—ve a ver quién es —la animo Davida tomando su mano y caminando hasta la entrada de la casa que tenía un estilo más asiático con un piso más bajo en la entrada y una zapatera al lado.
Layla apenada por salir a abrir la puerta en pijama, se acercó a la puerta abriéndola con cuidado solo asomando la cabeza encontrándose con una figura familiar.
—¡papá! —abrió la puerta con emoción abrazando al hombre mayor quien venía con Mateo detrás de él.
—feliz cumpleaños, hija —el hombre la abrazo con cariño.
—te esperaba para un día antes de navidad —con incredulidad rompiendo el abrazo y dejando entrar a la casa al hombre mayor.
Afuera ya comenzaba a ponerse el clima para la primera nevada del año.
—bueno, creo que era mejor compartir hoy contigo y con mi nieta favorita —Davida abraza al hombre una vez este entro a la pequeña sala.
—hola pequeña Tabitha… ya están muy altas —dejo un beso en la mejilla de Davida para luego abrazar a la pelirroja, aun sabiendo que no tenían sangre en común el hombre la consideraba su nieta.
—tengo diez, abuelo —la niña lo abrazo haciendo reir al hombre.
—y cada día te pareces más a tu madre —la tomo de las mejillas y eso la hizo sentir mejor.
Todos pasaron a la casa dejando los regalos escondidos bajo el árbol, aún faltaban días para navidad.
Para ser vísperas del espíritu de navidad, el día comenzó nublado, Layla estaba acostumbrada desde adolescente, siempre llovía ese día.
—lo único que no quiero que cambie de este día es… mi pastel de chocolate —declaro con la mirada en su plato con su trozo de chocolate cubierto de chocolate.
Todos se rieron.
—qué bueno que algunas cosas no cambian —declaro Sarah mientras comía, todos estaban en silencio con una gaita navideña, muy típica del país de Layla, pues las músicas de Grecia la estaban deprimiendo e incluso así el clima se mantuvo relajado.
—me encanta el cuadro de la sala, muy hermoso —declaro el hombre mientras Layla echo una mirada hacia la sala, desde el comedor se podía ver la chimenea adornada con calcetines con los nombres de sus hijos.
—sí, es hermoso —Claus la abrazo por los hombros dejando muchos besos en la mejilla de su esposa.
Como lo cumplió, se había hecho la vasectomía, pero aun así no dejaba de celar a Claus cuando ambos salían a algún evento escolar de los niños, teniendo incluso que dividirse en dos para asistir a los eventos que a veces chocaban.
Por otro lado, la relación del suegro de Layla, el Señor D’Luca con Claus era buena, el hombre siempre se preocupaba de que las niñas no estuvieran siendo menospreciadas por el hombre, pero desde la primera vacación que los vio compartir se quedó tranquilo, solo un poco.
—tienes que abrir todos los regalos Layla —la mujer puso los ojos en blanco, estaba en medio de la sala con una mesa llena de regalos mientras todos a su alrededor esperaban que comentario sin filtro saldría de la boca de la cumpleañera.
—bueno… solo espero que no sea ningún juguete para adultos porque los introduciré… —Layla se quedó callada mientras las niñas se miraban sin entender
—¿hay juguetes para adultos? —ambas pensaron que se trataba de algun peluche o videojuegos.
Algunos comenzaron a reírse.
—emmm… pues sí, si hay —Layla miro mal a Ellie quien le lanzaron uno de los cojines.
—son niñas, no lo arruines —le advirtió Mimi.
—para eso están los padres —y otro cojín voló en dirección a Darling.
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Editado: 20.08.2024