—Cariño —Emilia gimoteo acercándose al hombre con ojos llorosos, pero este la ignoro manteniendo sus ojos fijos en Layla quien solo le sostuvo la mirada unos instantes para luego ver el panorama ¿hace cuánto estaba allí? ¿Cuánto había visto? ¿Dónde estaba su bastón? Las preguntas se arremolinaron en su mente tan rápido como los latidos de su corazón.
—¿Qué crees que estás haciendo? —Gruño hacia Emilia y la mujer solo se sostuvo de su amiga quien ya está temblando.
—pe…pero ella
—primero el hospital y ahora en público ¿no te cansas de avergonzarme? —los ojos de Claus se toparon con los Emilia haciéndola retroceder. —Mateo, sácalas del centro comercial —dijo con fastidio y el hombre se movió hasta ella.
—Pero… pero Claus ¿vas a protegerla a ella? ¡Fue quien me golpeo! —Emilia miro con odio a Layla y esta solo la miro con los ojos entrecerrados.
—Señorita Ortiz ¿tiene algo que decir? —elevo una ceja cruzándose de brazos.
—pues sí, su novia está loca —Claus levanto la comisura de sus labios al ver a Layla perder el poco control que tenía, Emilia vio el cambio de actitud y sus alarmas se activaron.
—ah, ¿sí? ¿Y que venía a hacer aquí? —el hombre dio un par de pasos hacia delante intimidante, el dueño de la joyería esta pálido como un papel detrás del mostrador.
—solo… quería comprar un collar —al ver el cambio de actitud supo que tal vez se debatía en no comprarlo. —y vino su querida novia a arrancármelo de las manos.
—Emilia… —gruño en advertencia apenas mirando al trio de mujeres juntas sin tanto valor para hablar ocultándose detrás de Emilia.
—yo… No es cierto, ella no tiene como pagarlo —se defendió y Layla suspiro.
—bueno, ahora creo que es una razón más para que uses esto para disculparte —Layla abrió mucho los ojos cuando lo vio pasar a su lado tranquilamente tomando el collar en sus manos viéndolo detenidamente.
—¿disculparme? ¿Me ha golpeado y tengo que ser yo quien se disculpe? —la mujer indignada dejo de verse débil mostrando su enojo vivo.
—la señorita Ortiz no tiene por qué mentirme ¿o sí? —Layla se cruzó de brazos ofendida.
—¿Qué gano yo con mentir? Y no necesita disculparse pagando por el collar —Layla dio varios pasos lejos de Claus, el calor que este irradiaba comenzaba a parecerle peligroso.
—oh, tiene que… ¿verdad dulce Emilia? —por el tono de voz Emilia sabía que no debía discutir más sobre ello o lo tendría en su contra. —traigan la caja —las empleadas corrieron rápidamente y le trajeron una caja rectangular plana aterciopelada de color negro, Claus coloco allí en collar se lo extendió a Layla. —acéptalo como disculpar por este mal entendido con Emilia… que debo aclarar que no es mi novia —Emilia lo miro a punto de sentir desmayarse. —solo una amiga que no sabe su lugar. Puede irse Señorita Ortiz —Layla miro la caja sin querer tomarla, pero luego de unos minutos de duda tomo la caja.
—no creo…
—créame…puedo manejar mi temperamento —Claus se inclinó hacia Layla y está por instinto retrocedió un poco. —si quiero.
—me… alegra que ya no use el bastón —el hombre sonrió ampliamente y Layla camino rápidamente pasando por el lado de Mateo, quien aún tenía acorralada a las tres mujeres, un tercer hombre le abrió la puerta y Layla lo reconoció, el mismo hombre del hospital.
Al cruzar la puerta los hombres ni movieron un solo musculo ni siquiera para mirarla, mantenían la vista fija en la nada así que camino rápido lejos de allí, sintiendo un dudo de ansiedad creciendo al ver la cantidad de guardias, tal vez unos cincuenta hombres vestidos de negro.
Cuando llego al ascensor suspiro aliviada y saco el celular metiendo rápidamente la caja dentro del bolso.
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Editado: 20.08.2024