No te esperaba

Capitulo 47

Cuando abrió la puerta él estaba allí, Layla parpadeo un par de veces levantando la cabeza, Nico es media cabeza más alta que Enzo por lo que para Layla quien apenas está en su uno sesenta es realmente bajita, le hizo frente al hombre con humor y este se hizo a un lado al verla tan tranquila, pero con las mejillas rosadas.

 

—¿quieres cenar algo? —pregunto Nico siguiendo a Layla escaneándola, deteniendo su mirada en el trasero.

 

—mmm… debería cocinarte, pero no quiero que mueras —dijo una vez se giró encontrando los ojos de Nico observándola detenidamente detrás de sus lentes.

 

—¿así de mal cocinas? —fingió horror haciendo que Layla hiciera un puchero.

 

—no, pero me pondré nerviosa, sentiré tus ojos juzgándome por el intento de comida que hago y no —intento explicarse lo más rápido que pudo.

 

—anda, si me arrodillo ¿lo harías? —Layla abrió los ojos con horror y más cuando lo vio intentar inclinarse.

 

—no, no, no, no ni se te ocurra —él se rio y por acto de reflejo le tomo las mejillas a la chica apretando estas e inclinando la cabeza directamente a los labios, deteniéndose solo para ver como los ojos cafés de Layla se dilatan dejando un beso en la punta de la nariz a último minuto.

 

—¿Qué…qué fue eso? —murmuro viendo a Nico pasar rápido a su lado hasta la cocina.

 

Ambos estaban en pijamas, y Layla se sentó del otro lado de la pequeña isla con dificultad, pues las sillas son altas; mirando como Nico se movía por la cocina sacando cosas hasta que se acercó a la mujer tomando un delantal y colocándoselo por el cuello y pasando sus manos ágilmente alrededor de la cintura.

 

—serás mi pequeña asistente. —Layla miro con incredulidad el delantal que parecía un vestido a su alrededor, pero no se quejó simplemente bajo de la silla que tanto le costó subir dando un saltito y siendo atrapada por Nico cuando perdió el equilibrio.

 

—sí, señor —se paró firme haciendo un saludo militar y siguió de cerca a Nico hasta el otro lado de la isla de la cocina.

 

—prepararemos pasta —Layla aplaudió emocionada.

 

—yeey pasta, mi segunda cosa favorita del país —Nico se rio

 

—¿cuál es la primera? —la pregunta llego, pero Layla se lo pensó.

 

—los monumentos —la sonrisa que tenía en los labios no pasa desapercibida para Nico, cuando asintió tardo cinco minutos en captar la indirecta y comenzó a reír.

 

—prepararemos carne, me ayudaras a cortar. —Layla solo asintió tomando el cuchillo, pero al verla Nico se lo quito.

 

—primero, ve a lavar todo —le coloco un tazón frente a ella con las cebollas y zanahorias y otras cosas que hicieron arrugar la nariz a la mujer.

 

—sé que soy un peligro con el cuchillo, muy sutil para decirlo —el hombre rio, pero Layla solo tomo el tazón girándose y yendo a abrir el grifo del agua lavando con cuidado las cosas, Nico solo la miro unos instantes viendo como esta se movía como si estuviera escuchando alguna canción.

 

Nico coloco una música al azar viendo a Layla seguir el ritmo como si conociera la letra, pero cada que cambiaba el ritmo Layla se detenía para luego intentar seguirlo.

 

—oye… —se quejó cuando este le cambio la música.

 

—Lo siento, deja coloco algo mejor —cuando encontró la música simplemente la dejo viendo a la mujer seguir intentando bailar imitarla después de un rato.

 

Layla volvió a tomar el cuchillo cortando a la mitad un tomate, Nico quien está preparando la carne la mira con atención viendo lo delgado que esta por cortar una rodaja cuando se coloca detrás de ella tomándola por sorpresa.

 

—no linda, es mejor en cubos —susurro en la oreja de la chica logrando que los bellos de esta se levantaran y esta se encogiera de hombros.

 

—no… no hagas eso —intento contener un chillido.

 

Nico bajo la mirada al brazo derecho de Layla viendo la piel erizada de la mujer, sin poder evitarlo se pegó más a ella tomando sus manos guiándola a cortar la cebolla.

 

—ben, solo hazlo así —comenzó a cortar sosteniendo las manos de Layla, esta parece una muñeca inmóvil.

 

—pero…pero puedo hacerlo sola —se quejó haciendo un puchero sin querer voltear a mirarlo.

 

—¿Por qué pareciera que te cortaras un dedo? —Layla frunció los labios dejando que Nico terminara de cortar, dejando que sus manos calentaras las de ella.




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