—vaya... nadie va a ver lo que Santa les trajo? —El silencio en la planta de arriba era grande, pero se sorprendió en descubrir a su familia ya reunida en la sala.
Los miro desde el barandal, sintiendo que cada año era mejor que el anterior, sus hijas con pijamas navideñas que ella misma les obligó a usar, sentadas en el suelo abriendo regalos.
los trillizos en vez de abrir los regalos se los pasaban a sus hermanos sin saber si eran para ellos o no.
—Mami! —grito la niña al levantar la mirada y con una pequeña caja en la mano corrió hasta la escalera dispuesta a subir.
—Maggie! amor, no subas —Claus y el abuelo la habían dejado caminar hasta allí sabiendo que Layla no tardaría en bajar corriendo las escaleras tomando la caja que su hija, una de los trillizos le entregaba. —¿para mí? —la pequeña asintió y Layla vio el nombre en la caja. —aqui dice que es para Davida. —la hija mayor al escuchar su nombre se levantó rápido y tomo la caja, si pequeña hermana no le quedó de otra que perseguirla y tomar otro regalo que no estuviera abierto solo para dárselo a su madre.
—ten, Maggie, dáselo a mamá —le dijo Claus en tono bajo haciendo que la niña tomara con entusiasmo la caja y la regresará corriendo a su madre que ahora estaba sentada en el sofá analizando a su familia mientras se divertían abriendo regalos que no habían pedido en sus cartas o más bien obsequios de sus padres.
Afuera ya nevaba, pintando el suelo de blanco.
La puerta trasera de abrió de golpe escuchándose los pasos apresurados de alguien.
—papá me regaló un perrito!!! —grito Tabitha apenas llegó a la sala, sosteniendo un pequeño cachorro de kangal de pelaje gris, Davida se levantó abrazando al perro notando que este para su tamaño pequeño era muy pesado.
—es tan bonito... ¿cuando tendremos nosotros también un perro? —la partida de Rea había sido un duro y silencioso golpe para Stefan, le tenía aprecio a la gran Kangal de pelaje blanco, el día había sido triste y desde entonces ambas niñas habían querido la oportunidad de criar a su propio perro.
—bueno... si no hubiera llegado Tabitha lo hubieras notado —ambas niñas se miraron y Claus no tuvo más remedio que levantarse e ir a su oficina escuchando los ladridos de emoción del pequeño perro, las niñas fueron tras él al igual que el resto de los niños, dejando sola a Layla y al abuelo.
—es un gran hombre el tuyo —dijo con una sonrisa escuchando los gritos de entusiasmo de Davida.
—si no lo fuera... jamás le había dado el puesto de padre —contesto con sinceridad viendo que el hombre le extendía una caja pequeña y plana, al abrirla se sorprendió de ver una fotografia de ella con Niccolo.
—como es que...
—fue la primera foto que ustedes se tomaron y también la primera foto que ví de ti cuando mi hijo me la mando. —los ojos de Layla se llenaron de lágrimas y abrazo al hombre.
—ay papá...
—ya estoy demasiado viejo... pero se que has sido una buena madre —le tomo de las mejillas a Layla limpiando le las lágrimas. —espero se la puedas dar a Davida en el futuro. —Layla asintió escuchando como si hija regresaba donde su madre con un perro pequeño y negro en sus manos.
Era una raza extraña de ver, pues por la ciudad ninguna persona en su sano juicio le regalaría a sus hijas un Kangal de cachorro sabiendo que los perros eran extremadamente grandes, pero allí estaban ambas niñas con sus mascotas.
—¿que nombres le pondrán? —las niñas se miraron entre si con una sonrisa cómplice.
—el mío de llamara Thor —respondio con orgullo Tabitha.
—el mío Zeus —Layla miro con incredulidad a Davida.
—vaya... que nombres —dijo sorprendido Claus viendo a las niñas bajar a sus perros y sus hermanos acercarse a acariciarlos.
ese año la casa estuvo mucho más ruidosa de lo normal, el abuelo pasaba mas tiempo recostado hablando sobre cosas del pasado mientras las niñas prestaban atención.
Layla les había aclarado lo valioso de tener al hombre en la casa y como por la manera de hablar de este parecía una despedida, por lo que optaron pasar tiempo de calidad en familia, recreando la mega cena familiar.
...
Todas las comidas de cada cultura de la casa estaban sobre la mesa mientras las amigas de Layla y Stefan estaban en el lugar como cena de fin de año, algo que para el resto del mundo debía ser algo aburrido de volvió algo mucho más importante, con los abuelos de las niñas presentes y conversaciones sobre los mitos de cada casa.
Layla mantuvo su mirada en todos como si todo pasará en cámara lenta mientras grababa la evolución de la noche.
—Diez... nueve... ocho...siete —Layla se dejó abrazar por sus hijas mientras la cuenta regresiva que despedía otro año pasaba.
No podía dejar de pensar en lo mucho que hubiera disfrutado de que su familia materna estuvieran allí o de al menos decirle que estaba viva.
—tres... dos... uno! FELIZ AÑOS!!! —Los cohetes en el cielo iluminaron la noche estrellada en el jardín que unía ambas casas. Las mascotas ladraron como si los fuegos artificiales fueran algun enemigo.
Los abrazos compartidos entre todos llegó, sintiendo los brazos fuertes de Claus sostenerla.
—otro año amor... —dijo abrazándola mientras la sostenía entre sus brazos y sus pies no tocaban el suelo.
—y no te desharas de mi, anciano —Claus se rio llenando de besos a su esposa mientras los fuegos artificiales seguían.
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Editado: 20.08.2024