No te esperaba

Capitulo 207

—amor… hey… amor… —Layla se removio en la cama en la cual estaba muy comoda.

—no... déjame… —dijo entre quejas tocándole el rostro a Claus y apretando la nariz de este sin mucha fuerza.

—tienes que comer… —le recordó y como si fuera magia el olor delicioso de la comida entre en sus fozas nasales haciéndola salivar.

Abrio con pereza los ojos solo para darse cuenta de que estaba allí los ojos dispares mirándola con cariño.

—¿cocinaste? —Claus solo asintió y poco a poco fue sentándose en la cama con ayuda del hombre.

Se quedaron allí sentados juntos durante unos minutos mientras el sueño desaparecia.

La ayudo a ponerse de pie llevándola a las afueras de la casa sorprendiéndose de que estuvieran caminando hacia el jardín.

—¿a donde vamos? —cuestiono solo dejándose guiar por la casa.

—bueno… —no pudo ni terminar de hablar cuando los lojos de Layla miraron la mesa en el jardín, con dos velas y dos platos.

—Claus… esto —Layla miro con asombro el lugar con ambiente romántico incluso los petalos de rosas tirados en el suelo.

—no hemos tenido una cena solo asi que… será hoy —las lagrimas en el borde de sus ojos querían salir, pero solo siguió caminando hasta sentarse en la silla.

—estoy fatal… —se peino el cabello hacia atrás y luego hacia un lado, intentando estar presentable aun con el vestido que habia usado en la tarde, ni siquiera tuvo animos para ir a la peluquería con las niñas, solo las llevo por helado y con eso las pequeñas olvidaron el ir a cortarse el cabello.

—estas hermosa, amore —le dejo un beso en la frente para luego sentarse al frente de Layla levantando la tapa de la comida dejando a Layla atónita con lo que veía.

—no… ¿Cómo es que… tu? —Layla miro la comida y no pudo evitar tomar un bocado con los dedos, hacia un año que no comia pasticho y allí estaba, a pesar de lo caliente que estaba Layla se chupo los dedos. —Oh mi Dios… —contuvo un gemido tomando el tenedor y comenzar a comer.

Claus solo la miro hacerlo sirviendo el jugo para ella viendo como se sorpredia.

—no… dijiste que no podía —dijo con asombro, no la dejaba tomar tantos cítricos, luego de sorprenderla tomando mas de tres vasos al dia.

—bueno, es solo una vez —le guiño el ojo y Layla tomo el liquido amarillo del maracuyá, estaba acido, pero dulce al mismo tiempo —mmm… te amo —Claus se rio negando varias veces.

—solo come despacio, aun falta el postre —con una ceja levantada Layla decidio comer mas despacio.

El hombre no dijo nada durante toda la cena, solo miraba lo contenta que estaba su mujer, bueno, casi mujer.

Dejo de tocar inconcientemente la caja en su bolsillo para mirar a Layla suspirar y tocar su barriga.

—no… no creo poder con mas —Claus volvio a reir, pero se detuvo al ver los ojos de Layla abrirse.

—¿Qué? ¿Qué pasa? —le hizo una seña rápida y el hombre casi tira la mesa para estar a su lado.

Coloco la gran mano en el abdome moviéndola un poco hasta que el hombre lo sintió.

—son…

—está pateando —afirmo haciendo que Claus colocara sus dos manos en la barriga.

—hey… aquí esta papá —y de nuevo sintió el golpe en su mano, le bebé le esta respondiendo, pero del otro extremo de la barriga tambien lo sintió, otra patada. —no sean tan inquietos, ya pronto saldrán de allí, pero deben portarse bien —desde que inicio el embarazo no paraba de hablarle al vientre de Layla incluso cuando ella dormia.

—te van a volver loco —Claus solo mantuvo una gran sonrisa.

—soy el hombre mas feliz del mundo, pero… —saco sin previo aviso la caja de su bolsillo haciendo que Layla mirara con asombro el anillo dentro de este. —se que es pronto para ti, pero… quiero ser el padre de Davida, serlo de manera oficial —tomo ambas manos de Layla sin que ella aun pudiera salir del repentino asombro.

Sabia que se casarian, pero aun no habia visto un anillo en su dedo y ahora verlo allí, no era un simple anillo tenia una gran piedra azul en forma de gota rodeado de pequeños diamantes, demasiado para su propio dedo, pensó.

—Claus… yo

—¿te casarías conmigo? —saco el anillo de la caja viendo como Layla asentia y los bebés no dejaban de moverse.

El anillo se deslizo sobre su dedo anular y las lagrimas salieron de sus ojos.




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