No te esperaba

Capitulo 191

Layla se levantó de la cama sintiendo su cuerpo demasiado pesado, agotado, fue a frotarse su ojo notando que en este había una pequeña intravenosa, miro la manguera hasta encontrar la bolsa de suero colgado, miro a su lado de la cama encontrando a Alma dormida y en las mismas condiciones.

Fue a incorporarse notando el trozo de tela viejo que fue lo único que no se quemó de su antigua casa.

—alma… alma —con cuidado acerco su mano entumecida a la mujer a su lado y esta se despertó sobresaltada por el tacto frio de los dedos de Layla.

Miro a su alrededor y luego a sus manos.

—¿Qué paso? —pregunto confundida intentando sentarse en la cama.

—esos imbéciles, eso paso… nos hicieron dormir —la molestica en su pecho era más grande que el ardor en su garganta.

—¿Qué? —Alma se veía confundida.

—nos drogaron el café… pero ahora mismo nos van a escuchar —Layla apretó y abrió su mano quitando el adormecimiento para luego con cuidado quitan la aguja de su mano; al quitarla hizo lo mismo con Alma y se levantaron de la cama.

Ambas salieron de la habitación escuchando el caos abajo, Stefan discutía con Frey sobre alguna cosa, pero todo quedo en silencio cuando los hombres miraron hacia las escaleras encontrando a las dos mujeres paradas con una mirada dura.

Claus y Stefan estaban en peligro.

—lo hubiera creído de Claus, pero de ti… oh Stefan no pensé que fueras a hacernos eso —Layla bajaba dando fuertes pisotones.

—Lila… lo siento, pero tenían que descansar. —se defendió, mirando a la mujer bajar y acercarse a él, tuvo miedo, jamás en su vida había visto a Layla tan enojada.

—¡¡SIN NUESTRO PERMISO!! ¡¿CÓMO CREES QUE ME SIENTO?! —Le dio una fuerte bofetada con la mano cerrada haciendo que se arrepintiera enseguida, pues el rostro del hombre era como una piedra, Stefan apenas se quejó sobándose la mejilla.

—lo siento Lila, pero no puedo poner en riesgo tu salud —Layla sabía que el hombre tenía razón por ello solo respiro hondo y se alejó mirando como Claus parecía un cachorro esperando su turno de ser regañado.

—y tu… —Claus negó varias veces.

—lo siento amor… pero necesitabas descansar —Claus no la iba a detener si lo golpeaba, pero no este no llego, más bien fue tomado de la oreja y dejo que la mujer lo arrastrara.

—vas a preparar el desayuno si no estás haciendo nada mas —Stefan abrió los ojos sorprendido al igual que Alma, no esperaban que el hombre de gran tamaño se dejara mangonear por alguien que apenas llegaba a su pecho.

—¿tu tambien me golpearas? —pregunto con temor viendo como Alma se abrazaba a sí misma.

—no me atrevería… —Stefan se acercó y le tomo de las mejillas.

—aún no sabemos nada, pero nos estamos preparando para rodear el perímetro, no van a salir de donde estén ¿sí? —Alma asintió mirando los ojos verdes del hombre, quería decir alguna cosa, pero de sus labios no salió nada.

Layla volvió a donde estaba la mujer sin querer interrumpir el momento, pero al ver que ninguno daba un avance hablo.

—¿alguna cosa que quieras comer? Esta vez no tendrán somníferos —dijo con dureza y Alma asintió.

—ve… come algo —hablo tan bajo que Alma no sabía si moverse o quedarse allí, pero luego de unos segundos sus pies encontraron la manera de seguir en dirección a Layla.

Una vez en la cocina vio como Claus con delantal puesto preparaba el desayuno sin emitir una palabra.

Tomo la taza de café que Layla le ofreció y tomo un sorbo con duda.

—tranquila, esta normal —Alma asintió soltando un suspiro.

—Vasile… te llamo Lila —dijo con duda mirando cómo hasta Claus volteaba a ver a las mujeres.

—mi nombre es Layla… D’Luca… pero Stefan me obligo a usar el Elizabeth Salvatore en los documentos legales cuando entre a la ciudad —Alma miro a la mujer y ahora todo tenía sentido.

—pero tu marido…

—sip, era italiano, pero…

—entiendo —dijo para sí mirando la taza en sus manos.

—tu eres Luna… Belleri —Alma no pudo evitar levantar la mirada ¿Cómo sabia su nombre?

—¿Cómo es que…

—Stefan tuvo que decírmelo… —aun confundida se distrajo por el sonido de una pequeña explosión, ambas miraron a Claus.

—lo siento, los huevos fritos están casi listos —dijo Claus con la espátula en mano.




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