Capitulo 67

—¿y? —Layla esperaba ansiosa en el jardín, viendo como Mateo y Claus caminaban y parecían tan tranquilos que ella no podía entender el idioma.

Al menos los que estaban en la casa si la entendían y por lo que había dicho Claus la última vez, solo el entendía el español.

—la vieron en Roma, pero cuando la intentaron seguir, desapareció entre la gente —suspiro frustrado sacando de uno de sus bolsillos delanteros un cigarrillo.

—entonces… ¿no poder volver? —Claus la observo deteniendo su encendedor, saco el cigarrillo de su boca.

—¿quieres volver? —frunció el ceño sin saber porque Layla también lo hizo.

—bueno… quisiera salir de esta casa —se cruzó de brazos, pues cada vez que intentaba decirle que quería ir a la ciudad o salir simplemente él se negaba a mostrarle donde estaba.

—¿no te gusta? —el corazón de Layla se detuvo y miro la casa a sus espaldas, con el perro pegando su cabeza en su abdomen.

El lugar es enorme, por fuera incluso tiene ese mismo color verde esta vez desteñido con madera y algunos pilares en blanco haciendo de perfecto camuflaje entre el bosque.

—claro, me encanta —no quería hacerlo enojar, pero ya era tarde, el hombre la miraba con la mandíbula apretada, esperaba alguna clase de respuesta verbal o grito de su parte, pero en cambio solo llego un suspiro fuerte.

—déjame mostrarte algo —comenzó a caminar por el sendero hacia el bosque y el perro quien permanecía a su lado avanzo luego de un ladrido.

Layla con duda siguió a Claus viéndolo detenido en un árbol con una nube de humo saliendo de su boca.

Sin estar familiarizada con el bosque intento memorizarse el camino hasta que llegaron a un entorno mucho más abierto con un par de árboles caídos el frio es más intenso, pero puede definir las rocas detrás de las hojas.

Layla mira sin entender ajustándose los lentes como si eso la ayudara a mirar.

—¿solo quieres salir de la casa o te quieres ir? —la voz a sus espaldas es gruesa, casi siente como entre el frio del bosque se vuelve cálido de la nada, se giró por completo viendo a Claus demasiado cerca de ella.

Layla echo toda la cabeza hacia atrás viendo así el rostro del hombre el cual ya comenzaba a oler a cigarrillo.

—se… que quieres protegerme, pero esto se siente como un secuestro —Claus siguió mirándola sin decir nada.

—solo intento protegerte —afirmo en tono bajo haciendo que Layla retrocediera hasta unos troncos caídos.

Con miedo en sus ojos marrones que hicieron temblar de ira a Claus para luego de un silencio largo cerrar los ojos.

—Koziakas…

—¿eh?

—estamos cerca de Koziakas… en Grecia —Layla abrió mucho los ojos viendo como el hombre se sienta a su lado en el tronco. —es una vieja casa en la cual nadie sabe que estamos y quiero que se mantenga así.

—¿me trajiste a Grecia? —pregunto aun incrédula.

—no podíamos seguir en Italia, así que te traje aquí —Layla miro al hombre derrotado a su lado jugando con la mitad de su cigarrillo, parecía un pequeño afligido, incluso Hades se acercó a él luciendo triste. —quien intenta matarte…?

—la relación con una parte de mi familia es difícil, por eso te mantengo aquí, —tomo su mano viéndola con detenimiento como si fuera la cosa más importante —  si tu amiga fue capaz de dejarte ir aun sabiendo que irían por mí es porque sabe que sientes algo por mi ¿o me equivoco? —Layla guardo silencio, no lleva pensando mucho tiempo y llega a la misma conclusión.

Sabe que Claus haría lo que fuera por ella, aunque a ella no le gustara o se diera cuenta de ello y Layla la única razón por la que no quería corresponder a esos sentimientos es la cantidad de enemigos que apenas podía imaginar.

—me gustas Claus… pero…

—¿pero? —lo pensó tan rápido que la respuesta fue obvia.

¿Para qué huir? Si se aleja ahora igual irán tras de ella.

Tomo las mejillas de un Claus confundido uniendo sus labios en un suave beso el cual él acepto encantado, sentando a Layla sobre sus piernas sintiendo la nariz fría del perro en sus espaldas por donde la mano de Claus se paseaba.