—di papá… pa-pá —el pequeño miraba atento a su padre mientras tenía en su mano un rascador de encías el cual tenia completamente llena de babas, mientras el otro pequeño se reía por las expresiones que hacia el adulto frente de él.
—cariño… es muy temprano para eso —le recordó Layla entrando por la cocina.
Habían pasado más de cinco meses desde la llegada de los niños y estos siempre estaban rodeados por personas, Stefan era uno de esos.
—no dejare que Stefan haga que la primera palabra que digan los niños sea “tío” —Layla negó varias veces tomando el vaso con jugo viendo como Claus tenía su cabeza metida entre las sillas de los niños.
Las pequeñas aún no se habían despertado pero los desayunos ya estaban listos.
Por la puerta entraba Davida y Tabitha con los cabellos desordenados y frotándose los ojos.
—buenos días princesas —las niñas apenas le echaron una mirada a Claus para luego caminar rápido hasta los niños que las miraron y se comenzaron a emocionar agitando sus pies y brazos alegres.
—buenos días hermanitos! —les hablaron al mismo tiempo dándole besos en las mejillas. —Buenos días Papi —Davida aprovecho que Claus estaba a la misma altura, dio un salto besando la mejilla.
—buenos días papi Claus —Tabitha procedio a hacer lo mismo.
—buenos días niñas ¿quieren desayunar? Les hice hotckaes —ambas niñas asintieron emocionadas corriendo a la mesa escalando en las sillas acolchadas hasta sentarse completamente tomando con las manos los hotcakes llenos de miel metiéndoselos a la boca manchándose las mejillas y nariz de miel.
Layla solo las observo comer, no iba a poner a pelear con las niñas sobre que podían comer o como debían hacerlo pues ya habían sido claros con ellas sobre la etiqueta en la comida y Stefan era muy exigente con ello tambien por lo que Davida y Tabitha estaban muy bien con las reglas.
—hola mis amores —los niños volvieron a emocionarse soltando y tirando sus rascadores que Claus recogió y echo a una olla la cual ya estaba lista para desinfectar. —shii, denle más trabajo a papi —se rio con malicia hacia los niños y estos comenzaron a reírse fuerte como si entendieran lo que decía su madre.
Claus la tomo por la espalda cargándola y llenándola de besos en el cuello haciendo que se riera y retorciera.
—noooo, no amor, cosquillas nooo —se comenzó a hacer bolita evitando las cosquillas, hasta que Claus la dejo en el suelo mientras se recomponía.
—bueno, no pongas a los niños en mi contra. —Layla se limpió las lágrimas viendo a las niñas viéndola y riéndose.
—vale, vale, pero… fueron casi nueve meses… te toca a ti —Claus la observo con una ceja levantada.
¿le tocaba a él? Era obvio que lo decía por el hecho de compartirse las responsabilidades.
Las noches se habían vuelto tediosas pues si los niños lloraban en la madrugada solo Claus podía levantarse a atenderlos, Layla seguía delicada por la cirugía y prefería que no hiciera más esfuerzos.
Incluso ella descubrió a ambos hombres en su habitación paseando a los bebés, todo para que las niñas tambien pudieran dormir.
Lo mejor era las caras de Stefan y Claus al cambiar los pañales.
Uno le enseñaba al otro a cómo cambiar los pañales del bebé e incluso sacarle los gases, ambos hombres se habían vuelto casi expertos en ello.
Layla no sabía si eso era una buena idea o no, pero ambos hombres se veían demasiado bien con un niño cargado.
Esa mañana como todas las mañanas Claus sacaba a los bebés para que Layla durmiera más tiempo al igual que las niñas, pues era época de clases y estaban a punto de tomar un examen para que validaran su aprendizaje.
—Bue…nos… días —Stefan entro a la cocina solo para encontrarse con Layla riéndose y levantándose del suelo.
—buenos días papi! —grito Tabitha con emoción captando la atención de Stefan que se acercó a darle un beso en la frente a ambas niñas y luego a la cafetera.
El hombre adicto a la cafeína fue a la nevera con su taza tomando uno de los recipientes de leche.
—¿Qué paso? ¿aún no han dicho papá? —intento burlarse, pero Claus solo se cruzó de brazos.
—no, pero ya lo harán —afirmo con seguridad sabiendo lo que el hombre estaba vertiendo en su tasa para luego menearlo y darle un sorbo.
—Stefan… —Layla se fue a acercar para quitarle la jarra de las manos pero
—oh, no, cariño —Claus tomo a Layla de la cintura atrayéndolo hacia él.
Layla no quería que ser cruel con el pobre hombre, pero incluso las niñas miraron con atención a Stefan.
—¿Qué? —Stefan miro a la pareja.
—¿esta… buena la leche? —Stefan miro con cuidado la jarra y luego su taza dando otro sorbo.
—si ¿Por qué? —Layla intento no reírse y comenzó a negar.
Las niñas no resistieron y comenzaron a reírse.
—papi ¿sabe rico? —y entonces la preocupación cruzo su mirada y luego los pechos de Layla, había subido dos tallas más desde el embarazo y postparto.
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Editado: 20.08.2024