—ese… ese… estúpido intento de Tony Stark barato ¿Cómo se le ocurre? —Layla estaba exaltada caminando de un lado a otro en el estudio de Claus, aun no salían de Italia y ya estaba queriendo regresarse al evento para golpear al hombre, las niñas junto al resto de niños estaban en el pequeño cine viendo una película, pero habían escuchado los gritos de su madre.
—Tranquila Dav, hiciste lo correcto —Tabitha abrazo a su hermana mientras esta seguía triste, ese hombre había removido viejas memorias que parecían olvidadas.
Del otro lado Layla seguía echa una furia.
—amor, amor, calmate un poco —Claus sabía que eso no la calmaría, pero esperaría que se detuviera de caminar, cuando la vio bajar el ritmo la tomo de la cintura intentando con suaves caricias en el cabello calmarla.
—no soy un gato, Claus —que lo llamara por su nombre le dolió, eso solo indicaba lo molesta que estaba.
—auch… pero… como entonces hago para que dejes de caminar, harás un hueco en el suelo —intento bromear y ella solo resoplo. —bien, plan B —Layla intento mirarlo incrédula viendo como su marido se quitaba la camiseta quedando desnudo su torso frente a su esposa que asombrada abrió la boca, coloco ambas manos de su esposa sobre su pecho a sabiendas que ella era fanática de toquetearlo.
—no es… no es justo ¿Qué pretendes? —dijo intentando recobrar el poco enojo que tenía, pero sus manos sobre los pectorales de su esposo la estaban distrayendo.
—es un cretino, ya lo sabemos, tú, yo, Dav y medio internet —la calma de Claus solo la hizo mover sus manos sobre el área, encantada de que aun el hombre mantuviera su físico.
—el… me … culpo por la muerte de Nick… el —Layla no pudo seguir, Claus le quito los lentes a Layla dejando el rostro de su esposa en su pecho. Layla intento quejarse, pero sus manos fueron a parar al trasero de Claus.
—él no te molestara más, no te preocupes por ello —sintió el apretón en su trasero e intento no reír. —a veces me siento usado, solo te gusta mi cuerpo —Layla levanto la mirada viendo a su esposo quien intentaba verse indignado por su esposa.
—pues… no te equivocas —Claus soltó una exhalación ofendido, intento apartar a Layla pero esta le dio una nalgada —pero lo que amo son tus ojos —no aparto la mirada de los ojos de Claus que ahora se mantenían en una marea café y azul.
—no sé qué te gustan de ellos —entonces Layla subió lentamente sus manos hasta tomar el rostro de entre sus manos acercándolo aún más.
—es… fácil… perderse en ellos —susurro sin apartar sus ojos. —mi amanecer con café —y eso fue todo lo que necesito Claus para cargarla entre sus brazos dejando que los labios de su esposa tomaran el control del beso; devorando los labios contrarios mientras despejaban la mesa del escritorio de manera ruidosa. Cuando su trasero golpeo la mesa jadeo, sintiendo los labios de Claus bajar rápidamente a su cuello y romper la tela del vestido. —ahora… tengo que ofenderme yo —vio a su esposo arrodillarse entre sus piernas con una sonrisa lobuna.
—nadie te manda a llamarme así —Layla no pudo evitar reírse cuando lo vio tomar su pecho, chupando con agilidad, gracias a él no había podido dejar de lactar haciendo que sus pechos conservaran el mismo tamaño, cuando no eran los trillizos era Claus pegado a su pecho haciendo más que tomar leche.
Tal se había vuelto su obsesión que Stefan los había descubierto, por lo que los chistes internos entre ellos se mantuvieron constantes.
—Cla-Claus… nos pueden descubrir, Layla miro a la puerta esperando que su hija no entrara o alguno de los guardias.
—soy un anciano ¿no? Debo tomar leche —Layla no esperaba esa respuesta, menos que recordara que lo llamo de esa manera.
Peino sus cabellos hacia atrás viendo a su esposo cerrar los ojos y disfrutar de sus pechos, mientras apretaba el otro y se escurría entre sus dedos.
—no… no volveré a hacerlo. —prometió en un jadeo corto, pero los ojos de su esposo la miraron con suspicacia, sabía que mentía, podía contar con los dedos las veces que sacaba la diferencia de diez años que había, solo por morbo.
No quiso seguir escuchándola tomando su otro pecho y bebiendo, tirando y mordisqueando suave el pezón de Layla quien le dio un golpe en la frente con los dedos.
—¡así no! ¡Niño malo! —Claus no pudo evitar reírse, pegando su frente del abdomen de Layla, este le acompaño en la risa que luego se convirtieron en besos.
—lo siento amore… —mordió su labio inferior luciendo una sonrisa sensual que sabía que haría que Layla aun con la leve risa desviaría la mirada, la tenía bajo su encanto.
—ya quiero regresar a casa —confeso luego de un momento sintiendo los besos de su esposo en su cuello.
—iremos… en unas horas, tranquila —susurro mordiendo el lóbulo de la oreja desnuda, soltando un suave gruñido que hizo que su piel se erizara.
Usarían esas horas libres, y Claus ya tenía planes para ellos.
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Editado: 20.08.2024