La noche de la nada se volvió silenciosa y para Layla acostumbrada al silencio de la casa mientras estuvo allí el leve sonido de la puerta al abrirse no la despertó, pero si al gran perro a su lado quien al ver a la persona simplemente se quedó tranquilo escaneando los movimientos cautelosos del hombre quien se acercaba a la cama y con cuidado cubría la boca de Layla haciéndola despertar de un susto, el perro a su lado se movió unos centímetros dispuesto a atacar.
—Calma, soy yo —susurro el hombre en la oreja de Layla está al voltear al verlo fruncio el ceño, este coloco su dedo índice sobre sus labios indicándole que no hablara, con duda Layla lo hizo, el hombre lentamente quito la mano de su boca dejando a una Layla asustada acostada en la cama y sujetándose de las sabanas con fuerza. —El Señor Makris se ira un par de días, estarás sola con Don y Lewis. —Layla asintió a sus palabras aun sin atreverse a hablar. —el día que ni yo ni el señor Makris contestemos los celulares, siga el sendero que el señor le mostro, vaya al oeste y corra lo más rápido que pueda, ¿entendió? —Layla frunció el ceño y más cuando este le entrego un papel bajo la sabana y dándole una caricia al perro en la cabeza este se relajó y Mateo salió tan rápido de la habitación que todo parecía un mal sueño.
Tomo asiento tan rápido en la cama que el papel bajo la cama cayó al suelo, lo tomo rápidamente y leyó lo que parecía una lista. Una de supervivencia.
Tenía un horario de lo que debía hacer y cómo debía sacar las cosas de la casa sin que nadie la viera.
Vio como Hades la olfateaba y luego le lamia la cara.
Su corazón seguía acelerado por el susto y el nuevo temor de las palabras de Mateo.
Sin poder conciliar tan rápido el sueño, miro al techo de la cama hasta que entre caricias al pelaje esponjoso de Hades se volvió a quedar dormida, con la poca luz entrando por la ventana.
El gruñir de Hades la despertó, pensando lo peor de nuevo, su mirada fue a donde el animal miraba con el lomo erizado, en la puerta de su habitación unos cabellos rubios se asomaban.
—vaya… veo que hasta ese bastardo te lo dio —las palabras inyectadas de veneno de Clarissa solo la hicieron relajarse, la mujer parecía vestir una bata de seda ligera y en su cuello una marca roja visible. Un chupetón.
—no lo hizo —Layla tenía la voz rasposa, se froto los ojos quitando el sueño que tenía rápidamente colocándose los lentes solo para confirmar lo que en la piel de esa mujer estaba.
—pensé que serias más… difícil —Layla solo parpadeo un par de veces soltando un suspiro.
—y yo pensé que serias menos obvia —la vio sonreír de medio lado, quiso entrar, pero Hades le ladro, tan grave y profundo que hizo temblar a ambas mujeres, el pánico se reflejó en sus ojos claros y no entiendo porque hasta que las manos de Claus tomaron los hombros de Clarissa empujándola fuera de la habitación.
—¿estas bien?
—ese perro, solo queria darle los buenos días a Layla y preguntar como estaba —su voz se habia vuelto tan dulce que Layla no pudo evitar abrir la boca del asombro y disimularlo con un bostezo.
—Hades, silencio! —pero el perro volvió a ladrar fuerte bajándose de la cama en posición de ataque.
—Hades, calma! —Layla se levantó rápido de la cama sujetando el collar del perro como si eso fuera a detenerlo. Ella seria arrastrada primero antes de que pudiera detener al gran perro.
—estas mal acostumbrando al perro
—ella entro sin tocar, fueron sus gruñidos los que me despertaron —Claus miro con enojo hacia Layla y luego hacia Clarissa quien parecía temblar en los brazos del hombre.
—lo siento, no lo sabía —Layla estaba agradecía por que Don hubiera dejado a Hades dormir con ella, ahora era claro que hasta al perro no le agradaba la mujer.
Tal vez el perfume que usaba esta o el hecho de que él podía olfatear el aroma de su antiguo amo en ella y no en Layla.
—baja a desayunar —gruño el hombre tomando el pomo de la puerta. —y deja que Mateo se encargue de Hades —cerro la puerta de golpe.
—sabes que Hades no deja que nadie cuide de él —grito, pero supo que no la escucho. —ñiñiñi… pobresita Clarisita… imbécil. —murmuro para sí, acariciando al perro. —Calma chico, esa zorra no se nos acercara. —Dijo con seguridad caminando hasta el baño y dándose cuenta de que tenía aun el maquillaje puesto, soltó un suspiro y se comenzó a quitar con productos todo el maquillaje tomando un baño rápido, bajando con el cabello húmedo a la planta baja cuando escucho la voz de Mateo apurándola.
#353 en Joven Adulto
#4987 en Novela romántica
destino o casualidad, destino romance y amor, mafia amor tragedia
Editado: 20.08.2024