta de la pequeña trampa intento alejarse, pero este se lo impidió, sujetándola de la cintura.
—me importa lo que te suceda, no olvides eso —Layla lo miro sin comprender unos segundos pues la voz profunda del hombre retumbo hasta el último de sus huesos.
Claus con calma se movió por el salón rumbo al pasillo.
—¿vienes? —Layla miro un momento la espalda del hombre quien ahora sostenía la puerta, tomo su bolso y celular saliendo a pasitos apresurados ganándose una sonrisa del hombre.
—¿vive aquí solo? —la oscuridad de los pasillos a pesar de la gran cantidad de luz que venida de los grandes ventanales le daban un toque de peligro al lugar.
—¿quieres hacerme compañía? —sugirió en tono bajo Claus observando por el rabillo del ojo a la mujer bajita a su lado, la cual desprendía ese olor a dulce y caramelo que lejos de asquearse simplemente le daban aún más ganas de ir tras de ella.
—oh no… gracias —dijo casi por inercia mordiéndose la lengua en el proceso, Claus solo se rio por la expresión de terror en el rostro de la chica.
—si es por el color, puedes cambiarlo a tu gusto —ella solo miro el alrededor, el pasillo de estructuras viejas clásicas no parecía una típica casa de la región, y los toques oscuros solo hacían más contraste con la sombra en los ojos del hombre a su lado.
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Editado: 20.08.2024