El aire frío cortó la respiración de lady Ophelia cuando bajó del carruaje aceptando a regañadientes la ayuda de lord Darian (la última vez que no quiso hacerlo, la cogió de volandas para su mayor vergüenza). Así que esta vez fue buena y tomó su mano. Nuevamente sintió recorrerle una especie de corriente cuando sus manos se tocaron. Esa sensación duró unos segundos hasta que ella apartó su mano una vez que sus pies estuvieron en el suelo.
No se fijó que el hombre se había cambiado de ropa. Llevaba un abrigo y parecía temblar a pesar de ir abrigado. Lo ignoró deliberadamente y se entretuvo en mirar el paisaje salvaje. Las tierras que se extendían delante de sus ojos eran verdes y rústicas. En ellas se podía atisbar desde su posición el resto de casas del poblado. Había un camino directo a lo que parecía ser una posada de paredes pintadas de color blanco y un letrero que ponía:
"Gretna Hall Hotel"
¿De qué le sonaba ese nombre?, frunció el ceño e intentó recordar porqué le sonaba tanto.
— Lady Ophelia, vayamos dentro. Le tengo que comentar un asunto.
Lord Darian en vez de esperar a que respondiera, fue directamente al edificio. Parecía que no tenía paciencia. Ella le siguió aunque con recelo. En el vestíbulo, estaban Tommy y un anciano. Este último al verlos sonrió y exclamó en escocés:
— ¿Vosotros sois los novios? — Tommy y Ophelia no entendieron una palabra de lo que dijo.
Darian esbozó una media sonrisa. Estaba helado porque aún llevaba las ropas mojadas debajo de un abrigo que había cogido en una bolsa de ropa. Lo que quería hacer era poder cambiarse rápidamente y luego pensar cómo convencer a lady Ophelia de dicha boda.
— Sí, señor — él entendía escocés aunque su abuelo materno le daría un desmayo si lo supiera.
El anciano aplaudió y le abrazó de forma amistosa y a Ophelia, que compuso una cara de pura incredulidad. Abrió los ojos como platos y los brazos rectos sin moverse.
— ¿Qué le has dicho? — exigió Ophelia cuando el hombre la soltó de su abrazo.
En vez de responder lord Darian, el señor dijo otras palabras raras.
— Bienvenidos sois a Gretna Green donde los sueños se hacen realidad, y si hay amor de por medio, más aún.
— Le agradezco sus palabras. Pero primero le pediría una habitación para que la novia se pueda adecentar y, de paso, yo también. Ella quiere vestirse con las mejores de las galas.
— Entiendo. Es una ocasión especial. Ahora os doy la llave. De paso busco el herrero para que pueda entregaros los anillos y oficiar la boda.
— Muchas gracias, buen hombre. Mi secretario le acompañará, él sera nuestro testigo.
Después de darle la llave, de ordenar a su secretario que fuera con el anciano. Subió los escalones de la posada. Ophelia viendo que estaba sola siguiendo de nuevo los pasos de lord Darian. No tenía pensado en actuar como un perrito faldero pero lo estaba siendo. Eso le resultaba sumamente irritante.
— Lord Darian, ¿aún no me ha dicho nada sobre qué hacemos aquí? Se va sin decirme una palabra. ¿Está siendo consciente que no se está comportando como un caballero sino como un imbe...?
Se calló de repente cuando entró en la habitación y vio que dicho caballero, ajeno a ella, se había quitado la camisa blanca. Gritó como una tonta y se dio la vuelta. Escuchó su risa entredientes.
— Siento haberla abandonado unos segundos antes — se quitó los pantalones y Ophelia, que escuchaba todo con atención, se le pusieron las puntas de sus orejas coloradas —. Sin embargo, estaba mojado porque me vi la obligación de subir en el pescante del carruaje. Ese momento estaba lloviendo. Pero eso no le preocupa a la princesa pero debo decirle que a mi sí cuando sentía morirme de hipotermia.
Ophelia se calló de repente sin encontrar una réplica. A pesar que estaba enfadada con él por muchos motivos, no pudo evitar sentir un ramalazo de culpa y remordimiento. Miró con enojo la pared que tenía enfrente de ella.
"No te dejes rendir tan fácilmente".
— No me sentí abandonada. Nunca me harás sentir ese sentimiento, lord Darian. — se atrevió a mirarle por encima del hombro. Gracias a la diosa de la fortuna, se había vestido aunque una parte de ella, que ignoró, había sentido cierta decepción — . Quiero saber qué hacemos aquí... y porqué el señor de ahí abajo me ha abrazado con demasiado entusiasmo. Parecía que estuviera celebrando algo. ¿Qué me oculta?
Darian se puso los gemelos con tranquilidad, exasperando un poco a la joven que quería una respuesta inmediata.
— ¿Impaciente? — Ophelia sonrió de forma burlona sin llegar abrir la boca — . Es mejor que se siente.
El sitio donde se podía sentar era la cama. Verla ahí sola en medio de la habitación no la tranquilizó; todo lo contrario, la puso nerviosa. Hizo un esfuerzo, se sentó sobre la colcha.