—¿Qué paso? —Claus había salido de la habitación buscando entre el mar de heridos en la sala de emergencia hasta que sus ojos dieron con su asistente, por un momento sintió alivio al verlo vivo y solo con algunas manchas de tierra, negro de la explosión y sangre seca.
Mateo no salía que decir, simplemente negó varias veces.
—no lo sé señor… —las cosas habían sido demasiado rápidas, las explosiones, los disparos, el caos.
—¿Dónde está Belleri? —Mateo miro a su jefe y luego a sus manos, le había tomado el pulso a la mujer, planeaba llevársela. pero las circunstancias no lo dejaron.
—disparo… en el costado izquierdo, su pulmón se llenó de sangre demasiado rápido —fue todo lo que pudo explicar, había visto esa clase de heridas muchas veces como para explicarlo con exactitud.
Vio a su jefe suspirar mientras se sentaba en la camilla a su lado.
—¿Dónde quedo? —pregunto aun sin querer saberlo.
—sigue allá… las cosas se pusieron difíciles muy rápido —había visto demasiadas muertes, pero saber que una de esas pequeñas ya no vería a su madre…
—qué bueno que estés vivo —Mateo miro sorprendido a su jefe, no esperaba esa clase de respuesta salir de su boca.
—¿las niñas? ¿Davida? —Claus solo asintió, con una sonrisa tensa.
—uno de los hombres quería hacerle daño —la ver la postura tan tensa y la manera de decir las palabras de su jefe supo lo que intentaba decir en silencio.
—¿pero ella…
—está bien, asustada, pero bien… —ambos hombres suspiraron de alivio. —Rea hizo un buen trabajo —de alguna manera eso lo aliviaba.
Ambas niñas se quedaron en el hospital, en la misma cama recibiendo por su mano el suero y comiendo todo lo que podían pedir, incluyendo dulces.
Stefan había salido de cirugía usando un inmovilizador en su brazo mientras que los animales habían sido llevados por un baño para que no siguieran asustando al personal del hospital, el resto de los hombres habían sobrevivido en gran parte y los que tenían heridas leves se habían ido poco a poco dejando que solo algunos hombres más cercanos de Stefan y Claus alrededor.
Para cuando cayó la noche Layla se había quedado en la habitación junto a Rea y Kay, mientras las pequeñas compartían la cama.
Moretones y cansancio fue lo único que sus pequeños cuerpos sufrieron, pero la perdida de (Alma) Luna Belleri; Layla no había podido pegar el ojo durante un rato a pesar de ver a Davida y Tabitha dormidas abrazando sus peluches.
El nudo en su garganta no la dejaba seguir.
Miro la pantalla de su celular con la foto de todos justo unos días antes, la expresión de Alma (Luna) en ella, avergonzada por tener la mano de Stefan en su cintura, se intentó reír, pero de nuevo la rabia se apodero de ella.
Salió de la habitación con el corazón quemándole el pecho.
Claus quien venía con la cena la miro y la vio caminar rápido hasta el final del pasillo, le siguió el paso encontrándola en las escaleras de emergencia, llorando.
Dejo las bolsas en el suelo abrazando a la mujer desde atrás.
—hey!... amor ¿Qué pasa? —Layla no dejaba de llorar apretando sus manos a los brazos de Claus.
—porque… porque tiene que ser asi? —su voz se rompió, Claus miro el celular tirado en el suelo con la imagen de ellos el dia de Halloween y lo entendió.
Layla a perdido a todas sus amigas, y ahora, no solo perdió a una amiga, sino la madre de Tabitha.
—no se amor… lo siento —se tiro suelo con el aire faltándole en los pulmones, Claus la atrapo rápido.
—un médico! —grito apenas entrando de nuevo al pasillo, Layla no paraba de llorar y con el rostro pálido, volvió a recaer.
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Editado: 20.08.2024