—Layla te tengo… ¿Qué está pasando aquí? —la confusión en el rostro de Claus es obvia cuando la inocente expresión de ella choco con la suya, en medio de ambos esta un gran perro con un gorro de baño quien al ver a su dueño sonríe levantando los costados de su hocico arrugado, babeando con la lengua afuera.
—le daré un baño —Claus elevo una ceja sin creer que su perro estuviera teniendo más atenciones que él. —¿dijiste algo? —el hombre lo dudo un momento, pero tenía que decirlo, no quería mentirle a ella.
—ya Alonzo dejara de ser un problema para ti —Layla se quedó quieta mirando a Claus y luego al gran perro.
—¿en serio? ¿Qué hiciste? —pregunto más que por curiosidad, por temor mientras intenta acariciar el cuello de Hades antes de meterlo a la regadera.
—eso no puedo decirlo —en la cabeza de Layla eso significaba que algo muy malo le espera a Vera.
—¿sigue viva? —Claus dudo un momento antes de asentir y escuchar el suspiro de alivio de Layla.
—¿puedo verla?
—eso es un rotundo no —ella quería refutar, pero la mirada seria de Claus le advirtió que no cambiaría de idea.
—bien, pero… ¿podemos volver a Italia? —el hombre se cruzó de brazos.
Ya han discutido sobre lo mismo y tampoco entendía porque quería regresar con tanto empeño.
—no me salgas con que aquí lo tengo todo, no estoy acostumbrada a esto y mientras más tiempo paso aquí me siento un poco incomoda, quiero hacer otras cosas. —Claus miro la aflicción en la mujer que ahora estaba siendo lamida por su perro. —dime que al menos lo pensaras. —Layla está segura que buscar el lado rudo de Claus no le traerá nada bueno, por ello sigue con su rostro triste pero decidido.
—lo pensare, ahora. Déjame ver cómo te va con esto —se cruzó de brazos cerca de la entrada del baño de servicio.
Layla echo agua en su mano y brazo primero para saber la temperatura del agua notando como el perro se acerca lamiendo la mano de esta.
Con cuidado lo moja en el lomo y este permanece sentado.
—jamás lo había visto tan tranquilo —murmuro Mateo al lado de su jefe.
—creo que tiene que ver con eso —le señalo con cuidado Claus hacia una mesa donde se encontraba un recipiente lleno de galletas para perro, el hombre contuvo la risa, pero dejo de reírse cuando el perro obedientemente esperaba su premio luego de ser mojado.
Layla siguió con el champo echando demasiado, pasando un cepillo mientras el perro espera con calma.
—¿le dirá? —hablo bajo el hombre mirando como la chica luchaba contra las grandes dimensiones del animal.
—lo de su amiga, ya se lo dije —Mateo asintió con calma, había estado seguro que Layla querría ver a su amiga, pero también que su jefe se negaría y más porque aún no sacaban ninguna información de quien le pago para vender a Claus Makris.
—oh, imagino que le pidió regresar —y como Mateo imagino, las cejas de su jefe se fruncieron, haciendo que a su alrededor se sintiera el frio del polo sur.
—y no entiendo aun porque quiere volver —se notaba el rencor en su voz, Mateo soltó un suspiro intentando ordenar las palabras.
—pues es una mujer muy diferente a Emilia —y con la mención de ese nombre el rostro de su jefe se volvió aún más frio y ese ojo azulado se volvió blanco como la nieve.
—no la compares con ella —aunque el tono fue bajo, su asistente entendió que no debía seguir con la conversación.
Solo inclino la cabeza y se alejó, sabía que ahora su jefe es más consciente de sus sentimientos por la mujer y Emilia al fin pasaba a un segundo plano.
Esperaba que Layla fuera la buena, pero su jefe no está poniendo las cosas fáciles para ella y si el no interviene, las cosas se pondrían feas rápido.
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Editado: 20.08.2024