No te esperaba

Capitulo 115

—¿está bien? —pregunto Stefan esperando fuera de la habitación al doctor, este salió soltando un suspiro.

 

—le di un sedante… —el hombre asintió dejando que el doctor se marchara, entro con cautela a la habitación, acercándose a la cama mirando a la mujer bajo la sabana completamente tranquila.

 

—Señor, ¿necesita algo más? —pregunto bajo Frey mientras observaba atento a su jefe desde la entrada de la habitación.

 

—no, hay que dejarla dormir, mañana sabremos si… recordó algo —Stefan solo acomodo el cabello de la chica viendo los parpados cerrados un tanto hinchados.

 

Layla había estado llorando con fuerza durante unos largos minutos, Frey no había perdido tiempo en llamar al médico apenas la vio caer, para cuando ella comenzó a hiperventilar, su rostro se había tornado pálido mientras su vista no se alejaba del gran perro quien la mirada atenta.

 

—¿Cómo esta Kay? —pregunto acercándose a a su asistente mirando por última vez a Layla.

 

—está bien, Rea no hizo mucho daño —Stefan asintió y cerró la puerta.

 

Ambos miraron al gran perro mirando desde lejos a su amo, este le regreso la mirada.

 

—que le limpie la sangre del pelaje —Frey miro a Rea quien movió la cola y esperaba atenta a acercarse.

 

La llamo con una orden y el gran perro se movió hacia Frey este le acaricio la cabeza y con otra orden esta le siguió obedientemente, Stefan solo miro por un momento la puerta cerrada y con una leve sacudida de cabeza se fue directo a su habitación.

 

La mujer lo tenía intrigado ¿sería que mañana recordaría lo sucedido? Stefan se lo preguntaba una y otra vez mientras el agua caía sobre su cabeza, la había estado estudiando sin darse cuenta y desviando sus llamadas para que Claus no lograra llamarla.

 

Sabía que Claus en algún momento sabría que Layla no tendría memoria, pero no esperaba que la recuperara pronto.

 

Una parte de él quería que la mujer recordara todo, otra parte de él, la más oscura, quería que Layla jamás recordara a Claus.

 

—si no hubiera sido por él… —la ira creció en su pecho rompiendo el espejo en el que se miraba cuando termino su ducha.

 

Camino como un león enjaulado sin saber que más destrozar de su habitación, hasta que la puerta sonó y del otro lado Frey lo miro con cautela.

 

—¿todo bien señor? —murmuro el hombre esperando no tener que enfrentar a su jefe.

 

—sí, ve a dormir, mañana será otro día de mierda. —y con esas palabras Frey puso los ojos en blanco, sería otra noche en la que su jefe no dormiría.

 

—buenas noches señor. —dijo el hombre sin recibir respuesta del otro lado de la puerta, se marchó lentamente acompañando al gran perro blanco, por el pasillo descubriendo al lobo caminando con cautela por el pasillo hasta la puerta.

 

Frey lo siguió con cautela.

 

—hey amigo… —frey le llamo, pero el lobo no hizo caso simplemente siguió hasta la puerta de Layla.

 

Frey lo miro sorprendido pues ahora ya no estaba gruñendo ninguno de los dos. Kay con el hocico logro abrir la puerta del cuarto entrando con cuidado, parecía olfatear algo en el aire.

 

Frey entro en pánico, pero solo se mantuvo sereno siguiendo al lobo con Rea a su lado. Kay se acercó a la cama olfateando a Layla, se sorprendió que le lamiera la mano a la mujer, el lobo tenía un temperamento muy receloso a quienes eran parte de su manada, pero entonces lo noto.

 

Kay no tenía las mordeduras que Rea le había infringido.

 

—lex —dijo por el comunicador Frey con calma.

 

—¿Qué pasa frey?

 

—saca los dardos y que los chicos estén atentos —murmuro por el comunicador.

 

—¿Qué pasa? —se escuchaba fastidiado.

 

—hay un lobo suelto, y no es Kay… —dijo con calma dejando la línea en completo silencio.

 

—¿Qué? ¿estás seguro? —pregunto después de un rato.

 

—estoy viendo a Kay y no tiene ninguna mordida —el hombre dejo al lobo dentro de la habitación y Rea se fue con él.




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