La tarde caía y solo de camino encontraron una pequeña gasolinera.
—¿ves? Llegamos vivos —Layla parecía optimista a pesar de que sus ojos ya se les había pasado la hinchazón.
—sí, pero tienes que aprender a desacelerar en las curvas —la mujer asintió, estaba demasiado nerviosa, su cuerpo parecía querer colapsar, Don había dormido durante muchas horas y gracias a Dios que la carretera era muy recta, no tuvo problemas durante todo el rato, incluso comenzó a escuchar su música mientras su celular se mantenía en modo avión.
—comamos algo y sigamos, nos falta poco —Don se había quedado sin su saco y camisa blanca, simplemente su camisa blanca de mangas cortas y el pantalón blanco, ninguno llevo armas para no parecer sospechosos, incluso Layla tuvo que cambiarse de ropa por un vestido largo de verano que era lo único ligero que podía entrar en el bolso.
—¿Cuánto exactamente es poco? —el hombre suspiro mirando el reloj en su mano.
—si seguimos este ritmo, llegaremos en la noche —Layla asintió insegura pero no tenía otra opción, Claus de seguro la materia sin preguntar, escapar la hacía ver culpable pero cuando viera como dejaron la casa seguramente entendería un poco.
Tomaron algo de comida y bebidas.
—no… no puedo tomar coca cola —dijo cuando vio que el hombre solo tomaba un six-pack de latas.
—¿es enserio? —se cuestionó el hombre.
—desde los diecisiete, mi estómago se volvió intolerante —el hombre miro atento la nevera y tomo otro de seven up viendo que Layla asentía. —o mejor solo agua. —le sugirió en un murmullo y el hombre dejo las latas para tomar un garrafón de agua.
De regreso al auto Don subió en el asiento del piloto y volvieron a seguir por la carretera, Layla cambio un poco su playlist esperando que Don soportara las músicas de los ochenta que tenía, lo cual funciono cuando lo escucho cantar.
Cuando pasaron un gran cartel luego de varias horas de carretera Layla vio que él se removía incomodo en su asiento y miraba demasiado por el retrovisor, cuando ella lo hizo por el espejo de su lugar noto que muy lejos un auto negro los seguía.
—¿nos siguen? —pregunto muy bajo.
—no lo sé, no me detendré a preguntar. —vio como el auto hizo titilar sus luces frontales.
Habían estado pasando pequeños autos familiares o camiones normales, pero ninguno tenía los vidrios polarizados como ese auto.
—¿crees que Claus nos pudo alcanzar? —Don no respondió. —¿Qué pasa?
—tal vez también vengan por mi —Layla no entendió.
—de… de que hablas… —pregunto con cautela viendo que los seguros del auto se activaron.
—lo siento Layla. —La mujer miro con horror al hombre a su lado y luego el arma justo al lado del agua.
—¿Por qué lo sientes? —Layla no quería creerlo.
—no pensé que te arriesgaras por unos simples empleados, pero lo hiciste —Layla no quería llorar, pero su ansiedad volvió de nuevo.
—¿Qué… que hiciste? —Layla sujeto con fuerza el cinturón de seguridad que traía puesto.
—tal vez Claus no es quien venga detrás de nosotros, sino Clarissa —Don se atrevió a mirar a la mujer a su lado viendo que esta comprendió rápidamente, quien era el titiritero. Quien quería muerto a Claus, es su ex.
—¿trabajas para ella? —Layla parecía ofendida y dolida.
—quiero que entiendas…no tenía opción —dijo con calma el hombre.
—Dominico…
—pero la traicione —Layla se le corto la respiración por un momento. —la traicioné cuando tu decidiste que Claus no me matara, y tuve que armar otro plan.
—¿Qué plan? —limpio sus lágrimas bajo sus lentes, sorbiendo fuerte por su nariz.
—uno en el que mi familia y tu sobrevivan —Layla se sorprendió por ello.
—no… no entiendo — negó varias veces relajándose un poco.
—Clarissa me amenazó con matar a mi esposa e hijo, así como hizo que Alonzo te traicionara. —ante esa mención sus ojos se abrieron de asombro.
#249 en Joven Adulto
#3925 en Novela romántica
destino o casualidad, destino romance y amor, mafia amor tragedia
Editado: 20.08.2024