—Pero… quédate quieta!! —Layla se estaba riendo viendo las poses que hacia su pequeña.
Tenía puesta su ropa de primer día de clases y no dejaba de estar sonriendo de la emoción.
Layla logro tomar varias fotos de la pequeña con su cámara polaroid, no podía compartir nada por redes sociales, pero si tenerlas en físico, de todas maneras, a su suegro le gustaba ver las fotos de como crecía Davida.
—apúrate mami!! —grito la niña sosteniendo la manija de la puerta de puntillas.
—voy, voy! —vio como de la puerta de la casa de su vecina salía esta junto a la pequeña pelirroja corriendo hasta el jeep abrazando a su amiga.
—veo estamos listos —Layla puso los ojos en blanco.
—no me ha dejado dormir en toda la noche —Alma se rio, ayudando a subir a las niñas al auto.
Una vez de camino agradeció internamente no tener que ver a Claus por dos días, pero el hombre prometió estar allí cuando la pequeña terminara el día.
Davida había insistido en llamarlo y estar segura que estaría allí cuando saliera de clases.
—oh, mier--- —Layla freno el auto en seco asustando a las niñas quienes miraron confundida a la piloto —… Hades! —fue casi como una maldición decir su nombre, agradeció que no había nadie a esa hora por la vía y simplemente se fue en retroceso hasta llegar a la casa, encontrando al gato parado justo donde había estado el auto, abrió la puerta. —¡súbete! —el gato maulló, pero no se movió. —Hades, súbete ahora o te traeré en la caja —el gato dudo un momento y corrió hacia el auto olfateando este y luego se subió a las piernas de su dueña.
Alma miro al gato y se rio.
—ese gato es cosa seria —lo acaricio y el animal se fue a sentar en las piernas de la mujer.
—tengo que llevarlo al veterinario a un chequeo. —Alma asintió viendo que el gato llevaba su arnés de paseo.
Desde que Layla se había mudado la única amiga inmediata fue Alma, la mujer escocesa que tampoco tenía familia y por su nombre sabía que tambien tenía un pasado del cual esconderse.
Ambas desconfiaron una de la otra al inicio, pero ambas eran madres primerizas y una noche encontró a Alma en el patio paseando a Tabitha quien no paraba de llorar y la ayudo a sacarle los cólicos, desde entonces ambas se apoyan como madres solteras y saber que Layla no trabajaba podía confiar en alguien para cuidar de la pequeña mientras iba a trabajar.
Así ambas niñas están creciendo juntas y mientras mira el retrovisor del auto su corazón se alegra; desea una vida normal para Davida y esto es lo mejor para ella.
Una vez llegaron a la escuela ambas niñas corrieron con sus bolsos hasta la entrada de la escuela, Layla no pudo evitar sacar más fotos de las pequeñas igual que Alma.
—crecen muy rápido —afirmo bajo Alma conteniendo las lágrimas.
Tabitha tenía dos coletas altas con lazos blancos y vestido amarillo con flores blancas mientras que Davida tenía el cabello suelto con un lazo alto atrás, le había pedido a su madre cortar su fleco y Layla no pudo evitar hacerlo, la pequeña se veía como un ángel mientras su cabello castaño solo acentuaba su mirada verde y su vestido rosa claro.
—si… hasta ayer aún recuerdo limpiar vomito de mi ropa —ambas mujeres se rieron viendo a las niñas entrar a la escuela y esperaron un par de minutos hasta que el gato comenzó a maullar desde dentro del auto.
—bueno, lléveme al trabajo señor chofer —bromeo Alma y Layla solo hizo una reverencia.
—como ordene madame —ambas se rieron subiendo al auto mirando por última vez la puerta de la escuela antes de irse.
Ahora iniciaba una nueva aventura para ellas y las pequeñas.
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Editado: 20.08.2024