—¿todo bien? —pregunto la mujer desde atrás de Niccolo.
—sí, todo bien, iré a hablar con el señor en el consultorio. —murmuro y la mujer asintió.
Niccolo guio a Claus hasta al consultorio pequeño, cerrando la puerta.
—bien ¿Qué lo trae por aquí? —Nico le dio la vuelta a la mesa tomando asiento viendo que Claus se quedaba de pie.
—quiero saber cómo esta Layla —fue directo y Nico elevo una ceja.
—no sé de qué hablas —Nico se relajó en la silla, no iba a darle el gusto.
—no te hagas el listo Niccolo D’Luca, vi tu transmisión en directo —Nico se quedó viéndolo fijamente. —vi la foto que colocaste en tus historias, tienes valor, pero sabes que ella me preferirá a mí. —Nico intento no reírse.
—eres muy incrédulo hombre. Ella solo estuvo contigo porque tu historial de hombre violento no le dejo otra opción. —Claus golpeo la madera de la mesa asustando a Nico.
—imbécil… ¿te crees muy listo? —gruño dejando que sus ojo café se volviera negro y su ojo plata casi se volviera blanco.
—no, pero tú no tienes derecho a venir a mi trabajo cuando le has hecho vivir un infierno en menos de un año! —Nico no supo de donde tomo valor, es obvio que Claus es mucho más alto que él y corpulento, entendía porque Layla tuvo que volverse sumisa para no sufrir las consecuencias.
—¿es mi culpa? —Claus no lo soporto y lo tomo por el cuello de la camisa, cuando la puerta se abrió entraron dos hombres, tomando a Claus de los brazos.
—¡Claus!, ¡Basta! ¡Suéltalo! —quería ahorcarlo, pero Gabrielle y Mateo habían llegado a tiempo.
—estas con Stefan ¿eh? ¿crees que pueden retenerla y alejarla de mí? —el hombre tenía una mirada loca, Nico no entendía, miro directo a esos ojos dispares, cansados, cristalinos, pero no de ira, el hombre parecía estar sufriendo.
—¡llamare a la policía! —grito la otra doctora desde afuera.
Y fue cuando Claus logro soltarlo.
—¿Quién demonios te crees? —Nico pregunto acomodándose la camisa arrugada. —Lárguense de mi consultorio o pondré una denuncia por acoso! —cómo pudieron ambos hombres sacaron a un Claus alterado, hasta que en la entrada del consultorio uno de sus hombres apareció con una daga en el pecho.
Las enfermeras gritaron horrorizadas al ver al hombre.
Mateo se acercó y tomo una carta que estaba en el pecho del hombre, solo había una oración.
—está bajo nuestra protección. —le entrego la carta a su jefe y este miro con horror a Nico quien seguía recuperando el aliento y su compañera seguía preguntándole cosas que Nico solo negaba.
Todos los hombres salieron del edificio llevándose el cuerpo con ellos.
—buenas tardes —la mujer al lado de Nico grito y se sobresaltó cual gato, ambos miraron a la persona en la puerta sorprendiéndose de verlo perfectamente vestido de traje y dagas en las manos como si este fuera solo un simple lápiz el cual sostener.
—¿Quién eres? —pregunto con temor el hombre.
—quien te cuidara el trasero si Claus vuelve a acercarse. —el hombre parecía un loco, tenía una sonrisa de completa felicidad.
—yo no pedí eso —frunció el ceño con malestar.
—si bueno… debes agradecérselo a tu novia —Nico no esperaba esa clase de “ayuda” pero viendo el temperamento de Claus necesitaría a esta clase de hombre.
—bien. —Nico le agradeció a su compañera y le pidió privacidad con el hombre, al irse la mujer el hombre solo la miro de pies a cabeza y con voz baja pregunto.
—¿no le dijiste nada sobre la condición de tu linda novia? —Nico miro confundido al hombre.
—¿Por qué?
—el jefe no quiere que se sepa por nada del mundo este “pequeño” detalle técnico, podría poner en peligro a tu novia y no queremos eso ¿o sí? —agradecía que su boca se había quedado callada.
—no, no dije nada —ambos hombres se miraron y el otro sonrió asintiendo, Nico decía la verdad.
—bien, buen chico, ahora, seguiré, vigilándote —hizo una leve seña con sus dedos, al estar por irse escucho la voz de Nico.
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Editado: 20.08.2024