No te esperaba

Capitulo 161

Nota: este capitulo tiene algunas escenas violentas.

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Corriendo tomo la horquilla sobre la mesa de noche viendo como el hombre entraba a la habitación y detrás Nico sujetando al hombre por el cuello, este trato de sacar un arma, pero Layla le tomo de la mano escuchando los disparos en la pared hasta que con una patada en la entrepierna soltó el arma tirando a Layla al suelo cayendo sobre su trasero.

El hombre se logró soltar de Nico golpeándolo en la herida.

—¡¿Por qué ELLA?! ¡¿Por qué!? —grito con rabia empujando a Nico. —te amaba!! —Nico solo lo miraba confundido, no sabía cómo una persona podía llegar a ese extremo.

—jamás… jamás te haría caso… no… no me atraen los…hombres —intento hablar mientras se sostenía la herida, el humo y el fuego se extendió rápidamente por la casa gracias a que el hombre había estado entrando a escondidas a la casa, preparando todo para ese momento.

—no tenías que hacerlo… —el hombre hablo con lastima sacando una navaja del pantalón apuntando a Nico.

Layla aterrada en el suelo comenzó a escuchar un silbido proveniente de afuera, un silbido que le recordó al familiar bosque en Grecia.

Se levantó rápido viendo afuera de la casa a unas figuras familiares.

—¡LILA! —sus ojos se inundaron de lágrimas cuando la figura alta de Claus afuera de la casa le dio esperanzas, mientras el hombre abajo se sintió aliviado de verla.

Tomando su sabana cubrió la sangre seca en su mano herida cubriendo la parte baja con el cobertor alistando todo para saltar.

—Nico… —miro a su esposo caer al suelo con la navaja clavada en el pecho, el hombre miro a Layla con una sonrisa y luego el arma tirada cerca de la mujer.

Ambos corrieron hacia el arma, Layla fue quien la tomo y quitándole el seguro comenzó a forcejear de nuevo disparándole a un costado de la cara dejando una gran herida en la mejilla.

Pateo al hombre como pudo alejándolo de su cuerpo, haciendo que este callera sobre la cama hasta que intento disparar de nuevo y esta vez le dio en una pierna y el siguiente en la frente.

Se miró incrédula al hombre tirado en la cama y luego a sus manos tirando el arma al suelo, contuvo un sollozo mirando hacia Nico viendo que este estaba sentado frente a la entrada de la habitación.

—Nico… Nick… amore… —intento tomarle el pulso, pero este ya no estaba, el cuerpo de Nico estaba comenzando a ponerse frio.

Comenzó a llorar abrazando a Nico, dejando la cabeza de este en su pecho, sin dejar de llorar con fuerza, el humo y el calor le quemaba las rápido dentro de ella.

No sabía ya que podía doler las, si la herida en su mano, el dolor leve en su vientre o su corazón partiéndose.

—noooo, no, Nicoooo, noooo —grito acariciando el rostro tibio del hombre, dejándole besos en el cabello. —perdóname… perdóname… —le tomo la mano donde estaba el anillo quitándole este muy suavemente.

—LI… —Claus había logrado conseguir una escalera cuando vio el otro lado de la casa en la parte alta quemarse rápido.

La escena frente a él le estrujo en corazón en su frio pecho, Layla abrazaba el cuerpo inerte de Nico mientras se mecía lentamente, sabía que decía algo, pero no podía escuchar que.

Corrió hasta ella tratándola de sacar del trance.

—hey, lila, lila, cariño —intento tomarle la mejilla y solo así fue que miro al hombre con ojos cristalizados.

—Claus… él está… está vivo, ayúdalo —grito con la voz rota mientras abrazaba el torso del cuerpo de Nico.

—Lila… —Claus no sabía cómo explicárselo, verla llorar de esa manera lo hizo contener las ganas de llorar, apretó los labios en línea recta y negó levemente escuchando a la mujer gritar de dolor abrazando a un hombre que ya estaba muerto.

Vio que esta tenia colocado en su dedo pulgar el anillo del hombre. La abrazo acariciándole la nuca le susurro al oído.

—Layla… Layla, escúchame… piensa en el bebé… Nico no querrías que te quedaras aquí —se alejó un poco viendo a Layla quien se acarició el vientre, debía pensar aun en él.

Soltó sin ganas el cuerpo de su esposo y Claus la cargo rápido caminando hacia la ventana, con cuidado bajo las escaleras de metal que los vecinos sostenían desde abajo, cuando llego la metieron en la ambulancia que acababa de llegar.

Layla apenas podía registrar las personas a su alrededor y las mangueras de los bomberos apagando el fuego de la casa.

Las luces rojas y azules se perdían en su vista nublada por la falta de lente, llorando en amargo silencio, con las voces de los enfermeros haciendo eco bajo el dolor en su pecho.

Quería una vida tranquila, pero el infierno se desato en una sola noche, apagando rápidamente sus ganas de vivir.




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