No te esperaba

Capitulo 166

En la isla de la cocina estaba Claus las miradas curiosas de una niña pecosa de cabellos rojos y la otra de cabellos negros.

—vayan a lavarse las manos niñas —ambas niñas se sobresaltaron y respondieron al mismo tiempo corriendo escaleras arriba, solo Davida se detuvo a mitad de camino.

—vamos Dav, tu mamá quiere hablar con él ¿no ves? —la niña miro a su madre quien se veía seria.

—no lo corras mami!! —Layla le iba a responder, pero la pequeña termino de subir las escaleras.

Vio como Claus intentaba esconder una risa.

—jooooo ¿en serio? ¿te vas a reír? —tosió un par de veces negando con la cabeza.

—no, no, jamás… solo… se parece demasiado a ti —ambos se miraron durante un largo minuto, Claus quería hablar, pero apenas abrió la boca el susurro de las niñas desde la escalera lo detuvo.

—la pelirroja es…?

—la hija de mi vecina… tambien es madre soltera, pero ella si trabaja, así que cuido de ella hasta que su madre llegue —Claus solo asintió, mirando hacia las escaleras viendo como las niñas se escondían.

—Li…

—Elizabeth —le recordó Layla, había mantenido su apellido de viuda, pero no quiso lo mismo con su nombre, Claus solo asintió quitándose los lentes, había pasado un largo tiempo de ver esos ojos.

Su ojo que la mayor parte del tiempo estaba negro, ahora se podía notar el café oscuro en este o tal vez era el ambiente de la casa, paredes blancas y pisos de madera marrón claro hacia que su ojo gris y frio tuviera un azul pálido, la mirada de un hombre melancólico en su cocina no era algo a lo que ella estuviera acostumbrada.

—Elizabeth yo… —volvió a quedarse callado como si las palabras temieran salir de sus labios, había pensado en ello durante todo el camino, pero ahora decirlas, tenía la respuesta de la mujer.

—¿si? —

—lo he pensado, demasiado —acentuó las palabras como si fuera a romperse, él, un hombre de cincuenta, que mataba casi por hobby y que se enfrentaba a sus enemigos a la cara, tenía miedo de hablar.

Peino su cabello hacia atrás mojando sus labios con la punta de su lengua.

Layla no estaba menos nerviosa que él, se dio la vuelta terminando de servir la comida de las niñas, esperando que estas bajaran en algún momento para no seguir tan sola con este gran hombre.

—lo que tengas que decir… dilo después de la comida ¿sí? —el tono bajo de Layla estaba casi arrepentido.

Claus asintió viendo como Layla colocaba un plato de arroz revuelto con pollo y otros vegetales.

—niñas, bajen ya o las iré a buscar! —las niñas parecían decepcionadas saliendo de su escondite en las escaleras.

—ay mami!!!

—señora Eliiii —Layla solo se rio viendo como las niñas entraban dando pisotones sentándose una al lado de la otra.

Solo la pequeña de cabellos rojos miro al hombre con los ojos muy abiertos.

—Dav… —le señalo con el dedo a lo que la pequeña Davida bajo la mano de su amiga.

—Taby, no se señala a los adultos! —Layla miro la reacción de la pequeña, pero en realidad esperaba esa misma reacción de su hija, pero esta parecía más familiarizada, tal vez por la cantidad de veces que había visto el video y las fotos.

—esos son sus ojos normales —Claus solo parecía divertido.

Había visto a la niña correr dentro de la casa cuando lo vio, al parecer no muy acostumbra a ver a extraños, menos uno que Davida le pedía ayuda para bajar al gato.

—porque… lo llaman Sr. Hades? —pregunto curioso Claus hacia Layla.

—cuando lo encontramos estaba todo negro —Claus solo asintió al escuchar el relato, el gato estaba afuera mirándolo con sospecha.

—pero cuando lo bañamos vimos que tenía botines blancos y su pecho blanco y mami fue la que le puso el nombre —Layla recordó la noche que tuvo que ir con Davida a comprar pizza y su hija fue la que vio al pequeño gato todo sucio, intento agarrarlo, pero el pequeño ataco a su hija, ella en represalia lo metió en una caja y se lo llevo a casa.

Desde entonces el pequeño gato estaba en la casa, su pelaje esponjoso le daba un toque elegante a su collar rojo con las letras “Sr. Hades” dentro de él, en referencia al perro que dio su vida por salvarla aquella noche.

—es un lindo nombre…

—mami se lo puso por un perro que ella tenía, era muy muy grande, así —la pequeña hizo una seña con la mano exagerando el tamaño del perro.




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