No te mentiré #3

Capítulo 4

Aún no era consciente de lo que le sucedía a su alrededor. O sí. Era algo muy raro, veía que estaba en un lugar que le parecía salido de sus peores pesadillas. Mucho colorido, paredes en color rojo, sábanas de seda, muebles, bustos, cuadros donde había hombres y mujeres copulando. Por delante de sus ojos, había mujeres, jóvenes y adultas que se vestían de forma escandalosa. ¿No tendrían frío? Su madre le diría que esas no eran mujeres de noble cuna. Pensar en ella le trajo un dolor sordo en el pecho. No fue tanto como el día que amaneció con la noticia de saber que estaba muerta. 

Parecían algo lejano comparado con lo que estaba sucediendo. Alguien le sujetó del brazo cuando sintió que se iba a caer de nuevo. No estaba segura donde sus pies pisaban porque sentía como si estuviera levitando. 

Quería preguntar y reclamar donde estaba pero tenía una lengua de trapo. Intentó soltarse pero las fuerzas se le habían ido. Desaparecido por completo.

— ¡Camina más rápido! Betty no quiere retrasos— le sonó tan sórdido que le quiso decir que se fuera al infierno pero seguía sin modular palabra. 

¿Qué le había dado para que le dejaran así como una marioneta sin sentido? Dio un manotazo o codazo, ya no sabía lo que había dado, que hizo tropezar al hombre que la acompañaba y ella misma pero alguien se tropezó con ella.

—Perdona, señorita — creyó escuchar de una voz muy joven. Sintió como unas manos rodeaban sus brazos. Veía que tenía los ojos azules y el pelo cobrizo — ¿Está bien?

El joven se había alejado del grupo cuando se tropezó con ese ángel hermoso. ¡Era una lástima que estuviera que prostituirse! Aunque era la primera vez que iba y hubiera mujeres como diosas, no iba a abandonar sus principios.

—Suéltala. Esta chica ya está ocupada. Puede buscar a otra.

—Nooo.... hay ... un error —  se agarró como pudo al joven.

No quería estar cerca del ogro que era su carcelero.

Tommy se preocupó porque  veía a la chica con mal aspecto. Tenía la frente perlada de sudor y la mirada dilatada. Temblaba. 

  — No quiero molestar. Pero no se encuentra bien — dijo sabiendo que podía buscarse en un problema donde nadie le llamaba.

 — ¡Apártase! — le amenazó el grandullón.

— Tommy, ¿todo bien? —sintió la mano de su jefe y frunció el ceño cuando vio a la joven. Pero su mirada fue atraída por la postura amenazante del hombre —. No creo que su jefa, madame Betty, estaría contenta de saber que su personal incomoda a sus clientes. 

Él alzó las manos dejando claro que no quería meterse en un lío con ellos.

Darian vio que Tommy le miraba de forma significativa. Le hizo una señal con la cabeza, señalando a la joven. El guardia no se perdió ese detalle.

— Es la chica que no quiere hacer su trabajo — antes que él cogiera de nuevo a la joven, Darian se le adelantó.

No sabía si porque estaba en una situación tensa o algo le decía que aquella joven no le iba ser indiferente, tenía un hormigueo nervioso recorriendo desde las manos hasta las extremidades. Como una especie de corriente. Darian miró al hombre luego a Tommy. Su secretario asintió. Él giró el cuerpo de la joven que pesaba mucho menos de lo que pensó cuando la miró de reojo.

Su corazón se paró cuando vio a Ophelia en sus manos. ¡Ophelia! Quería aullar de alegría pero su pecho se llenó de otra emoción. Más oscura y siniestra. Ahuecó una de sus mejillas y observó lo que había sospechado. No estaba bien. ¡Estaba drogada! Él no era tonto, él sabía perfectamente que esos síntomas que ella estaba padeciendo eran los efectos de una droga. 

 — ¡Quiero hablar con madame ya! — no gritó aunque su voz sonaba tan afilada como el filo de una daga.

—   ¿Darian? ¿Eres tú? — escuchar su voz débil le hizo enfadar. Quiso matar a alguien.

— Señor, está cometiendo un error. Ella tiene que trabajar como las demás muchachas...

 — Bueno, eso de trabajar ya lo hablaré con tu jefa. ¿Dónde la puedo encontrar? Seguramente que podré llegar a un acuerdo satisfactorio con ella. Mientras tanto, mi secretario se ocupará de la chica. Si tiene algún problema —  se sacó de la chaqueta la billetera dónde le lanzó despectivamente unos billetes mientras sujetaba a la joven con el otro brazo   —, esto es un pequeño adelanto.

 

 

Aunque no quería apartarse de ella, lo tuvo que hacer. No pudo evitar gruñir cuando la apartó de él. La dejó con Tommy, sabiendo que ella estaría a salvo con él. Aun así,  la bestia que tenía adentro quería sangre.

  —  Tommy, por favor, cuídala mientras yo arreglo este asunto. Me gustaría que te la llevaras a mi apartamento. Tiene que expurgar la droga que le han metido en el cuerpo estos desgraciados. También, quiero que reorganizas mi agenda. Vamos a hacer un viaje lejos de aquí, de Londres. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.