—¿Qué? —La niña miro hacia la puerta al igual que su amiga.
—es cierto señor… cuando me quedo a dormir aqui… la señora Eli llora y a la mañana siguiente se levanta con los ojos muy rojos —Claus frunció el ceño en confusión.
Los pasos de Layla se escucharon por el pasillo y como si esa conversación fuera un secreto, Davida y Tabitha se sentaron al otro lado de la pequeña mesa fingiendo tomar el té,
—¿Qué hacen? —Layla miro como todos guardaban silencio apenas ella llego, pero el rostro de Claus se veía tan serio y sus ojos confundidos mirando a Layla.
—estamos tomando te ¿verdad tío? —Claus no dijo nada, Layla ya sabía que algo había pasado.
—bueno… necesito al tío Claus un momento —el hombre solo asintió y se levantó con cuidado de no tirar las cosas de las pequeñas, Layla les hizo una seña a ambas niñas y cerró la puerta.
Cuando llegaron a la cocina busco con la mirada, pero el lugar estaba silencioso y completamente ordenado.
—¿que es lo que…
—¿Qué estabas sacándole a Davida? —acuso directamente al hombre, aun no sabía porque luego de más de cinco años él regresaba diciendo que la extrañaba.
—no le saque nada a la niña, solo hablamos —Layla se cruzó de brazos viendo al hombre frente a ella frunciendo el ceño ofendido.
—¿hablar?
—sí, hablar —imito a la mujer cruzándose de brazos mientras se sentaba en la silla de la isla de la cocina.
—¿de qué? —su presión comenzó a subir.
—de como una pequeña me pide que ayude a su madre para que no llore más por las noches —Layla se quedó quieta un momento dándose la vuelta. Davida le había contado.
—no ha pasado nada —respondió luego de una gran pausa, mirando hacia las escaleras.
—¿no pasa nada? —Layla se giró mirándolo —que una niña de cinco años este preocupada hasta ese punto. —Claus bajo su tono de voz, haciéndolo parecer más peligroso, aunque estuviera sentado.
—no es asunto tuyo —la seguridad en su respuesta solo le causo gracia al hombre, quien se levantó de la silla acercándose a Layla quien por instinto retrocedió.
—pues… es mi asunto ahora —Los ojos cafés de Layla se veían confundidos.
—joooo ¿Cómo así?
—no voy a dejarte sola —un leve dolor en su pecho la hizo reaccionar, esas palabras detonaban algo muy dentro de ella.
—Claus… cada vez que dices eso te vas a los dos días —recordó con rencor, estaba dispuesta a sacar la escopeta y dispararle si era necesario.
—pues esta vez no será así —la seguridad en sus ojos dispares no le causaba tranquilidad a Layla.
—yo y Davida estaremos bien —afirmo alejándose hasta el otro extremo de la isla, los recuerdos en su mente se habían acumulado por mucho tiempo y solo tenía un trabajo ahora.
—¿Por qué será que no lo creo? —Claus intento acercarse de nuevo a la mujer, pero esta comenzó a alejarse llegando al punto de trotar alrededor de la isla de la cocina.
—¡¡DIOSES!! —Grito golpeando la mesa con las palmas abiertas. —no siempre tengo que estar feliz ¡¿ok!? ¡¡¡Soy humana!!! —se tocó el pecho con las manos—¡Tengo sentimientos! y por los dioses que los tengo! —Layla se quebró comenzando a sollozar limpiando su rostro con los dedos—perdí… demasiado Claus —el hombre intento acercarse cuando Layla se sentó derrotada —perdí a mis amigas y dos de tus hombres… —lo señalo viéndolo acercarse para tocarla —y hades… Hades el… —Claus solo se quedó de pie parado detrás de ella sin querer aun poner una mano encima de ella, por el rabillo del ojo vio unas sobras pequeñas en la parte más alta de la escalera —no solo he perdido a mi esposo, perdí muchas cosas y… no quiero que ella pase por lo mismo. —la voz rota de Layla fue todo lo que le tomo abrazarla por la espalda y escucharla cubrir su boca para no llorar más fuerte.
Escucho de Stefan que Layla asistía a terapia, pero los avances no se veían del todo, por el tono de voz de Stefan ahora entendía que sucedía, Layla seguía luchando con sus demonios internos por si sola.
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Editado: 20.08.2024