—¿podrías dejar de mover la pierna? —Claus miro de mala gana a Gabrielle, pero este no se arrepintió de sus palabras.
—¿Cómo quieres que me calme? Ella…
—se casó, vamos sácalo desde dentro, ella esta ca-sa-da. —el gruñido de Claus se escuchó en toda la habitación, además del crujir del mouse de la computadora.
Solo habían pasado dos días desde el matrimonio y ya estaba odiando la idea de Layla con otro hombre, pero la imagen de Clarissa lo torturaba cada vez que pensaba en querer recuperar a Layla.
Regreso un par de veces a Estados Unidos para ver a la misma barista, pero la mujer se negó a estar con él.
A pesar de contarle que la mujer que amaba estaba por casarse, la chica no quiso seguir con él. Intento llenarla de regalos de “compensación” por todo lo que perdió bajo su cuidado, pero se sorprendió mas cuando la mayoría fue regresada.
Para Claus incluso el bebé no era un inconveniente para él, había crecido en una familia muy estricta y no quería repetir eso con sus hijos y por lo que había vivido con Layla tampoco sería una mala madre, tal vez demasiado sobreprotectora y ya lo había demostrado con rechazarlo tan rotundamente por Niccolo D’Luca.
Para ella la estabilidad lo era todo, pero ese acosador estaba perturbando la estabilidad que tanto ella quería y aunque no fuera con él, se la daría.
Para su sorpresa no esperaba ver a otro hombre con ella, se regresó resignado a la ciudad, ni siquiera su retorcido plan de hacer que el actor Benedict se cruzara con ella pudo ser perfecto, el hombre aun así tenía una agenda apretada y solo pudo saludarla, John había vigilado la interacción desde lejos, pero supo que eso era todo lo que podía hacer.
Layla admiraba a demasiadas personas como para pensar en alguien en específico.
—no sé qué haces aquí —el desdén en su tono no le hizo nada a Gabrielle quien seguía girando en su silla.
—mientras el pobre de tu asistente esta en quién sabe dónde, haciendo quien sabe qué. Tengo que vigilante —la sonrisa en los labios de Gabrielle era a boca cerrada, irritando aún más a Claus quien no dejaba de mirar la foto del vestido de novia de Layla.
La mujer lucia incluso más hermosa con el puesto, sabía que el vestido no había sido tan “caro”, él se había encargado de ello, le sorprendió su elección de zapatillas, pero la entendió, el bebé estaba creciendo y ella no iba a ponerlo en riesgo.
—entonces vamos a beber —Gabrielle lo miro con curiosidad, hacía más de dos meses que no tocaba una botella, se la pasaba investigando los movimientos del acosador de Layla.
—mejor vamos a comer algo, tal vez te presente a alguien —la mirada fría de los ojos dispares lo miro directamente, Gabrielle flaqueo. —bueno, comeremos solo —soltó un suspiro y ambos caminaron a la salida del edificio.
…
De regreso a la casa Layla se tiró a la cama arrepintiéndose segundos después, el bebé se había incomodado y ella comenzó a quejarse respirando hondo, algo había aplastado con su trasero, cuando saco lo que había pisado era una pinza para el cabello.
—con que aquí estabas —Nico entro a la habitación extrañado. —la pinza de cabello —dijo mostrándosela y sobándose el trasero, Nico solo miro la mano de su mujer y luego donde se estaba sobando.
Intento contener la risa, pero Layla le dio un golpe en el pecho.
—ven… ven aquí… déjame darte un masaje —Layla lo miro con sospecha, se acercó con cautela dejando que Nico le amasara el glúteo con lentitud.
—eso… oye…—Layla se rio cuando los labios de Nico comenzaron a besarla en el cuello. —¿no puedes contenerte? —un leve gruñido detrás de la oreja hizo que se le erizara la piel.
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Editado: 20.08.2024