No te mentiré #3

Capítulo 21

Más tarde, en la noche decidió tomar la cena en su cuarto sin saber si su marido se enfadaría o no. Tampoco sabía si había llegado del trabajo. Intentaba con todas sus fuerzas en no pensar en él, en no rendirse el impulso de preguntarle a su doncella si lord Darian había regresado.

¿Cuándo vendría esa joven para visitarlo?, ¿sería más bella, educada e instruida tan bien como una dama de noble cuna? 

La carta le había afectado de una manera que no creía posible en ella, haciéndola sentir angustiada y preocupada por si dicha joven sería una persona muy importante para él. Sin duda no se había casado con ella, porque su mujer era Ophelia, la que llevaba la alianza de casada era ella, no la otra mujer. Pero las circunstancias le habían obligado a hacerse el héroe y salvarla de su precaria situación, desposándose con ella finalmente. No había sido por amor. Como él le dijo era y será un matrimonio de conveniencia. 

¿Quién le iba asegurar si el regreso de esa mujer podía remover un pasado que ella desconocía? ¿Si no era una simple amistad? 

Le era extraño que la relación entre un hombre y una mujer fuera estrictamente una amistad. Antes, él sí habría mostrado interés porque fuera por su esposa, ahora... podría pensar que ese interés se había desvanecido por completo, teniendo en cuenta su reacción ante su beso.

Esa noche no pudo dormir con tanta pregunta e inseguridad que la invadían como nublos oscuros en un día soleado.

¿Ella, Ophelia, insegura? Jamás... No obstante, en lo talante a su esposo no se esperó tener esos sentimientos. 

Le había mentido respecto a los hombres que la habían besado. Indudablemente, uno de ellos había sido Hawker. Pero este como los otros, que se habían atrevido a besarla, no habían sido unas experiencias excitantes que mereciesen la pena recordar. Para nada. Aún podía recordar como Hawker la había besado con esos labios empalagosos. Fue algo desagradable que por culpa de ella no supo detener a tiempo.

¡Qué tonta fui por dejarme besar y dejarme llevar provocando la pérdida de mi virtud!

Era algo que se arrepentía mucho.

 

Cuando llegó lord Darian no se imaginó que su esposa estaría arriba negándose a cenar con él. Intentó despreocuparse aunque sentía una pizca de molestia y decepción de no encontrar a su esposa en el comedor. 

  — Por favor, llévase mi cena. Hoy no me apetece cenar — se fue dirección a la biblioteca donde podría tomar una copa.

El mayordomo viéndole a donde se dirigía, le dijo:

— Señor, le ha llegado correspondencia. Lady Darian la recibió en su lugar.

— ¿Lady Darian? — le extrañó que su mujer se tomara esa molestia.

— Sí, dejó las cartas en el escritorio.

  — Gracias por contármelo —  en unas zancadas cruzó la habitación y vio efectivamente las cartas ordenadas como una especie de montañita encima de la superficie de madera.

Le hizo gracia que su mujer hubiera detenido ese detalle. Las cogió y fue desechando las que no eran importantes. Solo hubo una que dejó en su sitio. Pero no la tocó.

Era de su abuelo. No era tonto para no imaginarse del contenido. Se había enterado de su matrimonio con lady Perrowl y quería pedir su cabeza en una bandeja. No le daría la satisfacción de abrirla. La guardó en un cajón y se fue a la alacena donde guardaba los licores y la licorera. Se echó un vaso considerable de whisky. 

Un remedio inútil y pasajero para olvidar que su matrimonio estaba yéndose a pique y él no estaba seguro si podía continuar con ello. Suspiró y se sentó en el sillón orejero. ¿Estaría bien echar un vistazo a ver si su mujer estaba bien?

Lo más seguro que sí y no quería verlo en pintura. Como siempre.

 

Unos días después, la situación entre lady y lord Darian estaba peor que antes. Incluso los sirvientes a escondidas de sus señores se apostaban el tiempo que duraría esa "situación" y quién sería el primero de hartarse de ello e irse de la casa. Si lady o lord Darian.

Ajena a ello, lady Darian estaba más insegura. Sus inseguridades en cuanto a su marido crecían a medida que se pasaba el tiempo haciendo que se encerrara y no quisiera compartir ciertos momentos o prácticamente la mayoría del tiempo con él. Por otro lado, lord Darian había tomado la rutina de marcharse antes del trabajo para no montar un espectáculo. La situación era inaguantable. Sin embargo, la aparición de alguien importante en su vida hará que los dos se encuentren sí o sí, sin imaginar el cómo y el por qué de ello. 

Estaba centrado con las cuentas de un cliente a ver si había pagado cada cuota e interés de un préstamo que había pedido, que no se dio cuenta que Tommy entró y anunció la presencia de una señora.

  — Señor, ha venido a verle lady Romwe.




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