—pues sus exámenes están normales, ha sanado muy bien —dijo el doctor muy calmado, Stefan miro las nuevas placas de Layla mientras esta se mantenía sentada escuchando a ambos hombres.
—¿y la resonancia?
—el golpe en su cabeza que le causo una inflamación bajo ¿ha tenido algún dolor de cabeza? —Layla ante la pregunta negó intentando recordar —¿mareo? ¿desorientación?
—eso… un poco, pero, es porque no conozco la ciudad o mi departamento —respondió en tono bajo y el doctor asintió.
—medicamente La—Elizabeth está bien, así que tendría que remitirla con un psicólogo —Layla elevo una ceja.
—me mandara con un loquero? —pregunto casi indignada.
—no es un loquero, necesita hablar con alguien y un profesional podría ayudar mejor a saber porque la señorita no puede recordar —el doctor estaba a punto de sudar por el estrés, tener a Stefan Vasile en una silla viéndolo como si ya mirara su alma no era fácil.
—está bien doctor, hablare con Leonard entonces —dijo el hombre levantándose de la silla.
—si va hoy le avisare para que esté listo a su llegada.
—se lo agradecería. —Stefan de buen humor lo era todo, cuando ambos salieron del consultorio el doctor pudo volver a respirar.
—¿iremos ahora? —pregunto la mujer siguiéndole con paso apresurado, Stefan era más alto que ella y por ende sus piernas más largas.
—sí, pero, ya tienes antecedentes previos ¿con quién podemos hablar sobre este asunto sin delatar tu condición? —Layla lo miro confundido.
—¿Por qué nadie puede saberlo? —Ambos se detuvieron frente al elevador esperando a que este llegara, una vez dentro Stefan le respondió con calma.
—has dicho que eres buena recordando rostros, por ende, si llegas a ver a uno de los hombres que te hizo daño o ellos te reconocen puedes ponerte en peligro, la ciudad aún tiene pequeñas ratas y no voy a arriesgarme contigo —el corazón de Layla se aceleró, solo estaban protegiéndola por alguna cosa que ignoraba y Stefan tenía razón en algo no podía arriesgarse.
—está bien. En… ¿en dónde queda el loquero? —Stefan intento no reírse, pero tenía una sonrisa grande en sus labios.
—iremos a unas cuadras de aquí, tranquila, la terapia tal vez te ayude —intento reconfortarla, pero Layla por dentro sentía que algo malo estaba dentro de ella.
—bien… muchas… gracias… —no sabía porque lo dijo, pero ahora se sentía terriblemente avergonzada, sintiendo sus orejas calientes. —se… ha tomado muchas molestias y… no estoy ayudando mucho. —las puertas del elevador se abrieron y Stefan dejo salir a Layla primero.
—si ayudas La—el mismo se detuvo y frunció los labios. —Elizabeth. —Layla intento no reírse al ver al hombre que al parecer olvidaba sus propias reglas.
Una vez en el auto el viaje fue corto, se sorprendió que Stefan manejara y no estuviera acompañado de Lonescu todo el tiempo, Layla podía hacer todo esto por su cuenta, pero agradecía tener a alguien que estuviera a su lado.
Cuando salió de la habitación para desayunar vio al lobo acostado frente a su puerta, se levantó observando a Layla con atención, ella sin saber que hacer le pido que se hiciera a un lado y el lobo la entendió, sentía que el perro en cualquier momento la atacaría, pero este en cambio bajo a su lado con tranquilidad, intento tocarle el pelaje pues el lobo le llegaba a la cintura y este se mantuvo tranquilo hasta que la dejo en el comedor.
Ahora están frente al edificio, entraron hasta el consultorio, Layla teniendo vagos y malos recuerdos de la última vez que vio a un terapeuta, esta vez no estaba su madre allí, y ahora Stefan sabría hasta el mínimo detalla de su vida, una vida que quiso dejar atrás.
—Buenas tardes. —se presentó el hombre con una amable sonrisa extendiéndole la mano a Stefan, Layla solo observo pacientemente hasta que el hombre moreno miro a Layla.
—ella es Elizabeth Salvatore —presento a Layla enfatizando mucho en el nombre, el hombre asintió y estendio la mano hacia ella.
—mucho gusto Elizabeth, puedes llamarme Leonard —Layla asintió y estrecho la mano del hombre con preocupación en sus ojos.
—un gusto.
—tranquila, solo hablaremos. —sonrió de manera amable.
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Editado: 20.08.2024