Davida quería escuchar, su madre se negaba a hablar de cualquier cosa que tuviera que ver con Claus, pero si iba a sr su papá tenía que saber la historia.
—¿no sabía dónde estaba la salida? —Claus asintió con una gran sonrisa.
—sí, yo en ese momento era un hombre muy diferente, pero jamás olvidare como tu mamá me miro —la pequeña abrazó con fuerza su peluche.
—¿Cómo?
—sin miedo —Davida se quedó confundida. —¿tú no me tienes miedo? —la vio negar con rotundidad.
Había visto desde el parque como ella se quedaba mirando los lentes oscuros, en ningún momento se los quito, no quería que se asustara, pero cuando lo hizo la niña pareció encantada.
—¿te tenían miedo por tus ojos? Si son bonitos —Claus dejo escapar una leve risa, la expresión inocente en su rostro le recordaba a la mujer gruñona de abajo.
—pues tu mamá fue la primera mujer en no mostrar miedo —Davida se sintió orgullosa de su madre, Layla quería interrumpir, pero siguió mirando la pantalla de su celular.
—¿si? —Claus asintió.
—sí y…
—¿te enamoraste? —Claus no pudo evitar asentir.
—pero… mi papá —Davida seguía confundida, si Claus se enamoró de su madre ¿Dónde quedaba su papá?
—hay muchas maneras de amar pequeña, pasaron muchas cosas en medio y tu madre amo mucho a tu padre —Layla no pudo evitar soltar una lagrima.
—¿Por qué tardaste tanto en estar con mami? ¿es por mí? —Claus se quedó en silencio un momento.
—en gran parte sí. —algo dentro del corazón de Davida dolió. Hizo un gran puchero aferrándose a su peluche.
—prometo portarme bien —sus ojitos estaban llenos de lágrimas en cuestión de segundos.
—hey, no, no —le acomodo los cabellos a la pequeña quien dejo salir lagrimas gruesas mientras un gran nudo se alojaba en su pecho. —tu madre tuvo razón en algo… —la niña lo miro aun con los ojos llenos de lágrimas, metiéndose cada vez más dentro de las sabanas. —no era un hombre bueno y… había personas malas queriéndome hacer daño, por eso tu madre… ella se alejó, para protegerte —Claus no pudo evitar mirar el peluche sospechosamente en la repisa alta.
—¿eres un hombre malo todavia? —pregunto con duda.
—ya no lo soy, por eso, no vine antes, quería hacer las cosas bien para estar con tu madre, para que ella me perdone —los grandes ojos verdes de Davida lo miraron sorprendido, saliendo de las sabanas.
—¿Qué le hiciste a mi mami?
—ella… cree que no creía en sus palabras, pero si lo hice —escuchar eso por la cámara la hizo levantarse de la silla.
—no entiendo…
—yo…decepcione a tu mami y por eso ella no me quiere ver—Davida seguía confundida —así que le voy a demostrar que puede confiar en mi —a pesar de sus palabras la pequeña bostezó dejando que Claus le tarareara una canción que reconoció enseguida, incluso Layla lo hizo.
—¿Dónde aprendiste esa canción? —Claus sonrió de medio lado.
—solía escucharla de tu madre —a pesar de la voz profunda de Claus, la melodía sonaba bien desde su pecho, la pequeña poco a poco cerro los ojos.
Claus luego de un rato salió de la habitación dejando las luces apagadas y las pequeñas estrellas del muñeco sobre la mesa de noche decorando el techo.
Bajo a la cocina encontrando a Layla allí acariciando al gato gordo sobre la mesa.
—Lila yo…
—¿por eso no venias?
—una vez lo hice… —Los ojos de Layla no se apartaron de él. —pero Stefan y yo hablamos y… era lo correcto.
—¿el qué?
—si te quería conmigo de vuelta, debía hacer las cosas bien… por el bien de Davida. —Layla quería creer en esos ojos claros frente a ella.
Pero su pecho aun dolía.
Los recuerdos dolían.
Amar dolía.
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Editado: 20.08.2024