—esas flores están muy abajo —Layla iba en bata caminando por todo el rancho, el lugar tenía pocas sillas en un lugar grande, en sus hombros dos manos grandes la detuvieron.
—hija, es mejor que te vayas a sentar —Layla miro a su suegro abultando los labios, el chico que le estaba haciendo el peinado traía una taza de fresas con crema, entregándosela.
Ella lo tomo con duda y tomando un bocado se dejó llevar por el hombre, lo escucho susurrar un “Gracias”, pero ella sola había organizado todo el lugar con pequeños dibujos, las únicas mujeres eran la novia de Micael, y otras dos chicas que solo eran la cita de Ivan y Pier.
La casa en el campo al menos alegro a Layla, el sonido de los pájaros a la distancia la calmaron un poco mientras ambos hombres seguían acomodando su cabello.
Debían dejar ondas naturales con pequeñas flores y algunas trenzas, habían cortado casi la mitad del cabello dejándolo por encima de los codos; el vestido quedo justo al suelo sin arrastrarse tanto como al inicio y a pesar de la insistencia de Sarah por video llamada Layla se dejó convencer por Nico y uso converse blancas, simplemente las personalizo con algunas flores y las trenzas de las zapatillas en color blanco con brillantina, entre los estilistas se estaban riendo con ella por las zapatillas al verlas pero cuando miraron su estómago y el poco talento de Layla para usar tacones la elogiaron por al menos personalizar las zapatillas.
La puerta sonó y con cautela se escondió en el baño viendo quien era.
—¡Soy yo! —Layla suspiro, era la voz de Micael.
Cuando entro a la habitación se quedó sorprendido al ver a Layla.
Habían tapado todos sus tatuajes con maquillaje y su rostro apenas tenía rastro del mismo, había sido tan delicado que solo resalto los rasgos que la hacían lucir más joven.
—wo-wow! —dijo sorprendido y a punto de casi las lágrimas, Layla solo dio una vuelta haciendo reír a Micael.
—¿Cómo me veo? —hizo una pose levantando un poco la falda del vestido para mostrarle sus zapatillas.
—casi… me haces pensar que eres una ninfa del bosque —Layla se rio sonrojada.
—¿Qué te trae por aquí?
—el… el juez ya llego, así que estaré viniendo hasta que estés lista —Layla asintió mirándose en el espejo de cuerpo completo, ya había devorado por completo la taza con crema, dejándola casi limpia.
Le entrego la taza a Micael.
—pues aún me falta un poco, pero tráeme fresas con Chocolate ahora —el hombre miro la taza y luego a Layla y asintió como un soldado.
—a la orden capitana. —Layla se rio y lo vio marcharse con cautela.
Había preferido en cualquier otro universo que su madre estuviera allí, siempre se lo imagino diferente, pero cuando recordaba como la mujer solo se preocupaba por su medio hermano al punto de regañarla o pegarle simplemente las ganas de llorar volvían.
La distrajo fue la puerta sonando de nuevo y allí estaba Micael con las fresas bañado en chocolate y una nota.
Al abrir el papel solo decía “te amo. Deja el dulce, tu futuro esposo”, Layla se rio dejando la nota a un lado.
Probo las fresas, con cuidado de no manchar el vestido.
Los chicos terminaron de colocar el spray fijador en el cabello y el ultimo click.
—podemos decirle al guapo de la puerta que esta lista —ambos la miraron con aprecio, su trabajo estaba terminado.
Abrieron la puerta y entre un susurro le avisaron a Micael quien camino rápido abajo gritando que todos debían salir.
A la tarde estaba por caer, al igual que algunas nubes tapando el sol de vez en cuando.
La pequeña capilla rodeada de flores solo tenía aun novio nervioso quien frotaba sus manos con impaciencia.
Micael encendió la cámara e Iván la música, Layla se asomó por la puerta trasera de la casa, Nico soltó un suspiro al ver a la mujer caminando lentamente hacia él, con un vestido blanco y un pequeño ramo de rosas azules y blancas.
—déjame llevarte —ofreció su suegro a mitad del camino y Layla no se lo negó, Micael estaba allí de cerca grabando el momento.
Layla intento no pensar en todo el momento, jamás había tenido un padre que la llevara al altar y menos tenía a alguien conocido allí, solo ella, algunos amigos que seguían vivos y Niccolo D’Luca, quien con una sonrisa y lágrimas en los ojos la recibió.
Una vez juntos en bajo el techo lleno de flores y enredaderas, los vecinos a la distancia solo miraban el acontecimiento. Tomo las manos de Nico con calma notando como estas temblaban, no pudo evitar reírse por ello.
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Editado: 20.08.2024