No te esperaba

Capitulo 112

—esto fue una advertencia… —Dijo Mateo entrando al departamento.

 

—¿Cómo me encontraron? —pregunto Claus dejándose caer pesadamente en el sofá.

 

—vamos, ¿crees que eres el único que puede monitorear a las personas? —Gabrielle se cruzó de brazos.

 

—y tuvimos suerte —Mateo apoyo sus manos sobre el sillón frente a Claus. —no puedes acercarte a D’Luca.

 

—¿si? ¿Qué me harán? ¿Me mataran? —pregunto con burla.

 

—básicamente sí —respondió Gabrielle. —te lo dije, si quieres ver a Layla tendremos que encontrar a Clarissa y entregársela a Stefan.

 

—que lo haga él —se enfurruño como un niño pequeño.

 

—sabe que querrás a Layla, no te la dará, incluso podría matarla —Claus miro desesperado a Gabrielle y Mateo le hizo una advertencia con la mirada. —eso… en el peor de los escenarios.

 

—Mato a ese imbécil mucho después… ¿Por qué? —cuestiono, pues por lo que sabía el padre de Clarissa supo que ella fue quien mando a asesinar a esa pobre mujer y ahora todos sus hombres aparecían muertos y torturados, tuvo que pedir ayuda para salvar el pellejo de su hija y tener más poder del que Stefan tenia, pensó que así se calmaría, pero no contaba con que el hombre asesinaría a hombre de la mafia más poderoso al sur de Italia.

 

—quería hacerla sufrir, la vi, ella amaba a ese hombre —dijo Mateo tomando asiento y abriendo su chaleco del traje.

 

—y Layla está a salvo con Stefan, solo… agradezcamos que tenemos todo el tiempo del mundo para ello —Gabrielle paso las manos por su cabello peinándolo hacia atrás.

 

—¿en serio? —Claus no lo veía como algo confortable, mientras tiempo perdía, menos le quedaba tiempo a Lila.

 

—sí, si nos hubieran puesto un plazo estaríamos jodidos —comento Mateo, tal vez ellos vieran beneficios en ello, pero el necesitaba tener a Layla a su lado para sentirse bien.

 

Las luces comenzaron a parpadear, las voces de su asistente y su amigo se volvieron lejanas, todo se volvió negro.

 

 

—mmm… bien… —dijo con calma intentando procesar la información que su nuevo jefe le estaba indicando, su trabajo consistía verificar la veracidad de las falsificaciones, jamás pensó que usaría su conocimiento en edición y montaje para ese tipo de cosa.

 

Lo había echo un par de veces sí, pero eso es las grandes ligas para ella y no puede fallar, el hombre a su lado la supervisa y asiente de vez en cuando, ya le habían explicado bien todo lo que debía hacer y Layla aprendía rápido.

 

—bien Salvatore, te dejare hacerlo sola —miro el reloj de su muñeca, Layla asintió y siguió concentrada en el trabajo.

 

No estaba acostumbrada a tener que usar otro nombre y otro apellido, incluso su nacionalidad había cambiado.

 

Su nueva identidad es de Elizabeth Salvatore, había sido adoptada por una familia que acabo mal por el hijo sanguíneo de la familia, involucrándose con drogas y al final acabaron en la ciudad para iniciar su nueva vida.

 

Layla pensó que ni a ella se le hubiera ocurrido una novela tan dramática como esa, pero estaba bien, debía adaptarse y eso sin duda es lo que haría, después de todo no se quedaría de gratis en la ciudad.

 

—¡termine! Grace, quieres venir a ver —la mujer a tres metros de distancia se levantó de su silla solo para ver el trabajo de Layla, ella también había hecho ese trabajo cuando llego pues era el más tedioso.

 

—bien, puedes irte por hoy —la mujer amable se fue dejando que Layla terminara por arreglar su puesto, metiendo todo en sobres y dejándolos sobre la mesa común, allí su jefe dijo que lo tenía que dejar.

 

Su rutina consistía en salir del trabajo, tomar agua y trotar un poco de vuelta a su departamento, el lugar es pequeño, pero según Nico es mucho más grande que su antiguo departamento.

 

De camino podía sentir que alguien la seguía, en específico un auto, pensaba que se estaba volviendo loca hasta que, de caminar rápido, paso a trotar y luego a correr, el auto seguía detrás de ella, pero no hacía mucho esfuerzo en acelerar cuando llego a una esquina otro auto salió de la nada, pero al estar en la acera pudo frenar su cuerpo y evitar el golpe, cayendo de trasero, el auto siguió de largo sin percatarse de nada.

 

Para Layla fue un golpe de realidad. Frente a ella paso la explosión del auto, su propio grito la altero.




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