Una habilidad que se le daba bien a lady Perrowl... Mejor dicho, lady Darian era fingir sus emociones y aparentar que estaba dichosa cuando por dentro hervía de la rabia. Recibió las felicitaciones de buen grado cuando realmente lo que quería era marcharse de allí de esa farsa. Porque era precisamente pensaba de su boda, una auténtica farsa.
No amaba a lord Darian. ¿Sus sentimientos cambiarían un día para otro? Intentó aparentar una novia radiante y feliz, por lo tanto, hizo su buen papel enfrente de aquellos desconocidos que habían estado en la boda.
El secretario de su marido, Tommy también la felicitó y le deseó un matrimonio dichoso.
— ¿Usted sabía de las intenciones de mi marido?— como le costó mencionarlo de esa manera, ahora llevaba en su anillo anular izquierdo el anillo que mostraba que estaba casada con él —. ¿Por qué no me lo advirtió?
El joven se rascó la nuca, un gesto que evidenciaba su incomodidad ante el tema.
—Mi lealtad se debe a mi señor. No soy quien para decirle esto, lady Darian. ¿Por qué no debería pensar en darle una oportunidad? La ha salvado del burdel y se ha casado para resarcir su reputación.
— No se lo pedí que lo hiciera — siseó y bajó el tono para que los presentes no la escucharan.
El pastor, el herrero, el posadero y su mujer seguían hablando alegremente con su marido. Ajenos a la conversación que estaban teniendo.
Tommy tuvo una paciencia infinita para contestarle de forma tranquila.
—Es verdad que no se lo pidió pero no hacía falta que lo hiciera. Quiero decir, que la única persona que la podía ayudar era mi señor aunque usted, milady no hubiera querido.
Ophelia se mordió los labios porque el muchacho tenía razón en cada palabra que había dicho. Pero tan orgullosa que era no podía dar su brazo a torcer, y más, cuando se había visto forzada a aceptar esa situación.
Miró la alianza de oro que adornaba sencillamente su dedo. Era lady Darian, esposa del lord Darian, uno de los banqueros más influyentes de toda Inglaterra y amigo de su padre. Él podría haberse casado con otra en vez de elegirla a ella. Ella se sentía un fraude a su lado. El orgullo le impedía que sus inseguridades salieran a flote, estaban bien guardados bajo llave.
Aunque nadie pensara que lady Ophelia tuviera inseguridades, si las tenía. También, ella reconocía en silencio que no era perfecta aunque quería dar la impresión que lo era. Una cáscara que por dentro estaba totalmente vacía. Tenía demasiados defectos; era demasiado cabezota, orgullosa, envidiosa, altiva, fría y... Podía decir más cosas de ella y nunca acabaría la lista porque era infinita.
Llegaría el momento que él le exigiría cumplir con los derechos maritales, cosa que no estaba preparada y tenía pánico que llegara dicho momento. ¿Cómo le podría explicar a lord Darian que no era virgen? Era algo que ella haría todo lo posible para retrasarlo.
Cuando sus miradas se cruzaron, Ophelia sintió que se ahogaba por dentro. No le gustaba sentir vulnerabilidad como aquel momento. No quería que él viera sus miedos y sus puntos débiles. Con un gesto de desdén apartó la mirada. ¿Él no se daba cuenta que esa boda era un error tras otro error?
No lo amaba.
No lo deseaba.
No quería haberse casado con él... Sintió el empuje de las lágrima golpeando sus ojos azules.
"Ay, Ophelia, sigues comportando como una niña pequeña", le susurró su voz más racional pero que ella ignoró como un molesto mosquito.
"Se te nota que no te gusta perder y reconocer que él ha ganado".
Últimamente la voz de su conciencia estaba siendo más inoportuna que antes.
Lord Darian sabía que su mujer no estaba contenta con la boda. La manera que se ha dado lugar no era precisamente la mejor para una boda, eso sí, había que aclarar que era un matrimonio de conveniencia. Observó cómo se mujer, después de recibir las felicitaciones, se apartaba a un lado queriendo no participar más en ello.
Guardó un suspiro sabiendo que aún las cosas entre ellos no se habían solucionado. Su relación con Ophelia estaba en un punto muerto, o mejor dicho, bajo cero. La boda no había sido un aliciente para limar las diferencias y asperezas que habían entre ellos. Nada, estaba en el mismo lugar que antes. Su mujer seguía siendo la princesa de hielo.
Antes de ocuparse de su mujer, habló con Tommy de ciertos asuntos que él quería que se encargara antes de llegar a Londres. En Gretna Green como había una posada pasaría la noche allí. No tenía pensado hacer una luna de miel porque sería desastrosa teniendo en cuenta los antecedentes de la boda. Al menos, quería tener todo organizado para que una vez llegaran a Londres. Le tenía preparado una sorpresa a lady Darian. Espero que esa sorpresa pudiera mejorar su relación aunque ahora mismo lo veía muy negro.
—Tommy, siento tener que pedirte otro favor. Agradezco que me hayas acompañado y hayas hecho de testigo.