—¿si? —Layla pregunto feliz casi levantándose de la silla.
—sí, creo que no debo retenerte contra tu voluntad… no quiero que me creas un monstro —la chica se levantó y abrazo del cuello al hombre dejando muchos besos en la mejilla.
—gracias, gracias!! —respondió en español alejándose un poco del hombre hasta que esté la tomo del a cintura sentándola en su regazo.
Layla quedo pataleando hasta que la acomodo en sus piernas.
—no, no he terminado de comer —murmuro con las mejillas rojas cuando este escaneaba cada tramo de su piel.
—para mí ya lo hiciste —Layla miro a su lado viendo el plato casi vacío, pero como Claus desde que llego la obligaba a comer todo lo que le ponía en su plato se sorprendió.
El dedo pulgar del hombre limpio la comisura de los pequeños y gruesos labios, quitando restos de comida.
—¿Por qué no vamos arriba? —Layla abrió demasiado los ojos pataleando unos segundos insegura.
Aun recordaba como las manos de Claus la atendieron entre árboles caídos en mitad del bosque.
Sin esperar respuesta paso su mano bajo las rodillas de Layla y la otra en su espalda cargándola y emprendiendo camino a la habitación.
Hades los siguió ladrando desde atrás moviendo la cola.
—amigo, sentado. —el perro se detuvo sentándose, pero con la mirada en Layla, al ver esto no pudo evitar reírse.
—¿Qué es gracioso? —se quejó Layla quien estaba gritando para ser bajada.
—Hades está teniendo un conflicto —Layla miro sin entender al hombre y luego al perro quien gimoteaba y movía nerviosamente las patas dando pisadas.
—¿conflicto?
—entre atacarme u obedecerme —Layla miro al pobre perro quien dio un paso hacia delante lamiendo la mano de su amo hasta que sus dientes con cuidado y cautela sin dejar de mirar a su amo.
—ay dios mío … bájame! Te va a morder —Claus miro sin poder creer como su perro no le quería soltar, pero tampoco tenía el valor de apretar más los dientes.
—bien —la bajo a regañadientes mientras el perro soltaba rápido el brazo de su dueño viendo como Layla le acaricia la cabeza y este la olfatea moviendo la cola con emoción. —no entiendo como tan rápido cambio lealtades
—es tu culpa, le pediste que me cuidara —se cruzó de brazos Layla levantando demasiado la mirada.
—¿eso me incluye? —se señaló incrédulo, le había ordenado a su perro hace más de un mes el cuidado de Layla para que nadie le fuera a hacer daño, pero desde entonces el gran Kangal turco de pelaje negro y cicatrices se la pasaba día y noche con Layla sin apartarse de ella, incluso a la hora de dormir el perro seguía allí mirando y aprendiendo de lo que su nueva ama le estaba instruyendo, dándole incluso premios a escondidas de Claus y Mateo.
—sí, eso te incluye —Claus tomo de la cintura pegándola a su cuerpo sin evitar que ella gritara por la repentina acción y Hades camino en círculos a su alrededor saltado en dos patas en la espalda de su amo.
—Hades, basta…—gruño molesto y Layla se rio —dile que pare, lila —la mujer lo observo un momento mordiendo el labio inferior escuchando el ladrido detrás de Claus.
—Basta Hades ¡sentado! —con ese grito serio el perro se sentó enseguida viendo a ambos, le tomo de las mejillas al perro inclinándose solo un poco dejando un beso en la nariz del perro.
—ve… ve con Mateo a pasear —el gran perro dudo un momento mirando a su amo y luego a la mujer. —estoy bien, ahora ve. Ve —el perro con pereza se levantó y comenzó a caminar por el pasillo a paso pesado.
—no sé qué le hiciste… —las palabras murieron en su boca
—es muy inteligente —termino de decir Layla.
—¿lo crees? —levanto una ceja sarcásticamente.
—sí, ahora… ¿en que estabas? —ella estiro sus manos hasta el cuello de Claus y este con duda tomo de su cintura cargándola y entrando rápidamente a la habitación.
Sabe de las capacidades de Hades y no dudaría en tirar la puerta, solo esperaba hacer un buen trabajo.
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Editado: 20.08.2024